No todos las citas en First Dates acaban bien. Unas veces porque los solteros no tienen la suficiente conexión entre ellos, otras porque se dan cuenta que no buscan lo mismo. Esto último es lo que ocurrió entre María, de 80 años, y Ricardo, de 82 años. Una diferencia por la que la soltera pidió antes el postre y no dio pie a una segunda oportunidad.
Ricardo apareció por la puerta del conocido restaurante del brazo de su hija Magda. Ella acudió hace tiempo al programa presentado por Carlos Sobera y se lo pasó tan bien que quería que su padre viviera la experiencia. Por su parte, María también apareció acompañada por su hija y con ganas de encontrar a un hombre que le dé el amor que nunca le han dado.
Ante la atenta mirada de sus hijas desde la terraza, los dos octogenarios comenzaban su cita con una buena impresión. Eso sí, la distancia que les separaba no les terminó de convencer a ninguno de los dos. Aún así, siguieron con la cena con total normalidad hablando sobre su día a día y sus gustos. ¡Hasta coincidieron en que ambos tienen mascota! Ella un gato y él un perro, al que ha llamado Perro porque le daba pereza ponerle nombre.
"¡Qué se están peleando!": un espontáneo se cuela en el plató de 'La Resistencia' y David Broncano alucinaUna diferencia que marcó la cita
Todo iba muy bien hasta que comenzaron a hablar sobre el amor y lo que buscaban en una pareja. Ella busca a alguien con la que compartir los años que le quedan y cuidarse mutuamente. Por el contrario, el soltero tiene claro que no está para cuidar a nadie y que mejor cada uno en su casa. Y es que Ricardo ha estado en pareja 40 años pero cada uno por separado, es decir, "una amiga con derecho a roce". Así que no es de extrañar que no quiera comprometerse.
Sin embargo, las pocas posibilidades que quedaban se esfumaron cuando Ricardo confesó que tenía una vecina que le atiende y cuida "divinamente". "A mí no me gusta eso. ¿Qué tiene que estar esa mujer con él? Con quien tiene que estar es conmigo y hacer los dos lo que nos de la gana", se quejó indignada en los totales.
¿Sabes qué? ¡A tomar viento, yo no me lo pienso dos veces!
La confesión de Ricardo provocó que María pidiese antes de tiempo el postre y diese por finalizada la cita. Ante tal decisión, las hijas de ambos comensales entraron corriendo al restaurante para salvar la cena. Magda y Ángela intentaron todo lo posible para que sus padres se dieran una nueva oportunidad y salieran un día a bailar para comprobar que no importa la distancia.
Ni la insistencia de las hijas provocó que se dieran otra oportunidad. Ricardo tenía claro que a él nadie le saca de su pueblo y a María no le ha gustado nada la actitud de él. Ambos lo tenían claro: no querían volver a verse y no hay más que hablar.
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