Akelarre, a historia de unas brujas en el País Vasco del siglo XVII rodada en euskera y firmada por el argentino Pablo Agüero se ha convertido en la tercera película más popular de todo el mundo en Netflix solo un día después de estar disponible en esta plataforma. Además, ocupa el primer lugar entre las películas más populares de Netflix en España y en países de Latinoamérica como México y Brasil, y se sitúa entre los cinco primeros puestos en países europeos como Alemania o Italia. Estrenada en cines con distribución de Avalon el pasado 2 de octubre, la cinta estuvo en cartelera 23 semanas y aún días se puede ver en 24 salas de toda España.
Agüero -que también firma el guion del largometraje- ambienta Akelarre a comienzos del siglo XVII en el País Vasco. Hasta allí se traslada el juez Rostegui, a quien ha enviado el rey para purificar la región y quemar en la hoguera a las acusadas de brujería. Ana, una joven de la zona, es arrestada junto a un grupo de amigas hijas de marineros. Ella, a quien interpreta una portentosa Amaia Aberasturi, traza un plan: ganar tiempo hasta que sea luna llena, momento en el que sus padres regresan gracias a la favorable marea.
Ana entonces afirma ser una bruja e inventa historias sobre los embrujos y sus encuentros con Lucifer. También lo que hacen durante el Sabbat, las reuniones en las que se practican rituales. La joven protagonista se convierte así en una suerte de Sherezade embelesando con su cuento de brujas a un curioso y lascivo Rostegui con la esperanza de que los marineros lleguen a tiempo. También cabe destacar la interpretación de Álex Brendemühl, que da vida a este villano representativo de la opresión hacia las mujeres de forma sobresaliente. Akelarre tiene en el personaje de Rostegui una parte de verdad. El papel de Brendemühl está basado en Pierre de Lancre, un juez que vivía en Burdeos y que persiguió la brujería en el País Vasco francés. Para ello llegó a crear una serie de teorías pseudocientíficas.
Agüero no solo sorprende con la historia de Akelarre, también con sus imágenes. Hay momentos, con el pelo y las ropas de las mujeres moviéndose por el viento, en los que parece que estamos ante un cuadro de Rubens o de Botticelli. Hay otros en los que la oscuridad lo puebla todo y las escenas se nos presentan como obras de Caravaggio o Rembrandt. También recuerda al cuadro Sol ardiente de junio de Frederic Leighton cuando Ana, dormida en su celda, brilla entre el claroscuro enfundada en un vestido amarillo.
“No hay nada más peligroso que una mujer que baila”, dice en un momento de la película Rostegui. Esa frase se pone de manifiesto en el final de Akelarre, cuando Ana y sus compañeras de celda teatralizan un Sabbat con una danza imposible que no solo hipnotiza al propio Rostegui, también al espectador con la sobrecogedora canción de Maite Arroitajauregi, ganadora del Goya. Ana ha conseguido lo que se proponía. No solo con su rival, también con la audiencia.
Akelarre había conseguido cinco premios Goya el pasado fin de semana: Mejor Música Original para Aránzazu Calleja, Maite Arroitajauregi, Mejor Dirección Artística para Mikel Serrano; Mejor Diseño de Vestuario para Nerea Torrijos; Mejor Maquillaje y Peluquería para Beata Wotjowicz y Ricardo Molina; y Mejor Efectos Especiales para Mariano García Marty y Ana Rubio. Además, participó en la Sección Oficial de la 68 edición del Festival de Cine de San Sebastián como única ficción española a competición. El director Pablo Agüero ya compitió en 2015 por la Concha de Oro con Eva no duerme en el festival.