Una millonaria excéntrica cabreada; una adivina enloquecida; y dos sicarios de pueblo reunidos en un bar. Podrían parecer el comienzo de una opereta cómica, o incluso un chiste malo. Pero son los ingredientes con los que se gestó uno de los crímenes más sonados de la alta sociedad italiana que acabó con Maurizio Gucci, el heredero del clan que creó la marca de lujo Gucci. Y es la historia que fascinó a Ridley Scott desde la primera vez que la escuchó y decidió, allá por 2006, que haría una película. Hoy La Casa Gucci se estrena en los cines con un elenco espectacular - Lady Gaga, Adam Driver, Salma Hajek, Jeremy Irons, Jared Leto, Al Pacino- . Te contamos la historia real tras este oscuro cuento de hadas, los verdaderos motivos del crimen que Ridley Scott no cuenta en la película, y cómo los Gucci dejaron de controlar su propio imperio.
Cuando Patrizia Reggiani abondonó la cárcel a los 67 años, tras pasar encerrada los últimos 16 de su vida por haber encargado el asesinato de su ex marido Maurizio Gucci, lo primero que hizo fue irse de compras. Enjoyada, con gafas de artista de Hollywood y un guacamayo al hombro se paseó por la calle más elegante de Milán, haciendo las delicias de los paparazzis, desoyendo las peticiones de discrección que le habían hecho del departamento de la libertad condicional.
Días antes cuando unos periodistas de la televisión le abordaron por la calle y le preguntaron por qué había contratado un sicario, ella, que durante todos estos años había asegurado ser inocente, contestó "Es que no tengo tan buena vista". Estas dos anécdotas que recoge en el diario The Guardian Abigail Haworth en la única entrevista que Patrizia Reggiani realizó en muchos años, ilustran a la perfección a este personaje fascinante que ha inspirado la última película de Ridley Scott.
Quizá esa fascinación que despierta la mujer condenada por asesinar al heredero del clan Gucci ayude a entender por qué Lady Gaga pasó meses preparándose un papel que ni siquiera había conseguido. Y la actriz quedó prendad de un personaje con una historia tan grotesca que parecía irreal. Un personaje que en la entrevista de The Guardian se refiere a la cárcel de San Vittore como La Residencia San Vittore, y que convivió durante su reclusión con un hurón, como mascota.
Ridley Scott: "Lady Gaga es la actriz más preparada de todas con las que he trabajado"Reggiani era hija de una camarera y un camionero. Su padre habia hecho mucho dinero al crear una empresa de transporte por carretera, algo que en la Italia de los años 60 y 70 era imposible realizar si no se tenían lazos con la mafia. A Maurizio Gucci lo conoció en una fiesta sin saber si quiera con quién estaba hablando. "Nos enamoramos. Para él fui diferente y emocionante", dijo a The Guardian.
Se casaron a los 24 años. Pero los Gucci de entrada no la consideraron suficiente para el clan. Así que Maurizio rompió con su familia, y fue acogido por los Reggiani. Ella, sin embargo, peleó para que Maurizio volviera al redil, le asesoró con gran éxito en sus primeros proyectos con la marca y fue la gran artífice de algunos de los éxitos de la marca. Se consideró incluso más Gucci que la propia familia. Incluso en 2014, tras salir de prisión le aseguró al diario La Repubblica, que iba a tratar de volver a la compañía "me necesitan", dijo en una entrevista al diario italiano.
Pero ya no había ni rastro de la familia Gucci en la marca, así que tuvo que conformarse con trabajar como asesora en Bozart, una línea de bisutería italiana durante los dos primeros años de su libertad condicional. Y fue casi con resignación, ya que le habían ofrecido salir de la cárcel dos años antes a cambio de que buscara un empleo y prefirió continuar en la prisión, porque según dijo en su momento: "No he trabajado nunca y no lo voy a hacer ahora".
¿Cómo se convirtió en Lady Gucci?
El acercamiento a los Gucci fue con el nacimiento de su primera hija. Maurizio (Adam Driver en el film) se reconcilió con su padre Rodolfo (Jeremy Irons en la película) y después llegó la opulencia, las mansiones por medio mundo, los yates y los paseos con su chófer con Jackie Onassis y su hija por Nueva York.
Pero según cuenta en The Guardian, el cuento de hadas comenzó a demoronarse con la muerte de Rodolfo, el padre de Maurizio en 1983. Él heredó la mitad de la compañía, según Reggiani dejó de escucharla como asesora en los negocios, y entonces empezaron la guerra con su primo y su tío. Una lucha fraticida que acabó con la traición del que había sido el abogado y asesor de la familia para hacerse con el control de Gucci. Éste tramó un plan que acabó fonzando a Maurizio en 1993 a vender su participación en el negocio familiar después de que él hubiera traicionado previamente al resto de su familia. Ridley Scott explica a SensaCine que lo que le fascinó de la historia de los Gucci, fue precisamente esa historia de autodestrucción en la que al estilo de las dinastías italianas del siglo XV como Los Borgia o los Médíci acabaran autodestruyéndose. "Estaba muy enfadada con Maurizio, sobre todo por perder el negocio familiar. Fue estúpido. Fue un fracaso", aseguró después Reggiani.
El crimen
A Maurizio Gucci le dispararon dos años después en la puerta de su oficina. Fue una mañana de primavera en marzo de 1995 en la puerta de su oficina en Via Palestra. Había planeado casarse con su nueva pareja, Paola Franzi, con la que vivía desde hacía 5 años y a los que según ésta Reggiani les espiaba y llamaba constantemente para amenazarle y si no contestaba al teléfono le enviaba cintas grabadas como frases como "el infierno para tí esá cerca", como se supo durante el juicio. "Le insistí en varias ocasiones para que contratara un guardaespaldas pero nunca quiso", dijo Franzi a The Guardian.
Al morir antes de la boda, Franzi desaparecía como heredera y las únicas herederas de su fortuna fueron las hijas de Reggiani, que ahora tienen más de 30 años. Además de los 120 millones de euros de la venta de su compañía, heredaron los yates y las propiedades en Nueva York, Saint Moritz y Milán.
El verdadero motivo del asesinato
Pero más allá de los celos y el rencor, quien dio la clave en el juicio del verdadero motivo de Reggini para matar a su ex marido fue la adivina, y mejor amiga de Reggiani en sus épocas de alta socialité, Pina Auriemma (en la película interpretada por Salma Hayek). Auriemma confesó en el juicio que fue ella quien consiguió el sicario para Reggiani, y que Patrizia encargó el asesinato porque no podía soportar la idea de que otra mujer la sustituyera como Lady Gucci. Y además explicó qie temía que sus hijas perdieran parte de la herencia de su padre si Maurizio llegaba a casarse con su nueva pareja y tenían hijos. Por eso tenía que cometer el crimen antes de la boda.
Al día siguiente de la muerte de Maurizio, a Paola Franzi le llegó la orden de desalojo del palacete que compartía con Maurizio. La orden fue solicitada tres horas después de la muerte del heredero de los Gucci. Aquella se convirtió en la casa de Reggiani y sus hijas los dos años siguientes.
Pero cuando contratas a un sicario de poca monta -ninguno de los implicados había matado antes a nadie-, los riesgos se elevan a la enésima potencia. O al menos eso le ocurrió a Patrizia.
Tras dos años de investigaciones en las que la policía no pudo vincularla directamente con el crimen, uno de los hombres que se encargó de matar a Maurizio Gucci alardeó del asesinato ante la persona equivocada. Éste lo denunció a la policía, y los carabinieri - que hasta entonces investigaban la línea de un complot internacional relacionado con la venta de la marca- trazaron un plan para capturar a Reggiani y sus cuatro cómplices: el sicario, el conductor, la amiga de Pina Auriemma que le puso en contacto con los sicarios, Pina Auriemma y Patrizia Reggiani. Les forzaron a hablar sobre el crimen usando teléfonos intervenidos, y así lograron las pruebas necesarias.
Hoy Reggiani tiene 72 años, vive alejada de sus hijas Alessandra y Allegra Gucci, que residen en Suiza disfrutando de la fortuna que heredaron, y su madre Patrizia ni siquiera ha conocido a sus nietos. Cuando su madre salió de prisión sus hijas trataron sin éxito de retirarle la pensión que Maurizio le prometió, no lo lograron. Así, Reggiani aún cobra la pensión del hombre al que mató 1 millón de euros anuales, como establecía su acuerdo de divorcio y un juez ratificó en 2017. Brillante e irónico final para semejante opereta.