Una película extraordinaria para un artista de otra dimensión. Moonage Daydream, el film tributo a David Bowie que el director Brett Morgen ha estrenado en las Sesiones de medianoche fuera de concurso en el Festival de Cannes, se escapa de las rutinas al uso de los documentales musicales para celebrar la figura del músico que reconfiguró el concepto de estrella del rock.
Al contrario que otros films recientes dedicados a Bowie, el proyecto de Morgen cuenta con el visto bueno de la familia, que ha facilitado al cineasta el acceso a una cantidad ingente y espectacular de material de archivo inédito o poco visto, de fotos familiares a diarios personales pasando por sus obras plásticas, además de contar con infinidad de clips de actuaciones, viajes, entrevistas televisivas, videoclips... Más próxima al videoensayo y al cine experimental que al documental wikipedista, Moonage Daydream propone a través de un torbellino de imágenes y sonido una experiencia inmersiva en la música de Bowie, pero también en su concepción del arte y en su travesía interior para encontrar su lugar en el mundo, además de reflejar el impacto que tuvo en el planeta Tierra.
La película navega por múltiples facetas del cantante: recuerda lo pionero de su concepción de la identidad (sexual, transhumana...) como algo fluctuante y no binario; pone de manifiesto que entendía la práctica artística como un espacio en que generar todo un universo alternativo; señala el papel del hermano mayor como el que le dio a conocer la contracultura; evidencia su conexión con las vanguardias a la hora de experimentar y defender una idea integral del arte sin disciplinas estanco; y repasa la experiencia underground del músico en Berlín junto a Brian Eno, su posterior aceptación del estatus de superestrella en los años ochenta y su replanteamiento de la vida a partir de los noventa...
Cannes Dia 8. David Cronenberg rompe el festival con la bárbara 'Crimes of the Future': Sexo con bisturí, concurso de tumores y Kristen Stewart¡Y cómo suenan los temas musicales! Brett Morgen también ha trabajado a partir de los másteres originales, que ha remezclado el productor habitual de Bowie, Tony Visconti. En el mejor tributo que se puede rendir a un músico, cada canción se escucha en la mejor de las condiciones posibles, además de presentarse interpretaciones menos habituales de temas míticos como Space Oddity, Modern Love o Starman. El visionado de Moonage Daydream se convierte así en una experiencia catedralicia.
Solo hacia el final, la película desprende un tono más evidente de documental oficial, cuando por primera vez se detiene para hablar de su vida amorosa, y en concreto del papel de Iman como figura clave para estabilizar su vida. No hay comentarios sobre otras relaciones del músico ni sobre sus hijos. Tampoco se escarba en los aspectos más oscuros o problemáticos de su figura. Al fin y al cabo, Moonage Daydream es ante todo la celebración del legado de un artista clave de nuestros tiempos.
Eulàlia Iglesias
Los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne son unos fijos de Cannes, festival que los entronizó al otorgarles la Palma de Oro en 1999 -ojo que el presidente del jurado era David Cronenberg- por la magnífica Rosetta. Desde entonces los Dardenne han mantenido tanto el centro de sus argumentos como sus recursos estilísticos fijos (o variando muy poquito) ofreciendo un seguido de películas simétricas (o en rima consonante) cuyo nivel cualitativo nunca baja del notable (y que siempre son presentadas en Cannes). Anotad: El hijo (2002), El niño (2005) -segunda Palma de Oro-, El silencio de Lorna (2008), El niño de la bicicleta (2011), Dos días, una noche (2014), La chica desconocida (2016), El joven Ahmed (2019). Cineastas de clave consciencia social pero sin ser tan machacones y obvios como Ken Loach, su obra posee tan pocas variaciones que casi podríamos estar hablando de que más que cineastas de una gran obra, son cineastas de una única gran película. En esta línea de discurso se haya también, cómo sino, Tori and Lokita, triste historia de dos hermanos inmigrantes en Bélgica que se ven vistos a traficar con droga (y otras vejaciones más graves) para tratar de subsistir, dado que a la hermana mayor no se le conceden ni asilo ni papeles y, por lo tanto, le es imposible tener trabajo. Película dura, concisa, inclemente, tristísima y, a la postre, desalentadora, no es más que una muesca más en el cinturón justiciero de los belgas. Ni más, ni menos.
En un festival que, quitando el descalabro Park-Cronenberg, ha resultado bastante predecible desde el minuto uno, una de las mayores sorpresas que nos hemos llevado nos la ha dado el cineasta (y actor) australiano Thomas M. Wright (Melbourne, 1983). El director ha presentado en Un certain regard la tremenda The Stranger, una muestra tenebrosa de cine criminal, clara heredera del lado más sombrío de David Lynch en Twin Peaks -nada de humor, esto es cosa muy seria- o de la investigación desasosegante de la temporada que más te guste de True Detective. La película cuenta la investigación-trampa, trabajada al ultimísimo detalle, de un grupo de policías australianos encabezados por Joel Edgerton (como policía infiltrado), para detener a un asesino de niños al que da vida un bestial Sean Harris (haga lo que haga Harris: siempre da mal rollo). Con una puesta en escena que privilegia la atmósfera asfixiante y el tormento malsano de sus protagonistas, el thriller se va construyendo a cuentagotas, potenciando la incomodidad de las situaciones con un uso de sonido y música, de nuevo, muy Lynch / Baladamenti. El mundo es un sitio horrible, pero hay gente que lucha por cambiarlo. Si acaba bien o mal, tendréis que acercaros al cine a verla para saberlo.
Alejandro G. Calvo
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