Cuando Ezekiel Montes estaba en pleno rodaje de Hombre muerto no sabe vivir, invitó a Yusuf, su amigo de infancia al rodaje. "¿Te acuerdas de aquel día en el que al Orejón se le fue la olla y casi se carga a un tipo? Pues hoy vamos a rodar qué hubiera pasado si no le llegamos a parar los pies". En la escena un narco patea bestialmente a uno de los personajes, y nadie le para los pies. Esa no fue la única vez en el rodaje de su película en la que el cineasta malagueño se acordó de su infancia, en los peores años de la heroína, la corrupción y el narco en la Costa del Sol, según cuenta en una entrevista a SensaCine.
Algunos de los protagonistas de aquellas historias han trabajado hoy, 20 años después, en esta película que hoy se estrena en los cines. Para filmarla, el director tuvo que pedir permiso al patriarca del clan gitano de Los Charros para rodar en su territorio. Y a él está dedicado este thriller crudo y sin concesiones que habla del honor y la lealtad en el mundo del hampa, más allá del maniqueísmo de buenos y malos.
"Quería contar una historia de cine negro desde el punto de vista de los que lo manejan y lo viven. Son realidades que yo he vivido de cerca y me interesaba contarlas con la verdad que te da conocerlas de primera mano", explica Ezekiel Montes.
La película refleja la caída en desgracia de las redes corruptas de la Costa del Sol. "Yo de niño viví el boom de la construcción en el que estas organizaciones sacaban pasta a lo loco y ahora, años después están en decadencia, sin un duro, sus mansiones están destartaladas, sus piscinas verdes reflejan una época que se fue, pero en algunos casos conservan valores como la lealtad, el honor, la amistad... códigos que la sociedad está perdiendo", explica el cineasta.
"Fueron unos años en los que los yonkis hacían casi cualquier cosa por dinero; era una versión a la española del Nueva York de Scorsese. Cuando tenía 18 años nos pasábamos el día con las motos para arriba y para abajo, y recuerdo drogas, peleas, broncas, robos, trapicheos, policía corrupta que lo permitía porque todo ocurría con cierto orden pactado dentro del caos y todos lo respetaban... Y todo esto lo tenía que llevar a mi cine de alguna manera", explica Montes.
En la película, protagonizada por grandes como Antonio Dechent, Rubén Ochandiano, o Nancho Novo, y con actores como Jesús Castro, que ya ha participado en otras películas de acción, cuenta en el reparto con los protagonistas reales de algunas de las historias que cuenta la película. Para poder rodar en La Casa de la Buena Vida, un lugar real donde acogen a toxicómanos para reinsertarlos, tuvieron que lograr la autorización del clan que lo controla.
Varios de los actores no habían actuado nunca. "Hicimos un casting de más de ocho meses buscando a gente de la calle. Como el actor que hace de Nolasco, que es bestial, o los que hacen de gitanos, por ejemplo, han vivido la cárcel. El barrio de La Palmilla, donde rodamos, es uno de los más peligrosos del país, pero cuando les explicamos el proyecto quisieron participar. Ha sido un proceso muy bonito construir toda esa mezcla actores que tienen una carrera y su posición en la industria con actores que no habian trabajado antes en esto", explica el director que rodó todo el material en seis semanas.
Jesús Castro (El Niño) recuerda su llegada a la barriada. "Me hicieron un corro y me senté con los miembros del clan, estuvimos un rato hablando, escuchando, de cómo iba a ser nuestra relación en el rodaje y en la película, y ahí vi claro que era un proyecto diferente", explica el actor.
Para Antonio Dechent, (La voz dormida), la experiencia ha sido también muy interesante: "Ezekiel convierte a estos gansters en personajes cotidianos, con un fuerte código de honor", señala. El actor, uno de los más veteranos de la película, reconoce que también ha aprendido mucho del trabajo que ha realizado con el clan gitano:
"Me han enseñado a callarme, no meter la pata y tenerles respeto. Los gitanos con los que hemos trabajado son gente noble, que están trabajando por los demás en su barrio, y de ellos aprendo el saber estar; son muy respetuosas con los demás. Quizás no tienen los recursos de los actores profesionales pero te clavan una mirada y te tienes que agarrar a ella para estar a su nivel".
Rubén Ochandiano también explica que para él la experiencia fue como volver a sus orígenes, cuando rodó su primera película, Flores de Otro Mundo, con Icíar Bollaín. "Muchas de las actrices de aquella película eran también gente de la calle y eso le daba a la película mucha verdad, como en esta, que ha sido muy fuerte", explica el actor, que interpreta a Ángel, el hijo del jefe de la banda, que trata sin mucho éxito de ganarse el afecto de tu padre. "Lo primero que rodé fue la escena en la Casa de la Buena Vida y fue todo un ejercicio de comprensión de dónde me estaba metiendo", explica el actor que confiesa a SensaCine que cuando leyó el guión le encantó: "Había unos personajes muy de Shakespeare, me recordó a las pelis de Scorsese. Y me dije ¡yo esto lo tengo que hacer!", recuerda.
También la protagonista femenina, Elena Martínez, que afronta de manera muy brillante su primer papel principal, ha explicado a SensaCine que la película ha sido todo un aprendizaje. "Fue todo un reto compartir película con grandes refrentes, así que yo me apliqué un montón, y llevaba muy bien preparado el papel para estar a la altura. Para mí ha sido un revulsivo para crecer y es un punto de inflexión en mi carrera y creo que soy una persona antes y después de Hombre muerto no sabe vivir", concluye.