José Luis Manzano es el protagonista de El Pico, cinta de 1983 dirigida por Eloy de la Iglesia que retrata la vida de dos jóvenes enganchados a la heroína en el Bilbao de los años 80. Manzano encaja a la perfección en el universo de De la Iglesia, impulsor del cine quinqui, ya que su vidas fue muy similar a la de los personajes que interpretan. Viene de orígenes humildes, tuvo problemas con las drogas y eligió el mal camino que le llevó a una muerte prematura.
Esta noche en La 2 a las 22h. puedes ver El Pico, película insignia del cine quinqui y una de las más taquilleras de los años 80, así como un título imprescindible dentro de la industria española. Se emite dentro del programa Historia de nuestro cine.
José Luis Manzano, los problemas de un actor promesa
José Luis Manzano nació el 20 de diciembre de 1962 en Madrid -según su DNI, diez días más tarde, el 30- y creció como un chaval más de la periferia madrileña, sin educación primaria y prácticamente analfabeto. Comenzó a trabajar en las Bodegas Santullán de Puente de Vallecas, pero sufrió una grave lesión en la espalda que le obligó a estar ingresado en un hospital durante seis meses. Este hecho le dejó secuelas de por vida, como problemas de circulación.
Según el libro Lejos de aquí de Eduardo Fuembuena, Eloy de la Iglesia lo descubrió en 1978 en los billares Victoria de la capital, lugar donde los jóvenes humildes se ofrecían a los gays. El realizador se quedó con ese chico porque vio algo especial en él y, un año después, le llamó por primera vez para que participase en Navajeros (1980). Así comenzó una relación indivisible entre Manzano y De la Iglesia, que trabajaron juntos en cinco largometrajes, los cuales componen prácticamente la filmografía del actor. Ambos se desarrollaron juntos profesionalmente y, en lo personal, el director dio cobijo al intérprete entre 1980 y 1988.
La carrera de Manzano es lo que pudo ser y no fue. Tras su papel de El Jaro en Navajeros llamó mucho la atención entre el resto de cineastas por su actuación auténtica y natural, pero tenía una relación casi exclusiva con De La Iglesia que le llevó a rechazar varios papeles. La mili, obligatoria por aquel entonces, también fue un momento de ruptura con la interpretación y el actor dijo que no a varias producciones, entre ellas una colaboración internacional con el director Stephen Frears en The Hit. Pero su mayor problema fueron las drogas.
A comienzos de los años 80 empezó a consumir cocaína y heroína, una adicción que fue agravándose con el tiempo. Tras La estanquera de Vallecas, De la Iglesia, que también era drogadicto, se distanció del chico para intentar limpiarse y Manzano encontró el apoyo que necesitaba en un cura de Getafe llamado Pedro Cid. Fue él quien intentó que se rehabilitase y llevase una vida normal. El actor estudió Comunicación Audiovisual y logró un puesto en la productora Spinto TV. Por aquél entonces ya eran los años 90 y el cine español no pasaba por su mejor momento. Tampoco Manzano, que robaba material de la productora para venderlo y conseguir dinero para droga. Sin poder salir del círculo vicioso, atracó a un peatón en la Gran Vía, lo que supuso el gran cambio de su vida.
El protagonista de El pico entró en la prisión de Carabanchel para cumplir una condena de 18 meses. Ahí era respetado por sus compañeros gracias a su reputación, pero el ambiente, lleno de drogadictos, no le ayudaba a escapar de su adicción. Al salir de la cárcel, llevó a cabo un nuevo tratamiento de desintoxicación y se reencontró con Eloy de la Iglesia. El actor le dijo que se marchaba a Sevilla a trabajar en la Expo y que había ido a despedirse de él. Sin embargo, tres días después, el 20 de febrero de 1992 el director se encontró el cuerpo sin vida del joven de 30 años. La autopsia reveló que había restos de heroína y otros tóxicos en su sangre.
Lali Espinet, otra víctima de los 80
El de Manzano no es el único caso trágico en el cine quinqui. La mayoría de actores con los que trabajaban Eloy de la Iglesia y José Antonio de la Loma -la otra gran figura del cine quinqui y director de Perros Callejeros y Yo, "el vaquilla"- provenían de los mismos barrios que retrataban las películas y, por tanto, sufrían idénticos problemas que los personajes a los que interpretaban.
Lali Espinet, o Andrea Albani, es otro ejemplo de una vida truncada por la realidad del lumpen de los 80. Nació en Pueblo Seco, Barcelona, en 1960 y se fue de casa a los 15 años. Antes de dar el salto al cine se ganó la vida como vendedora de ropa interior y en 1980 empezó su carrera en el cine del destape. Tras varios años protagonizando películas como La caliente niña Julieta (1981) o La desnuda chica del relax (1981), encontró problemas para salirse del género erótico, pero El pico fue su gran oportunidad para demostrar sus habilidades como actriz. Lamentablemente, fue otra víctima de las drogas y su carrera quedó marcada por su adicción.
Eduardo Fuembuena en su libro Lejos de aquí la describe como "talentosa actriz del cine de la Transición que también se enganchó, poco antes de rodar con De la Iglesia El pico, y llegó a estar detenida y recluida en la cárcel Modelo de Barcelona por tráfico de estupefacientes antes de fallecer a causa de enfermedades derivadas del sida, en 1994".