Hay anécdotas detrás de las cámaras que, una vez llegan a nuestros oídos, nos hacen ver determinada película de una forma diferente. Sea cual sea el número de veces que la hayamos visto o cuán famosa es la cinta en cuestión. Y la perturbadora historia detrás del traje de uno de los más inolvidables personajes de El mago de Oz, concretamente el del león cobarde, es uno de esos relatos que dejan huella.
Ahora considerada una película de culto, la famosa cinta de 1939 basada en la novela infantil El maravilloso mago de Oz de L. Frank Baum y protagonizada por Judy Garland no fue un gran éxito en taquilla en su día, pero nadie te negará que es pura historia del cine y que su particular estética y sus inolvidables canciones y personajes forman parte de la cultura popular.
En ella, un espantapájaros que solo deseaba un cerebro, un hombre de hojalata que anhelaba un corazón y un león cobarde que tan solo quería tener valor acompañaban a la protagonista en una fantástica aventura por un universo mágico en el que también había varias brujas malvadas y un famoso camino de baldosas amarillas. La historia la recordaremos siempre, pero mucho menos conocidas son el sinfín de anécdotas detrás de las cámaras e preocupantes historias -algunas sin confirmar- surgidas en torno al inolvidable clásico, como que Judy Garland tuvo que soportar ciertos abusos sobre su físico para mantener su cuerpo como el se una niña, aguantar comentarios lascivos e incluso ser abofeteada por uno de los directores. Entonces Hollywood estaba en pañales y no había controles de ningún tipo, por lo que la protección de los involucrados brillaba por su ausencia.
Así, ya antes de las polémicas que surgirían más adelante, el equipo de la película tuvo que enfrentarse a varios retos con los que lidiaron a costa de sus actores. Sin la existencia del CGI, la puesta en escena de una historia de fantasía que albergaba personajes y escenarios imposibles no era precisamente tarea fácil, así que surgieron algunos desafíos importantes como crear el disfraz del Hombre de Hojalata, pero lo que nadie imaginó entonces es que el encargado de llevarlo acabaría estando al borde de la muerte. Tras varios días de rodaje, Buddy Ebsen, el primer actor para el papel, sufrió una reacción al maquillaje y polvo de aluminio que le dejó hospitalizado y en estado crítico. La gravedad de lo ocurrido hizo imposible que volviese al proyecto, así que finalmente fue Jack Haley quien asumió el papel. Afortunadamente, tras lo ocurrido se hicieron algunos cambios en el material usado y Haley corrió mejor suerte, pero también acabaría sufriendo una infección ocular.
La historia tras el traje del Hombre de Hojalata nos pone los ojos como platos, sin duda, pero más loco nos parece aún todo lo que rodea al 'outfit' del león cobarde. Una historia que no terminó con nadie en el hospital pero que sí mantuvo a un actor en condiciones antihigiénicas permanentes durante todo el tiempo que duró el rodaje.
Interpretado por Bert Lahr, el disfraz del león cobarde estaba hecho de piel y pelaje de león real, lo que ya de por sí, en pleno 2022, se percibe como un detalle bastante 'creepy'. Considerado uno de los disfraces más repugnantes de Hollywood, el león cobarde fue uno de los más difíciles, puesto que en los años 30 no se contaba con ciertos avances que ahora hubieran facilitado notablemente la tarea. Para evitar hacer un traje desde cero, al equipo de vestuario se le ocurrió la idea de fabricar el traje de con pieles de león reales y, aunque sobre el papel parecía funcionar, en la práctica se convirtió en una tortura para el intérprete.
Dado que cada león tiene un patrón de pelaje único y el equipo no quería que el hecho de "cambiar de piel" provocase fallos de continuidad en la película, la solución pasó por hacer que Lahr mantuviese el mismo traje durante todo el proceso. Hay que decir que el traje no era muy funcional, puesto que pesaba 40 kilos y no permitía maniobrar bien en las escenas de baile, pero lo peor fue que el grosor de la piel, el peso y las abrasadoras luces del set hacieron que Lahr sudara tanto a diario que el atuendo no tardó en humedecerse y a generar un olor absolutamente nauseabundo. Por no hablar de lo antihigiénico de llevarlo encima un día tras otro.
Horas, días, semanas y meses en un traje sucio y maloliente realizado con piel animal real que solo de pensarlo nos pone los pelos de punta y nos hace valorar aún más el trabajo de Lahr, uno de los personajes más queridos de la inolvidable película.
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