Escuchar hablar a Pedro Almodóvar es atender a una lección de cine viviente. El director manchego acaba de estrenar Madres paralelas y ha acudido como invitado a El Hormiguero para promocionarla. En su encuentro con Pablo Motos ha hablado de los secretos que hay detrás de una gala de los premios Oscar, la libertad que vivió en la Movida madrileña y el consejo de su madre, que le preguntaba si él no estaría mejor trabajando como auxiliar administrativo.
En 1988, Almodóvar ya era un cineasta consagrado, tanto en España como a nivel internacional. Ya había dejado de trabajar en Telefónica, donde había pasado varios años escribiendo sus primeros largometrajes. Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón fue escrita en su jornada laboral, después de terminar de rellenar los documentos que necesitaba y ante la sorpresa de sus compañeros de oficina. Su carrera en el cine ya había despegado, pero su madre aún desconfiaba.
"Mi madre pertenecía a una generación que había pasado hambre o había tenido que luchar mucho para sobrevivir. Era la generación inmediata a la guerra. Para ellos lo importante era tener un puesto seguro. Recuerdo que acabábamos de estrenar Mujeres al borde de un ataque de nervios, el éxito fue mundial y me dijo 'Pedro, me darías una alegría si te volvieras a la Telefónica'. Y yo le decía 'pero mamá, te hemos comprado una casa en el pueblo, ¿pero tú no veas cómo me va?'. Y me respondía 'Ya, pero la seguridad de la Telefónica no te la da el cine", recuerda entre risas el director.
Almodóvar se desarrolló en plena Movida madrileña, donde ser transgresor era lo habitual. En el plató de El hormiguero, ha reconocido que era una época de mucha exploración sexual. "Follábamos todos con todos, por ejemplo. Realmente se experimentaba en ese sentido, con la sexualidad y después cada uno decidía por donde quería tirar. No es que fuera una orgía perpetua, pero sí había muchísima libertad en ese aspecto", confiesa.
Pedro Almodóvar en SensaCine: Del "tacaño" de Ennio Morricone, a su primera vez con Penélope y las escenas míticas que improvisó con Carmen MauraHa estado nominado al Oscar en cuatro ocasiones. La primera fue en 1988 con Mujeres al borde de un ataque de nervios, que estaba en la categoría de Mejor película extranjera, al igual que sucedió en 1999 con Todo sobre mi madre, que se llevó a casa. En 2002, Hable con ella optó al premio por Mejor director y Mejor guion original -el cual ganó-. En 2019, repitió con Dolor y gloria en la categoría de Mejor película internacional. Por lo tanto, conoce bien ese mundo y, como cuenta a Motos, no deja de sorprenderle poder esperar en la puerta del baño con Shirley MacLaine. "Quieras que no, soy un pequeño cateto y me encantan esos pequeños momentos", cuenta.
¿Qué fiestas son mejores: las de la Academia estadounidense o las españolas? "En Los Oscar están las celebrities, que a mí me hace mucha ilusión verlas. Además, en la fiesta están un poco bebidas y recuerdo haberme morreado con gente como Uma Thurman y alguna más", confiesa el director. "En los Goya lo paso muy mal porque todos tenemos muchas nominaciones. Hubo una, por ejemplo... Átame y Tacones lejanos fueron las que más nominaciones tuvieron, como 15 y 16, respectivamente. Entonces, fueron 15 o 16 veces, tres minutos antes de que ocurriera, la cámara aquí viendo tu duda y tu cara de mosqueo viendo cómo le estaban dando uno y otro, y otro, y otro, a los demás y tú, al final, te quedabas sin ninguno. Por muy buen talente que tengas, no sabes qué cara poner".
Es todo un experto en temas de premios y nominaciones, pero recibe cada nuevo reconocimiento con todo su corazón, ya que entiende que son muestras de cariño. Tampoco pierde nunca el respeto por sus compañeros y competidores. "Nunca pude [ensayar el discurso para el Oscar] porque eso significa que te crees ya ganador y yo siempre voy con mucho respeto a los otros cuatro porque se lo pueden llevar. Y en mi caso, además, se lo han llevado muchas veces ellos. Hay que ir muy concienciado de que eres la quinta parte de ese premio", reconoce.
No es amigo de ensayar discursos, pero sí de aprovechar su momento y exprimió al máximo los 45 segundos que tenía sobre el escenario. Además de agradecer a sus compañeros lo que creyó necesario, se dirigió directamente a Harvey Weinstein, que en aquel momento era el productor más importante y ahora cumple condena en la cárcel por sus abusos sexuales a un gran número de mujeres. "Abusaba en todos los sentidos, él iba siempre a lo grande. Las campañas que hacía de promoción para los Oscar eran descomunales. Yo le dije en inglés: 'Mire, Harvey, este es el modo en que mis hermanas hacen campaña para los Oscar. Le ponen velas a una serie de santos en los que ellas creen'. Yo no soy creyente, yo creo en mis hermanas, pero intentaba darle una lección a la española de cómo se hacía campaña y además ganar el Oscar".
Madres paralelas, su última película, está aún en cartelera.
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