En 2003, Tom Hardy, el mismo que décadas más tarde sería Eddie Brock en Venom, Alfie Solomons en Peaky Blinders y James Keziah Delaney en Taboo, colapsó en mitad de una calle de Londres y despertó cubierto en vómito y sangre. Fue su señal de alarma para pedir ayuda después de varios años de adicción a la droga y el alcohol. En ese momento, trabajar con Christopher Nolan y estar nominado al Oscar no aparecía ni en sus mejores sueños, pero lo ha conseguido.
Con 15 años se enfrentó a una condena en prisión tras ser capturado en un Mercedes robado y en posesión de un arma. Los años posteriores fueron un círculo interminable de adicción al crack y el alcohol."No quería que nadie supiese que estaba fuera de control, pero no podía esconderlo. Al final, el cuerpo se rinde. Estaba totalmente roto. Tuve suerte de que no cogí hepatitis o SIDA", revelaba Hardy a Daily Mirror en 2014.
El suceso en Old Compton Street en 2003 le abrió los ojos y entró en rehabilitación. "Entré pensando que sería temporal y que podría volver a salir a tomar algo y que la gente me perdonaría. Pero hice mis 28 días y, después de escuchar a personas que habían pasado por algo similar, me dí cuenta de que tenía un problema", confiesa el actor. Así comenzó su limpieza y recuperación.
Pronto empezó a trabajar para producciones de la BBC y, unos años después, en 2008, estaba trabajando con Guy Ritchie en RocknRolla y dando vida al prisionero más violento de Reino Unido, Charles Bronson, en Bronson, un papel que sigue siendo muy aplaudido. A pesar de sus problemas, su talento siempre ha estado ahí y ha ganado premios desde el comienzo de su carrera.
En 2003, los Evening Standard Theatre Awards -los premios del West End de Londres- le nombraron el Mejor actor revelación del año. También fue nominado en la misma categoría en los Laurence Olivier Award ese mismo año. Hardy gustaba y sigue gustando. Actualmente, es considerado uno de los mejores intérpretes de la industria y es valorado tanto por la crítica como por el público, pero su pasado oscuro no deja de perseguirlo.
Me encanta lo que hago, pero está conducido por el miedo a no poder hacerlo. Es lo mismo que ocurre con la bebida. Si dejo de beber, ¿quién soy? ¿Qué tengo? Tengo que vigilarlo
"No importa lo bien que lo haga, estoy muy cerca de arruinarlo", contaba en su encuentro con Daily Mirror. No es el primero que sufre el síndrome del impostor, ese por el cual las personas exitosas son incapaces de asimilar sus logros. Penélope Cruz reconocía en una entrevista con Pablo Motos que en cada nuevo rodaje piensa que la van a despedir. "Siempre estás muerto de miedo al llegar. El primer día te juro que siempre creo que me van a echar. Creo que es sano tenerlo [el síndrome del impostor] en trabajos así", contaba la actriz española.
El caso de Hardy es diferente, claro. Esconde un pasado de adicciones y el miedo crónico. "Solo soy un tipo asustado", añade, "Todo me asusta. No tener el control, no saber, la anticipación, esperar que algo malo pase. El miedo en sí mismo. Estoy en una buena situación ahora, pero siempre puedo encontrar algo sobre lo que quejarme, incluso cuando estoy sentado en un pedestal".
Los fans podrán seguir disfrutando de él en la temporada 2 de Taboo. Cuatro años después del estreno de la primera entrega y de la renovación oficial, el estudio anunció que seguía adelante. Seis de los ocho episodios ya están escritos y solo es cuestión de coordinar agendas, que tampoco parece pan comido.
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