Puede que The Walking Dead ya no sea precisamente la serie de la que hablamos en nuestras videollamadas con familia y amigos, ni de la que contamos lo días para el estreno de su nueva temporada. Hace tiempo que dejó de serlo. Pero si hay algo que tenemos que reconocerle a la ficción zombi por excelencia -además de referirnos a ella de esa manera, que tampoco está nada mal- es que, durante años, tuvo como locos a millones de espectadores en todo el mundo.
Su condición de fenómeno televisivo es innegable pero, mientras Juego de Tronos -por poner un ejemplo de una de sus coetáneas- lograba mantener y aumentar sus seguidores desde su primera hasta su última entrega, el recorrido de The Walking Dead y su relación con su legión de seguidores a nivel global están repletos de altibajos. Si la ficción fue víctima de su propio éxito, si se produjeron más temporadas de las que su propia historia podía soportar o si, sencillamente, acabó compartiendo escenario televisivo con otros títulos de más éxito que la relegaron a un segundo plano en los corazones de los espectadores es, sin duda, digno de debatir, aunque en el resultado final -es decir, en la mente de cada uno de sus seguidores lo sigan siendo o no- haya un poquito de cada cosa.
También es interesante hablar del recorrido de The Walking Dead, de sus altos y sus bajos y de cómo ha pasado de ser una auténtica obsesión a un sencillo título por el que muchos sentimos cariño pero del que otros reniegan, ahora que la ficción zombi acaba de cumplir nada menos que una década, desde que fuese estrenada en la noche de Halloween del año 2010. Asimismo, la serie basada en la -ya finalizada- saga cómics de Robert Kirkman Los Muertos Vivientes, se aproxima a su final definitivo. Eso sí, con un legado en forma de franquicia televisiva de la que ya forman parte cuatro 'spin-off' y una trilogía cinematográfica.
Una serie resultona en sus orígenes que convirtió a los zombis en tendencia en plena explosión seriéfila
Cuando AMC confirmó que estrenaría una adaptación televisiva de la famosa serie de cómics de Robert Kirkman, los seguidores de las aventuras de Rick Grimes y compañía ya comenzaron a frotarse las manos. Conocedores de que la cadena estadouniense y su equipo creativo, entonces liderado por el director de La Niebla Frank Darabont, tenía entre manos una historia con mucho potencial que iba a mucho más allá de presentar las aventuras de un grupo de humanos sobreviviendo a hordas de muertos vivientes, los fans de los cómics la esperaron con ganas desde el primer momento y la recibieron con los brazos abiertos en su debut.
No obstante, para aquellos que no estaban tan familizarizados con la obra de Kirkman, The Walking Dead tampoco pasó desapercibida. De que no fuese así bien se ocupó el canal de pago estadounidense, que no sólo organizó un debut mundial de la mano de Fox International Channels permitiendo que la serie viese la luz en 120 países en la misma semana, sino que ambas compañías llevaron a cabo una fuerte campaña publicitaria en forma de apocalipsis zombi. Además, el público más seriéfilo se había despedido de Perdidos apenas unos meses antes y ya estaba deseoso de introducir en sus vidas una nueva obsesión.
La mayoría de los miembros del elenco de la serie no eran especialmente conocidos entonces, pero para meterse en la piel del carismático sheriff Rick Grimes el equipo había elegido a Andrew Lincoln, un actor británico de lo más reconocible por su papel de romántico empedernido en la comedia romántica Love Actually (2003). El intérprete rápidamente se ganaría el cariño de los espectadores con su interpretación de un agente de policía que despertaba de un coma en un hospital atestado de muertos vivientes y completamente ajeno al fin del mundo, pero también lo harían otros de sus compañeros de reparto, como Steven Yeun en la piel de Glenn -uno de los favoritos del cómic- o, por supuesto, Norman Reedus como Daryl, un personaje creado específicamente de la serie que no tardaría en ser el más querido por los seguidores de la entonces novedosa ficción.
La historia que la primera temporada de The Walking Dead abordaba en los seis episodios de los que constaba también caló rápidamente en la audiencia. El despertar de Rick, el reencuentro con su familia con triángulo amoroso incluido y el primer 'cliffhanger' en forma de visita al famoso Centro de Control de Enfermedades que el aquel momento parecía clave para un final feliz engancharon desde el primer momento y nos hicieron aprender una lección que posteriormente escucharíamos hasta la saciedad: que nadie estaba a salvo en The Walking Dead.
La primera temporada de la ficción de AMC fue objeto de buenas críticas por parte de la prensa especializada en general, que le adjudicaron todo tipo de buenos adjetivos como "intensa" o "emocionante" e incluso le atribuyeron introducir un "giro inteligente" al subgénero zombi. También obtuvo buenos datos de audiencia a pesar de su emisión en una cadena de cable, con una media de 5,24 millones de espectadores. Eso sí, por entonces nadie imaginaba la explosión de éxito que seguiría a su debut.
Y entonces llegó el bombazo
El primero que quizá no sabía que tenía entre manos un fenómeno televisivo por entonces poco habitual era el propio Frank Darabont, quien protagonizó el primer encontronazo entre bambalinas de la serie a abandonar su trabajo tras la primera temporada. Las consecuencias jurídicas de la falta de entendimiento de entonces siguen acaparando titulares diez años después y, de hecho, la mayor parte del conflicto protagonizado por el director y AMC tiene que ver precisamente con el éxito que le depararía a The Walking Dead tras su primera temporada.
Pero la marcha de Darabont, lejos de provocar daños irreversibles a la serie, no se traduciría en demasiados problemas más allá de la salida de uno de los protagonistas que compartía indignación con el 'showrunner'. La de Jeffrey DeMunn en forma de, todo hay que decirlo, una recordada muerte repleta de vísceras que superamos rápidamente porque, aunque Dale era un importante personaje en los cómics, la serie no le había brindado el mismo protagonismo. El encargado de sustituir a Frank Darabont fue Glen Mazzara, uno de los guionistas de su equipo. Mazzara tampoco duraría mucho -le sustituiría Scott Gimple a partir de la cuarta-, pero sin duda fue clave en un punto de la historia de The Walking Dead en que la serie estaba comenzando a romper todos los récords.
No obstante, no sería la segunda temporada la que marcase un antes y un después en la trayectoria de la ficción y, de hecho, la que siguió a la primera entrega fue la etapa más criticada de la serie hasta que comenzó su declive. Sí sirvió, sin embargo, para presentarnos a Maggie (Lauren Cohan), Hershel (Scott Wilson) y resto de miembros de la familia Greene, así como para lanzar un mensaje al equipo: que los espectadores querían ritmo y no esperar trece episodios para descubrir que Sophia estaba entre los zombis del granero.
EL GOBERNADOR: CATAPULTA AL ÉXITO
Si hay un punto de inflexión definitivo en la trayectoria de The Walking Dead hacia el éxito -luego habría otros, pero el la dirección contraria- es sin duda la tercera temporada de la serie. Mientras en la segunda temporada de la serie algunos espectadores se aburrieron y decidieron bajarse del carro, esta tercera entrega batiría todos los records de audiencia para una serie de cable y sumaría varios millones de espectadores a una legión de espectadores que solo seguiría seguría aumentando en los siguientes años.
La primera pieza clave del éxito de la tercera temporada de la serie fue la introducción de un personaje que los seguidores de los cómics esperaban como agua de mayo: Michonne, que en la serie sería encarnada por Danai Gurira y cuyo auténtico despliegue de destreza katanera rápidamente nos hizo amar a la superviviente. En segundo lugar estaría la propia prisión, un escenario clave también en la historia creada por Robert Kirkman sobre el papel y en el que tendrían lugar algunos momentos clave que marcarían las vidas de todos para siempre. Pero, en tercer lugar y por encima de las anteriores, sería la entrada en escena del Gobernador la pieza definitiva que marcaría un antes y un después en la serie.
¿Porque David Morrissey estaba maravilloso en la piel del malvado líder de la comunidad de supervivientes Woodbury? Por supuesto. Pero principalmente porque la introducción del personaje en cuestión supuso a su vez la introducción de dos conceptos que serían importantísimos dentro de la ficción zombi a partir de ese momento: el concepto villano y el concepto comunidad.
Hasta la tercera temporada habíamos seguido el camino de un grupo de supervivientes solitario, formado casi por casualidad, y en constante búsqueda de un lugar seguro que les permitiese vivir a salvo de los caminantes. Con su llegada a la prisión, Rick y los suyos creían haber encontrado todo lo bueno que podían esperar del apocalipsis, pero no tardarían en descubrir que la gran amenaza del nuevo mundo no eran los muertos vivientes, sino los propios humanos. A través de la figura del Gobernador y de su mítica Woodbury, tanto los protagonistas como los espectadores nos dábamos cuenta de que existían comunidades de supervivientes que, al igual que ellos, habían pasado todos estos años buscando vivir a salvo de los zombis... Y de que no todos los humanos eran igual de amistosos.
Tras el enfrentamiento con el Gobernador, varias serían las comunidades de supervivientes que entrarían en escena -Terminus, el hospital de Atlanta, los Lobos, Alejandría, Hilltop, Los Salvadores- y, temporada tras temporada, concretamente hasta la sexta, la serie seguiría sumando un éxito detrás de otro. De este modo, la tercera entrega de la serie registraría una media de 10,75 millones de espectadores que entonces parecía insuperable, pero que seguiría sumando millones durante años hasta alcanzar su punto más álgido en otoño de 2016 con su cifra más alta: 17,05 millones. Lo que nadie imaginaba entonces es que ese sería el principio del fin.
La llegada de Negan en la cumbre y el comienzo del declive
Si la entrada en escena del Gobernador había sido esperada con gran expectación unos años atrás, qué decir de las expectativas ante la introducción de Negan, el único gran villano de la historia capaz de bajar al personaje interpretado por David Morrissey de su pedestal. El seleccionado para dar vida al líder de los Salvadores había sido Jeffrey Dean Morgan, quien ya era conocido por la mayoría gracias a su papel de El Comediante en Watchmen y por otros muchos por sus trabajos en series de gran éxito como Sobrenatural o Anatomía de Grey.
De algún modo, Morgan ya resultaba de por sí un fichaje de lo más destacado para la serie, pero es que el personaje al que interpretaría, Negan, era, como lo fue en su día el Gobernador, otro de esos elementos clave del cómic que tanto los seguidores de la obra de Kirkman como los que no sabían que llegaba para ponerlo todo patas arriba.
Siempre acompañado de un bate de béisbol tuneado con un alambre de pinchos al que llamaba Lucille y que aún hoy nos hace estremecer, sabíamos que Negan era un villano capaz de representar la crueldad en su máxima expresión y que él y su infame bate eran los responsables de la muerte de un personaje muy muy querido por todos. Después de una sexta temporada muy marcada por su presencia y en la que ya habíamos conocido a algunos de sus secuaces, Jeffrey Dean Morgan hacía su aparición estelar en el episodio final de dicha entrega con una escena que todavía nos sigue poniendo los pelos de punta. En ella, con casi la totalidad del grupo de supervivientes arrodillados frente a él, Negan elegía a su víctima.
La estrategia de no mostrar a los espectadores qué personaje había sido asesinado fue, probablemente, la mejor decisión que pudo tomar The Walking Dead que, tras aquel fatídico desenlace, estuvo durante meses en boca de todos. La incertidumbre de si la serie apostaría por la misma víctima que Negan elegía en los cómics o si, por el contrario, aprovecharía para introducir un nuevo cambio en la historia, dio lugar a todo tipo de especulaciones y teorías que no se resolverían hasta la premiere de la séptima temporada, con el que se batiría el récord historico de audiencia en su trayectoria.
Pero también supondría el punto de inflexión en que la serie comenzaría a bajar. Aunque la audiencia se mantuvo por encima de los 10 millones durante toda la entrega, aunque la pérdida en puntos que comenzaba a percibirse ya entonces se acabaría haciendo muy notable en la siguiente. La Guerra Total contra los Salvadores no salvó a la octava temporada de The Walking Dead de anotar mínimos no vistos desde las primeras entregas, llegando a registrar en algunos episodios la mitad de espectadores que en otros emitidos apenas uno o dos años antes.
¿Qué pasó? ¿Por qué uno de los momentos más álgidos de los cómics no acabó sumando éxitos a una serie que ya estaba en la cumbre? ¿Nos cansamos de ver a Rick y compañía en posición de debilidad y al servicio de unos bullies? ¿Se tomaron decisiones incorrectas sobre el futuro de los personajes?
La marcha de Andrew Lincoln sentencia la caída
Nadie tiene la respuesta exacta al motivo por el que la gente comenzó a perder el interés en The Walking Dead. Es cierto que no sucedió de la noche a la mañana, pero también es una realidad que no fue tan paulatinamente como hubiera cabido esperar.
Entre las críticas recibidas por la serie a lo largo de su declive, algunos espectadores se quejaban, por ejemplo, de fallos en el desarrollo de los personajes principales y demasiados secundarios que no aportaban a la historia más allá de sangre fresca para poder seguir introduciendo muertes sin cargarse a los principales. Además, otros señalaban a una estructura demasiado repetitiva y predecible, mientras que muchos seguidores se veían un poco abrumados por el hecho de percibir la historia como algo eterno, dada la carencia de un objetivo final. Una crítica bastante generalizada, además, tenía que ver con el siempre mal recibido "relleno", ya que los puntos álgidos de cada trama se contaban con los dedos de una mano y, sin embargo, en ocasiones había demasiados diálogos y subtramas que no aportaban demasiado.
En resumen, si nos fijamos en las críticas a menudo recibidas por The Walking Dead, la pérdida de interés y, en consecuencia, de seguidores, habría sido una mezcla de muchas cosas.
También conviene tener en cuenta, además, que en el últimos años ya se había producido la explosión definitiva en cuanto a producciones televisivas se refiere y que, con la llegada de Netflix y resto de plataformas, las opciones comenzaron a multiplicarse rápidamente. Así, casi sin darse cuenta, muchos espectadores dejaron de priorizar la ficción zombi y comenzaron a introducir en sus rutinas otros títulos que, sencillamente, les gustaban más. ¡Y es que el tiempo no es infinito!
Mientras, el equipo de la serie seguía asegurando que la serie tenía una salud de hierro y muchas, muchas temporadas por delante. Incluso cuando se hizo oficial la salida de Andrew Lincoln, que dejaría de interpretar a Rick Grimes en la novena temporada. En aquel momento, AMC tenía muchos planes para la franquicia -ya había anunciado un nuevo 'spin-off' World Beyond y una trilogía cinematográfica- y la apuesta por la entrada en escena de otro grupo muy importante en los cómics, Los Susurradores, pudo con todo.
Para ello, el equipo de la serie sacó su artillería pesada y, de la mano de los supervivientes que aún mantenía entre sus filas -esto es, Michonne, Daryl y Carol- y de un salto temporal de varios años en el tiempo, se lanzó a la piscina con una nueva guerra entre comunidades. Aquí es justo señalar, no obstante, que tanto Samantha Morton en la piel de Alpha como las tramas de la novena y décima temporadas fueron objeto de grandes halagos de aquellos que aún la seguían viendo, pero recuperar el éxito cosechado por The Walking Dead años atrás cada vez se percibía más como una hazaña imposible.
Se confirma el final de la serie, pero la franquicia se expande
Mínimos de audiencia, la salida de Michonne en la décima temporada, el inesperado final de los cómics de Robert Kirkman y una enterna pregunta saliendo de la boca de aquellos ex seguidores que ahora renegaban de The Walking Dead: ¿Pero todavía la sigues viendo?
Y al final, sencillamente, ocurrió.
AMC y el equipo de la serie anunciaban el pasado mes de septiembre que la décimo primera temporada de la serie pondría el broche de oro a la historia, aunque no sin antes confirmar una nueva extensión de la franquicia con dos 'spin-off' ya confirmados.
No obstante, aún con el desenlace definitivo en el horizonte, todavía tenemos mucho The Walking Dead por delante. Para empezar, los seis episodios extra que la cadena ha encargado para completar la décima entrega a modo de 'bonus' y que verán la luz en 2021, pero también la propia temporada 11, que será la más larga de su trayectoria con 24 capítulos divididos en dos partes. Así, podemos contar conun total de 30 episodios más de la ficción zombi, lo que equivaldría a dos nuevas entregas prácticamente, y con que no nos despediremos de ella para siempre por lo menos hasta 2022.
¿Cómo se llegó a tomar la decisión si los encargados de la franquicia habían repetido hasta la saciedad que The Walking Dead podía durar hasta 20 años si se lo proponían? Al parecer, según revelaría Scott Gimple poco después, fue AMC quien, en última instancia, decidió que había que fijar una fecha. "Lo más raro de todo es lo rápido que pasaba el tiempo: 'No parecen 10 años, no parecen 11 años'. Todo pasó muy muy demasiado rápido", explicaba el jefe de contenidos de la franquicia sobre su "incapacidad" de fijar un final de la cabeza y sencillamente dejarse llevar.
Todavía está por ver si será en 2022 o en 2023, pero The Walking Dead termina y lo hace dejando un amplio legado detrás. De momento, su primer 'spin-off' Fear The Walking Dead ya emite su sexta temporada, mientras que el segundo, The Walking Dead: World Beyond, acaba de debutar como quien dice pero con la garantía de que contará su historia en tan solo dos temporadas. También fueron confirmadas en su momento tres películas centradas en los pasos de Rick Grimes tras ser recogido por el ya no tan misterioso helicóptero, aunque para disfrutar de ellas en pantalla grande parece que también tendrá que pasar un tiempo.
Por último, otros dos nuevos 'spin-off' completarán la franquicia en un futuro más o menos cercano. Por un lado, una serie protagonizada por Norman Reedus y Carol McBride en la piel de Daryl y Carol, dos de los grandes favoritos entre la audiencia, que se planea de cara a 2023. Pero también Tales of the Walking Dead, una antología que dedicará cada uno de sus episodios a contar una historia independiente de personajes nuevos y otros que la conocemos.
En fin, larga vida a The Walking Dead... ¡Y feliz aniversario!