Japón es un país famoso internacionalmente por los animes que adaptan sus populares mangas, que causan furor en el país nipón y más allá de sus fronteras. Aún tratándose de productos de animación, por todos es conocido que la mayoría de ellos son de contenido adulto y no apto para niños. Algunos son tan extremos que, directamente, no deben verlos personas con estómagos ni almas sensibles. Por eso, es curioso el caso de una cinta de animación del año 1992 que fue secuestrada por el gobierno de allí y con todas sus copias quemadas. Viniendo del país que nos ha dado cosas como El puño de la Estrella del Norte o Urotsukidôji. La leyenda del señor del mal, sorprende conocer una historia así. Estamos hablando de Midori: La niña de las camelias, cinta de Hiroshi Harada que adapta una obra del controvertido Suehiro Maruo.
El sueño de un cineasta
Viajamos al Japón de finales de los años 80. Allí un joven animador llamado Hiroshi Harada, que ha trabajado como animador en películas como Doraemon: Nobita's Great Adventure into the Underworld y había realizado varios cortometrajes, tenía entre ceja y ceja adaptar al anime uno de los títulos más controvertidas del manga japonés: Midori: La niña de las camelias, obra del autor Suehiro Maruo que a su vez se inspira en una leyenda popular nipona de finales del siglo XIX, que tuvo gran repercusión en la época gracias a su representación en el teatro. Ninguna productora quería encargarse del proyecto y todos los ejecutivos comprendieron que era demasiado arriesgado llevar esta historia a la gran pantalla. Por lo que Harada, tuvo que encargarse prácticamente de todos los detalles de la producción y hacerse cargo de casi todo: trabajando los fotogramas uno por uno y dibujando casi cinco mil planos, para un filme de apenas 54 minutos. Tardó la friolera de 5 años en finalizar la producción.
Todo este halo maldito que rodeaba a la obra le otorgó un carácter 'underground', ampliado por lo paupérrimo de la animación del filme y lo simplista de su doblaje y banda sonora, que -además- otorga a la cinta un tono mucho más inquietante y sombrío. Finalmente, en 1992 Harada vió su obra -que se había convertido en una auténtica obsesión para él- terminada. Tras verla por primera vez el Eiga Rinri Kikō -órgano que regula la calificación por edades- sus miembros quedaron horrorizados, por lo que escalaron el caso a sus superiores. Por el contenido de sus imágenes -y a pesar de tratarse de una obra de animación- el gobierno mandó destruir todas las copias de la película, dando al traste con el sueño de su director que tanto empeño había puesto en sacarla en adelante.
En los primeros años de Internet se hablaba de ella en los foros de anime como una leyenda urbana, que muchos tildaron de falso mito. Lo que desconocían es que Hiroshi Harada se había guardado en secreto una copia de la misma. El animador se había visto relegado casi al ostracismo e incluso tuvo que firmar los cortometrajes que dirigió después bajo pseudónimo, por miedo a algún tipo de represalia. Sin embargo, en el año 2006 (14 años después de que estuviese finalizada) el director permitió a una distribuidora francesa editar un un DVD con una versión editada de 48 minutos, que es la que a día de hoy puede encontrarse con facilidad en Internet. Es considerada por los fans del ‘Eroguro’ como el gran anime de este género 'underground', nacido en el País del Sol Naciente. ¿Pero en qué consiste el eroguro?
'Eroguro': Una mezcla grotesca de horror y erotismo
El autor de Midori: La niña de las camelias, es uno de los grandes referentes del género 'Eroguro' en cuanto a manga se refiere, y la película animada de 1992 es una de las máximas expresiones cinematográficas del mismo. El 'Eroguro nansensu' es un movimiento cultural que tiene su raíz etimológica en las palabras: erotismo (ero), grotesco (guro) y sinsentido (nansensu del non sense). Fue un movimiento que se desarrolló durante los años de entreguerras en Japón cultivado por jóvenes urbanitas, artistas bohemios y otros pobladores de la subcultura nipona.
Según Antonio Ávila, redactor de la web especializada Ramen para dos y especialista en manga y anime:
El 'Eroguro' es uno de los géneros más rompedores del mundo del manga. Uno de los más alternativos por su temática, que no deja indiferente a nadie y no es para todo el mundo. No es sólo porque sea para adultos, sino porque el público tiene que tener muy claro que se va a enfrentar a una obra muy extrema. Si hubiera que definir a sus consumidores serían muy de nicho. Lo que más impresiona de estas obras es su mezcla de gore y sexo.
A pesar de no ser 'Eroguro' como tal, el género no podría entenderse sin la obra de Tsukioka Yoshitoshi del llamado periodo Edo en el arte en Japón. Sus representaciones sexuales y violentas, derivadas de una infancia complicada vivida durante periodos de sangrientas guerras, son el primer ejemplo de esa mezcla grotesca y erótica que poblaría el 'Eroguro' posterior.
"Curiosamente, estos autores tienen mucha más fama fuera de Japón que dentro del propio país. Allí, el fenómeno es mucho más 'underground'. Muchas veces los autores se tienen que autoeditar o publicar sus obras en diversos fanzines. Sin embargo, en Estados Unidos y Europa es mucho más reconocido" afirma Antonio Ávila que también trabaja en la conocida tienda de Madrid Otaku Center.
En la tienda tenemos ediciones muy buenas y cuidadas de Suehiro Maruo, Shintaro Kago o Kazuo Umezu, y se pueden encontrar prácticamente en cualquier lugar, por lo que aquí -pese a ser algo contracultural- está a la vista de todos. En Japón se consume pero es algo más íntimo, no se presume de ello como puede suceder con el género Shonen.
Una película que rompió esquemas
Debido a lo violento, desagradable, inquietante y grotesco de sus imágenes, Midori: La niña de las camelias fue censurada, pero también se puede considerar valiente por ser la primera película que adaptó una de las obras referentes del máximo exponente del género 'Eroguro'. Hay algunas obras del llamado Hentai (el anime de alto contenido sexual y erótico) de carácter muy extremo pero, sin duda, la obra ideada por Suehiro Maruo va más allá.
Hay obras como Urotsukidôji (que tuvo su adaptación en varias OVAS en anime a comienzos de los 90) que están cerca del eroguro, pero no se consideran como tal. Son animes que pueden causar un gran impacto en el espectador, pero que están lejos de lo extremo de la obra de Maruo. El eroguro tiene también gran carga de sarcasmo, comedia negra, crítica social que no la tienen este tipo de hentais violentos. Es un género que no se corta en experimentar a la hora de narrar y se presta a ser visto desde varias perspectivas
Nos comenta Antonio Ávila sobre si hay algún anime que pueda acercarse al rodado por Hiroshi Harada. Y ahí es donde reside la diferencia entre Midori: La niña de las camelias y otros animes gore: su violencia puede ser impactante, cruel, bizarra y extremadamente desagradable. Pero en el fondo hay una pretensión artística: la obra de Maruo está cargada de simbolismo y de reflexiones filosóficas que la acercan a la obra de autores filosóficos como Philipp Mainländer. Considerado uno de los máximos exponentes en Alemania del pesimismo radical como movimiento, tuvo gran influencia en la biografía de Friedrich Nietzsche (aunque este era mucho más vitalista), y fue uno de los grandes seguidores de Arthur Schopenhauer. Defendía que la historia universal en clave moral estaba definida por la necesidad del sufrimiento, y acabó suicidándose a los 34 años. Gran parte de este pensamiento está en la obra de Maruo, que se ceba con su protagonista hasta extremos despiadados.
Pero no sólo hay un poso filósofico en las imágenes de tortura, vejaciones y sufrimiento que vemos en Midori: La niña de las camelias, también como en el propio título Maruo llena su obra de simbolismos referentes a las flores. En el país nipón la botánica es tomada como un arte más y allí, la camelia del título del filme es tomada como un presagio de muerte. Pero no sólo ésta; la flor del cerezo también aparece recurrentemente a lo largo del largometraje; en la cultura del País del Sol naciente esta flor significa lo efímero y fugaz de la vida (florece sólo una vez al año). El filme está plagado de alegorías florales. El filme está plagado de escenas poéticas en las que también se represnta, por ejemplo, la poca felicidad alcanzada por Midori a través de las flores de color amarillo.
Un argumento grotesco pero también cargado de simbolismo y onirismo
Midori: La niña de las camelias arranca con varias imágenes de grabados de yokais (seres demoníacos o espectros del folclore japonés), a los que siguen perturbadores trucos de un circo ambulante. La voz en 'off' de la protagonista ya nos prepara para lo que vamos a ver: "Sueños de magnolias del primer trimestre. Girasol del segundo trimestre… Todas mis flores se han marchitado". La joven con una madre enferma y un padre ausente se ve obligada a vender flores en la calle para poder salir adelante, y dejar atrás sus sueños e ilusiones. Un hombre, de aparentes buenas intenciones, le compra todas las camelias y le dice que si algún día tiene problemas puede acudir a verle. Al regresar a casa, descubre horrorizada que su madre ha muerto de la manera más horrible y que las vecinas murmuran sobre lo siniestro de lo sucedido. Para escapar de su pesadilla, decidirá acudir al hombre que le tendió su mano, sin saber que su tragedia vital comenzaría realmente en ese momento.
El hombre resulta ser el propietario sin escrúpulos de un circo lleno de tullidos, deformes y personas de lo más bizarro. Estos variopintos personajes la someterán a todo tipo de vejaciones y humillaciones. Entre otras cosas, la invitarán a unirse a un trío sexual, matarán a unos cachorros que la niña esconde y los servirán de comida, la golpearán en repetidas ocasiones e incluso uno de ellos la violará. Todo este durísimo y trágico tramo del filme no hace referencia sino a a la obsesión del autor Suehiro Maruo por los personajes que viven en una soledad terrible: unos jóvenes que han de enfrentarse a un mundo terrible y cruel que los engullirá y les conducirá a la locura en más de una ocasión. Hay que apuntar que el director Hiroshi Harada sufrió abusos de sus compañeros de colegio durante su infancia.
Todo cambiará para Midori con la llegada al circo de una persona de pequeña estatura -al que todos llaman el enano- que tiene una curiosa habilidad: es capaz de meter su cuerpo dentro de una botella de cristal. Pese a la enorme diferencia de edad entre ambos, el hombre se mostrará bondadoso con Midori y conquistará su herido corazón. Será cuando el director y autor pongan en jaque una vez más la moral del espectador: ya que aunque la joven sea feliz -por primera vez en toda la película la vemos reír y disfrutar- gracias al cariño y detalles mostrados por el personaje, no deja de ser una relación pedófila entre un hombre de más de 50 años con una menor de edad.
Este nuevo miembro del circo se ha convertido en la sensación entre el público que asiste a ver las aberraciones y trucos de sus miembros. Sin embargo, no todo es de color de rosa y comienza a demostrar un carácter bastante intransigente, teniendo una actitud tóxica y muy posesiva con la niña con la que mantiene un romance. Llega a un punto en el que acaba con la vida de uno de los tullidos del circo, el cual violó a Midori en el pasado. Su lado más oscuro se descubre cuando el enano saca a la luza una poderosa magia proveniente de china que utiliza contra un público al que odia, haciéndoles morir de la manera más dolorosa y desagradable posible. Una de las escenas más oníricas y chocantes del filme.
En el último capítulo del filme vemos cómo la pareja emprende un nuevo viaje, para alejarse del tenebroso circo que ahora está en ruinas. Sin embargo, algo sale mal -como ya presagia la lluvia de flor de cerezo que acompaña todo este poético epílogo- pero lo dejamos sin contar para que el espectador lo descubra. Midori: La niña de las camelias se ha convertido en toda una película de culto en Internet, y no es sólo por lo gore y excesivo de sus escenas, sino también por el simbolismo, la filosofía pesimista y la cantidad de imágenes oníricas que pueblan su metraje. Una cinta sólo apta para valientes, pero que también invita a reflexionar sobre la indefensión de la infancia frente al mundo exterior.
La obra cumbre de Maruo volvió a ser llevada a la pantalla grande en 2016 bajo el título Shōjo Tsubaki, bajo la dirección de la cineasta japonesa Torico. Un 'live action' mucho más descafeinado, que también se acompaña de imágenes animadas en sus momentos más oníricos y surrealistas.