Un paseo por los bajos fondos de la ciudad de Los Ángeles, un misterioso asesinato con un hombre que pudo haberlo cometido o no, y un sagaz abogado que observa todo desde su despacho, localizado en la parte trasera de un coche. Con estas herramientas, Brad Furman crea una intrigante película legal llamada El inocente, protagonizada por Matthew McConaughey y basada en las novelas del genio de la literatura policiaca y criminal, Michael Connelly.
Esos elementos pueden sonarte, ya que las novelas de Connelly son la base para una adaptación en formato serie que ha estrenado ahora Netflix, llamada El abogado del Lincoln. Puede ser su nuevo thriller de éxito, pero tendrá complicado igualar la formidable película de Furman de 2011, que recibió buenas críticas y tuvo un buen paso comercial por salas de cine. Y ahora podemos disfrutarla en la plataforma de Amazon Prime Video.
McConaughey es Michael Haller, un abogado con la peor buena fama -o la mejor mala fama-, capaz de sacar a cualquier criminal de poca monta de la prisión empleando todos los recursos a su disposición, además de su carismática labia. No tiene localización fija, ya que va de un lado a otro resolviendo los casos desde su Lincoln Continental -el vehículo que da título a la novela- en el que ahora circula como pasajero, tras serle asignado un conductor tras tener un accidente por conducir borracho.
Las 59 mejores películas y series que puedes ver en Prime VideoDe repente le llega un caso llamativo, uno gordo. Louis Roulet (Ryan Phillippe), un rico playboy de Beverly Hills, es acusado de asesinar a una prostituta tras una noche de fiesta loca, pero asegura ser inocente por completo. Pero algo no encaja para Haller. ¿Por qué alguien que se podría permitir cualquier ayuda legal con su dinero acude a un abogado cuyo despacho es la parte trasera de un coche? La resolución de este misterio, acompañado de los intrigantes procesos judiciales, son los cimientos sobre los que se sostiene El inocente.
La película lleva bien a pantalla la singular mirada de Connelly hacia los mundos criminales y los rincones oscuros de la ciudad, cargado de mucho descontento y cinismo propio del género negro, y llenando la función de personajes interesantes y llenos de vida incluso aunque salgan sólo una escena. Con un tono de thriller de vieja escuela, contado con eficiencia y sin endulzar nada.
Buena parte del éxito está también en un soberbio Matthew McConaughey en el rol protagonista, regresando por todo lo alto al cine judicial que ya lideró en producciones como Tiempo de matar y, en menor medida, Amistad. El actor consigue jugar de manera estupenda con los claroscuros morales de su personaje, mientras refleja también la frustración ante los laberintos y trampas que el caso le presenta. Un fabuloso trabajo que asentó su inminente ascenso como actor prestigioso en proyectos como Mud, Dallas Buyers Club o True Detective.
Con todas estas piezas, El inocente se vuelve una efectiva y entretenida película legal, aderezada con componentes de cine negro para volverla más intensa. Cine adulto de calidad, sin mayores pretensiones que mantener al espectador intrigado con el suspense y reflejar comportamientos humanos complejos. Es difícil que la serie pueda conseguir ese equilibrio tan fino, que Furman logra en tan sólo dos horas de película.
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