El pasado mes de noviembre, en una de las decenas de pateras que llegaron al puerto de Tenerife, viajaba Abou. El joven, un pescador de Gambia, huía de la represión del país africano. Su rostro habría pasado inadvertido si no fuera porque es el protagonista de un documental que precisamente se estrenará en Tenerife el 2 de marzo en el festival de cine Miradas Doc (desde el 26 de febrero hasta el 6 de marzo). Cuando Abou desembarcó, una de las primeras personas con las que contactó fue la directora de la película en la que había participado tiempo atrás, una cineasta polaca asentada en España.
La historia de Abou comienza en el puerto de Bakau, una ciudad situada en Gambia en la que él era pescador. Allí es donde le conoció Gosia Juszczak, que se trasladó hasta el continente africano para contar cómo China está esquilmando las costas de Gambia. El resultado es Stolen Fish, un documental en el que diferentes personas que viven de la pesca hablan sobre el impacto que tiene en sus vidas las fábricas de harina de pescado y la explotación de las costas de Gambia por China. “Mi película muestra una de las muchas razones por las que la gente emigra, pero algunas se conocen menos que otras”, explica la directora a SensaCine. La llegada de Abou en patera a Tenerife pilló por sorpresa a Juszczak, que se trasladó hasta allí para verle.
STOLEN FISH - Official Trailer from Gosia Juszczak on Vimeo.
El protagonista del documental es uno más de los más de 41.800 inmigrantes que, según las cifras oficiales del Ministerio del Interior, llegaron a España en 2020. En Stolen Fish, rodada en Gambia, Abou ya cuenta que la idea de este viaje migratorio le rondaba la cabeza, al igual que a muchos otros. “Antes te quedabas aquí y veías a los peces saltando, pero ya no. ¡Sobrepesca! Con estas grandes redes. Un barco chino se lleva en un día lo que treinta barcos locales pueden pescar en un mes ”, cuenta en el documental. “Estaba pensando que si vendiese mi barco podría, tal vez, intentarlo en otro sitio como Europa. Pero cuando quiero hacerlo y miro Internet y las noticias… Me da miedo”, añade.
“En Gambia, la migración está muy presente […] Es un sueño de muchos y mucha gente se lo piensa todos los días. Su monólogo es solo un ejemplo más”, comenta Juszczak. Conociendo los riesgos y teniendo a familiares que ya lo habían vivido, Abou nunca se había atrevido a hacer este viaje. No fue hasta que ya era peligroso para él quedarse en Gambia, porque comenzaban a perseguirlo políticamente, que tomó esta decisión. Pero, como nos cuenta Juszczak, Abou tiene un motivo más: su hija, que continúa en Gambia, corre peligro por la mutilación genital femenina -una práctica que sigue siendo común en Gambia pese a ser ilegal- y él quiere protegerla.
Juszczak tuvo la idea de contar en Stolen Fish lo que ocurre en las costas de Gambia de casualidad, mientras se tomaba una cerveza con un activista gambiano que vive en España y que le habló sobre las plantas de harina de pescado que hay en su país y los impactos medioambientales y socioeconómicos que tienen. Una historia de explotación de los recursos africanos por países de otros continentes, como ya denunciaba el conocido documental La pesadilla de Darwin. “Conocimos a gente con historias muy conmovedoras y muy personales que resultaron ser un mejor vehículo para esta historia que los expertos”. Abou fue uno de los elegidos para aparecer en Stolen Fish porque, como señala la realizadora, sabía contar las cosas muy bien. “Tiene una forma de hablar bastante visual”.
Abou, como destaca la realizadora, ha sido uno de los pocos que ha visibilizado con valentía la corrupción del gobierno de Gambia. También la explotación de su país por parte de la industria china de la harina de pescado, un producto que se exporta a Europa para alimentar animales en granjas industriales. Pese a que Gambia se encuentra en una posdictadura, denunciar políticas de este tipo sigue siendo peligroso y se sigue deteniendo a los activistas. La directora describe a Abou y los otros dos protagonistas del documental, Mariama y Paul, como “valientes”. “Es muy osado hablar en contra del gobierno y de lo que ocurre allí. El gobierno permite a China pescar sin ningún control y también contaminar impunemente. Había muy poca gente dispuesta a hablar de ello”, añade. “Corrieron un riesgo”.
Stolen Fish -producción apoyada por la ONG Minority Rights Group International y Rosa Luxemburg Stiftung Oficina de Enlace Madrid- muestra una de las tantas realidades migratorias de nuestro mundo. En la ficción también se ha tratado este tema. Ejemplo reciente de ello es Adú, la película dirigida por Salvador Calvo y protagonizada por Luis Tosar y Anna Castillo sobre un niño africano que intenta llegar a Europa. El filme se ha hecho con 13 nominaciones en los premios Goya 2021 incluyendo las de Mejor película, Mejor director, Mejor actor de reparto para Álvaro Cervantes y Mejor actor revelación para Adam Nourou.
Mientras las islas Canarias sigue siendo el lugar de llegadas masivas de inmigrantes desde países como Gambia, Senegal y Mauritania; la denuncia y testimonio de Abou pueden escucharse en Stolen Fish. Con este documental, Juszczak espera dar a conocer al mundo lo que ocurre en África Occidental. “Para que ese problema se solucione, primero la gente tiene que saber que esto existe y crear conciencia”.