El páramo es la nueva película de terror de Netflix, sí, pero también puede servir como cuento fantástico y, sobre todo, como una metáfora sobre los miedos y la soledad. Lo que ha hecho David Casademunt es muchas cosas al mismo tiempo. "David me habló de lo que quería hacer, que no era una película de terror. Para mí es un cuento fantástico y un thriller psicológico", dice Inma Cuesta, protagonista del relato, en una entrevista con SensaCine. Lo que propone el cineasta es una cinta en la que el paisaje refleja el estado de los personajes y muestra el viaje a la locura de Lucía.
Cuesta viene de ser una de las reinas de la comedia -por ejemplo, como protagonista de Tres bodas de más- y con El páramo consigue un sueño que tenía desde pequeña: trabajar en una cinta de terror. Curiosamente, en apenas unos meses, ha participado en Historias para no dormir, el 'remake' de la terroríficamente cercana serie de Chicho Ibañez Serrador, y en esta producción de Netflix. "Recuerdo la primera vez que me dieron la oportundidad de hacer comedia, cuando venía de hacer el drama más absoluto, a mí se me abrió el mundo. Ahora me han abierto la puerta el género fantástico y de terror y me encantaría seguir haciéndolo, igual que me encantaría hacer muchas otras cosas. La imaginación no debería tener límites y yo soy muy imaginativa", asegura la intérprete.
La película se centra en una mujer y su hijo que, tras la marcha del padre, viven aislados en un paraje llano en el que casi no hay vida. Su tranquilidad se ve trastocada por la visita de una misteriosa y violenta criatura que les pone a prueba.
Esa bestia, para mí, es ella misma. Es el miedo, es el vértigo al vacío, a la soledad... Me pareció muy interesante toda esa metáfora que hace David a través de esa bestia", continúa Cuesta
El personaje de Lucía supuso un reto para la actriz. Del mismo modo que la atraía profundamente, le aterraba. "Adentrarme en la locura es algo que siempre me ha asustado mucho, muchísimo. Transitar por ahí era algo, para mí, muy complejo. Me sentía protegida pero es un lugar muy delicado. Saco mi aprendizaje de todo eso también", asegura.
A su lado está Asier Flores, un actor que a sus 11 años puede presumir de haber rodado con Pedro Almodóvar -era Salvador de niño en Dolor y Gloria- y de destacar en un reparto compuesto por dos grandes nombres del cine español, como son Inma Cuesta y Roberto Álamo. Él tenía justo lo que Casademunt andaba buscando: una gran vida interior. "El personaje de Diego empieza siendo muy pasivo porque es la historia de un niño que crece a través del trauma y del miedo. Eso fue un problema en muchas fases del guion porque tenemos una primera mitad de la película cuyo protagonista hace poco. Solo reacciona. Para mí fue clave encontrar un actor como es Asier Flores, que tiene una energía y una vida brutal", dice el realizador.
Flores no se sentía intimidado en el rodaje. El actor dejó brotar su imaginación e improvisó, dejando al equipo con la boca abierta. "En una escena, estaban Asier e Inma cepillando un caballo. De repente, Asier posó su cabeza sobre el caballo y lo abrazó. Eso fue muy bonito. Lo improvisó. Aportó muchos de estos pequeños detalles", recuerda el director.
Festival de Sitges Día 3: Apocalipsis 'Mad God'Además de Lucía, Diego y el padre, la película tiene un cuarto protagonista: el paisaje. David Casademunt deja que las imágenes cuenten la historia y pone el acento en el ambiente que rodea a los personajes. Ese paisaje desolado en el que viven, refleja por lo que están pasando y es importante prestarle atención. "El espacio habla durante todo el rato del drama interior de los personajes. El páramo y la propia casa. También la distribución de esa casa, el material con el que está hecha... Todo responde al viaje emocional de Diego, porque la película está explicada desde sus ojos y sus emociones", señala el director.
Para ello, han tirado de referentes y, sin pensarlo, les ha salido un thriller psicológico con toques de 'western' que da como resultado una película peculiar en nuestra industria. "No fuimos conscientes de que estábamos haciendo un western. Durante los cinco años de escritura, teníamos presente el horror, el thriller, el drama, el suspense psicológico, pero nunca salió de nuestra boca -de los tres guionistas- la palabra 'western".
En los tres primeros meses de pandemia, que fue cuando empecé a dibujar la película de forma obsesiva, de repente empiezo a construir el imaginario visual y digo '¡Hostia, que hemos escrito un western!'. Fue así como me dí cuenta, desde el imaginario visual", confiesa Casademunt
Para construir la cinta, David Casademunt, así como los otros dos guionistas, Fran Menchón y Martí Lucas, recurrieron constantemente a sus directores favoritos. De este modo, aunque no de manera indirecta, el cine de Polanski, el de Shyamalan, La diligencia -de John Ford- y hasta la novela La plaça del Diamant, de Mercè Rodoreda, ayudaron a dar forma al relato.
"Al hacer la película hemos recurrido constantemente a nuestros directores favoritos. Muchas veces, para desencallar momentos de la escritura nos preguntábamos: '¿Qué haría aquí Polanski? ¿Qué haría Shyamalan aquí?'. Hubo un momento en que estábamos muy encallados en el tercer acto y nos pusimos la escena final de La semilla del diablo. Eso nos alimentó de creatividad. A nivel personal, sobre cómo construir el imaginario de la película, he recurrido a mis referentes constantemente", dice el realizador.
El páramo estará disponible en Netflix a partir del 6 de enero.
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