Un brigadista de la Guerra Civil aficinado al mentalismo y la magia, y un alcohólico dispuesto a todo para poder recibir su dosis, son algunos de los ingredientes de la historia en la que Guillermo del Toro se inspiró para crear El Callejón de las almas perdidas. La película de cine 'noir' está ya disponible en Disney+ sin coste adicional y cuenta con Cate Blanchett y Bradley Cooper como protagonistas. Aunque parezca increíble la oscura historia de ferias y mentiras que traza el director mexicano en su último proyecto, el largometraje hunde sus raíces en la España profunda de los años 30.
Y es a aquel paisaje desolador de la Guerra Civil al que viajó desde EEUU un joven William Lindsay Gresham que ni siquiera había cumplido los 30 años para unirse a las brigadas internacionales del bando Republicano. Fue en medio de la guerra cuando conoció a Joseph Daniel "Doc" Halliday, también voluntario y con quien trabajaba en asistencia sanitaria de los heridos. Ambos estaban fascinados con el universo de las ferias ambulantes, Doc había trabajado en algunas de ellas, y Gresham había sido asistente de agunos espectáculos en la de Coney Island cuando apenas era un niño.
Durante su tiempo en el frente, Doc y William compartieron historias espeluznantes, Doc incluso había trabajado en varias de esas ferias, en España.
En ellas eran habituales los espectáculos en los que se usaban animales vivos como serpientes o gallinas, a las que liberaban para que un supuesto monstruo-humano los devorara en público. En realidad el monstruo solo era un adicto, normalmente al alcohol o a los derivados del opio, que al regresar de la guerra, había encontrado en esta forma de vida una salida para su adicción.
Estos shows, que en inglés de denominaban 'geek' (que significa adicto) se celebraban tanto en España, como en EEUU. Eran uno de los espectáculos más populares de la época en las ferias ambulantes, aunque en algunos lugares tanto en España como en EEUU estaban oficialmente prohibidas.
Y esa poderosa imagen de la desesperación humana, de un alcohólico dispuesto a devorar a una gallina viva o una serpiente a cambio de su chute de alcohol fue el detonante de la novela sobre el descenso a los infiernos de un mentalista, inspirada en su propia vida, que William Lindsay Gresham escribiría a su regreso a EEUU. La novela fue un éxito, poco después se convertiría también en película El Callejón de las almas perdidas, y contó entre su elenco con actores como Tyrone Power.
La versión de Guillermo Del Toro, que ha llegado ahora a los cines, vuelve a los orígenes de la novela y también muestra los espectáculos geek, que tanto el director como la guionista Kim Morgan investigaron para poder escribir su versión de la historia.
La película se sumerge en la vida invisible de la feria donde Stanton Carlisle aprende las excéntricas tradiciones de las ferias ambulantes, hasta conseguir su propio espectáculo como mentalista, como hizo también el autor de la novela en la vida real. Eso le abrirá las puertas a la alta sociedad neoyorquina, pero cuando parece que lo ha conseguido todo, nunca es suficiente.
Del Toro y la guionista Kim Morgan explican en las notas de producción de la película que esos espectáculos era el mayor atractivo de una feria y lo más lucrativo.
Era importante que esta película estuviera ambientada justo después de la Primera Guerra Mundial, porque en ese momento muchos hombres regresaban de la guerra con adicciones”, explica del Toro.
“Algunos de esos adictos que se convirtieron en geeks estaban dispuestos a comer animales vivos a cambio de su sustancia favorita”. En la jerarquía de la feria, el geek era el más bajo en la pirámide social, vilipendiado y compadecido incluso por los mismos feriantes. "El 'geek' surge de los callejones más siniestros en la oscuridad de la noche y es todo lo que Stanton teme ser", explica el director.
'El callejón de las almas perdidas'. Guillermo del Toro: "El cine negro surge cuando EEUU se cuestiona a sí mismo"La oscuridad del alma
En una era anterior a la televisión, las ferias y circos ambulantes representaban la forma de entretenimiento de las masas. Transformaban el terreno embarrado de pueblos perdidos en medio de la nada en un lugar para soñar, desconcertar y provocar con trucos, o monstruosidades y permitían evadirse por unas horas de la vida tan dura que llevaban sus habitantes e iluminarlas con un poco de magia.
Aunque ofrecían al público cuentos de hadas atractivos, debajo de los colores brillantes, y las lentejuelas, los artistas también sufrían explotación y situaciones inhumanas. Pero también eran comunidades alternativas para los desheredados, extrafalarios, enfermos mentale so discapacitados, que de otro modo se hubieran quedado al margen de la sociedad.
A del Toro le cautivó ese mundo de contrastes humanos y quiso profundizar más. “La feria es una sociedad hermética increíblemente unida. Es un lugar donde la gente guarda sus secretos y donde muchos se refugian para huir de una vida delictiva o tienen un pasado que quieren dejar atrás. Sin embargo, forman una sociedad fuerte. Es casi como un microcosmos del mundo. Todo el mundo está ahí para estafar a todo el mundo. Pero al mismo tiempo, saben que se necesitan y se protegen”.
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