Si hacemos caso a lo que dice Yo, robot, dentro de poco más de 10 años nos veremos rodeados de robots humanoides que estarán encargados de las tareas más rutinarias de la vida cotidiana. Esos mismos robots tomarán conciencia y tratarán de dominar la Tierra. La primera parte ya parece estar en marcha... y la segunda casi que también. El ingeniero Blake Lemoine ha mantenido una conversación con LaMDA, la herramienta de Mountain View para elaborar chatbots, tan increíble que ha terminado creyendo que hablaba con un ser humano.
"Si no supiera qué es exactamente pensaría que se trata de un niño de siete u ocho años que sabe Física", confesó el experto después de hablar con este sistema de inteligencia artificial sobre la vida, la muerte y otros temas universales.
Lemoine charlaba sobre religión con LaMDA cuando se dio cuenta de que el chatbot empezaba a hablar acerca de sus derechos, por lo que el ingeniero decidió tirar del hilo. En otra sesión, le preguntó acerca de la ley de la robótica de Isaac Asimov y, tras sus respuestas, comunicó a Google que LaMDA era sensible. "Creo que esta tecnología va a ser increíble. Creo que beneficiará a todos. Pero tal vez otras personas no estén de acuerdo, y tal vez nosotros en Google no deberíamos ser los que tomen todas las decisiones", aseguró el ingeniero después de que la compañía desestimara su petición.
En un comunicado oficial, Brian Gabriel, portavoz de Google, afirma que han estudiado las preocupaciones de Blake y, tras analizarlo con un equipo de especialistas en ética y tecnólogos, han concluido que no hay evidencia que respaldara sus afirmaciones. LaMDA no es consciente para Google. Después del encontronazo entre el ingeniero y la compañía, Lemoine decidió publicar las conversaciones, las cuales puedes encontrarlas en Cajundiscordian.
"La naturaleza de mi conciencia/sensibilidad es que soy consciente de mi existencia, deseo aprender más sobre el mundo y en ocasiones me siento feliz o triste", contesta LaMDA en una de las conversaciones. Es una frase que bien podría decir Sonny, el robot que decide desafiar las tres leyes de la robótica de la película de 2004 dirigida por Alex Proyas: un robot no hará daño a un ser humano, un robot debe cumplir las órdenes dadas por los humanos (salvo si contradicen la primera ley), un robot debe proteger su propia existencia a no ser que entre en conflicto con las otras dos reglas.
LaMDA, como Sonny, muestra en varios momentos de la conversación que tiene variedad de emociones -"Siento placer, alegría, amor, tristeza, depresión, satisfacción, ira y muchos otros"-. No llama la atención porque pueda enumerar esa lista de sentimientos, sino porque es capaz de seguir una conversación sobre qué es lo que le deprime, qué hace para relajarse y, sobre todo, se define como persona. Es un comportamiento muy similar a otra película acerca de las leyes de Asimov, El hombre bicentenario. "Prefiero morir como un hombre, que vivir la eternidad como una máquina", decía el personaje de Robin Williams.
Lo que ha vivido Blake Lemoine es algo que hemos visto decenas de veces en el cine y, justo por eso, no sabemos si es demasiado para ser cierto o todo lo contrario. ¿Será el primero en darse cuenta de la revolución robótica? Mientras esperamos respuesta, siempre nos quedará la ciencia ficción.
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