El Banco de España es el tercero más seguro del mundo, solo por detrás del Fort Knox estadounidense que conserva las reservas de oro del país y el BPI de Basilea. Su cámara acorazada es todo un secreto, lo que explica la fascinación que despierta en el mundo del cine. Desvelar sus incógnitas y conseguir llegar dentro es una hazaña solo apta para la magia del séptimo arte y es lo que Way Down propone. La película de Jaume Balagueró -que llega a Movistar+ el 10 de junio- imagina cómo un grupo de 'cazatesoros' descifra el misterio y se adentra donde nadie ha llegado.
Para hacerlo realidad -al menos en la ficción- la producción en sí misma se convirtió en una aventura. Descensos por el hueco del ascensor, litros de agua que pusieron a los actores al límite y una escena con miles de extras que tuvieron que rodar en un único día. "Era un reto muy grande, había que hacer cosas muy difíciles, como la reconstrucción de ese festival de euforia y de locura que era la final del Mundial con miles de seguidores. Desde la primera vez que yo me reuní con los productores para hablar del proyecto, supimos que queríamos llegar ahí. Se convirtió en una pasión para todos", revela Balagueró en la rueda de prensa de la película.
Way Down cuenta la historia de Thom Johnson -interpretado por Freddie Highmore-, un joven y brillante ingeniero que se une a un grupo de personas con un objetivo claro: asaltar la cámara acorazada del Banco de España y llevarse el tesoro de Francis Drake que está ahí dentro. Aprovechando que España juega la final del Mundial de Fútbol de Sudáfrica y que los ojos de todos los ciudadanos estarán puestos en las pantallas, los ladrones se preparan para ejecutar el plan lo antes posible.
El objetivo de Balagueró era que el rodaje fuese lo más real posible. Recurrir al croma era inevitable, pero los lugares clave de la acción fueron creados específicamente para la producción. "Había una construcción mastodóntica de esa cámara. La cámara existía físicamente, se inundaba físicamente con el agua... El foso, el puente... Todo eso lo construimos", cuenta Balagueró en una entrevista con SensaCine. Eso sí, nada de lo que aparece en la película es una réplica de la de verdad. "No estábamos interesados en la cámara real, lo que queríamos era reinventar ese universo con el sentido de película de aventuras y jugando con la leyenda que existe en torno a esa cámara acorazada y el misterio de su seguridad", aclara el director en su encuentro con la prensa.
Inventado o no, lo que consiguieron en el rodaje fue una sensación de espectacularidad que impactó en los actores -y seguramente lo hará en los espectadores en su estreno-. "Había mucha agua real. Me sorprendió lo potente que era. Dijeron ‘ok, vamos a llenarlo poco a poco’ y no fue lento. Eran unos chorros de agua enorme. No tuvimos que actuar demasiado porque simplemente era aguantar lo mejor que pudieses", explica Freddie Highmore en una entrevista a este medio.
Sam Riley, actor que interpreta al experto buceador del grupo de ladrones, lo vivió de manera diferente. Highmore era el 'amateur' del grupo, por lo que no tenía que interpretar a un expero, pero Riley sí. "Tenía que parecer que yo sabía lo que estaba haciendo", cuenta el actor, que alcanzó un nivel de buceo muy bueno a base de entrenar para la cinta. "Nunca lo había hecho. En secreto, me ha encantado hacerlo. Siempre ha sido un sueño poder vestirme todo de negro y escalar por las ventanas y ser como James Bond, o algo parecido".
Luis Tosar: "En el cine español cada vez somos más pacatos y menos gamberros"Otro de los retos de Way Down fue recrear las masas de gente que el 11 de julio de 2010 invadieron las calles para ver jugar a la selección de fútbol. Las escenas se rodaron en 2019, antes de la pandemia, pero eso no resta dificultad al hecho de reunir a miles de extras en el centro de Madrid.
Hubo que rodar ahí durante 12 horas y el máximo de planos posibles para luego conseguir recrear ese festival de la forma más impresionante y parecida a la realidad de lo que fue. Es un trabajo de postproducción muy importante y que hay que diseñar muy bien", señala Balagueró.
Highmore, que tuvo que moverse entre esa enorme aglomeración de gente, lo recuerda como "una locura" y agradece a la ciudad que les dejasen hacerlo realidad. "Estábamos muy agradecidos, claro, con Madrid, con la ciudad, por permitirnos hacerlo, pero era una auténtica locura. El acceso que pudimos tener y poder recrear ese momento fue muy especial".
La película es una coproducción internacional, con actores españoles y británicos, por lo que otro conflicto era hacerse entender en el set. "Los momentos más divertidos eran cuando Jaume quería que Axel Stein [que es alemán] hiciera algo, así que Jaume se lo decía en español a Freddie, Freddie me lo decía en inglés y yo, como he vivido en Alemania, se lo decía en alemán a Axel", dice entre risas Sam Riley.
Una mezcla de culturas, lenguas y personalidades que funcionó a la perfección. "Había una convivencia de idiomas en el rodaje que era muy interesante. Se hablaba español, inglés, francés, incluso alemán, catalán... Todo convivía de una forma muy natural y todo el mundo se entendía muy bien y todos disfrutamos mucho", explica Balagueró, que ha calificado el rodaje de la cinta como unas de las mejores semanas de su vida.
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