En los 80, Carlos Mata arrasaba en medio mundo como Luis Alfredo, el héroe de Cristal. En los 2000, los hermanos Reyes de Pasión de Gavilanes eran los más deseados. En 2021, millones de espectadores están enganchados a Kerem Bürsin, el galán de Love is in the air. La pasión que provocan las telenovelas no ha cambiado mucho en las últimas décadas, pero sí sus modelos a seguir.
Si antes nos vendían a un héroe machirulo sin capa cuya función era salvar a la incapaz damisela en apuros, ahora mujeres y hombres juegan un rol muy distinto. Comparten miedos, inseguridades y sensibilidades. Los personajes masculinos ya no son como eran antes. ¿Cómo se ha ido superando el estereotipo? ¿Ha sido dictada desde la sociedad? ¿Desde las propias productoras? ¿Cómo hemos pasado de los pechos descamisados de Mario Cimarro de Pasión de Gavilanes a las lágrimas de Serkan Bolat? "Hace 40 años las mujeres vivían en un estado más sobreprotector, pero ahora no puedes contarles milongas", explica Ignacio Armada, profesor de Historia de la Comunicación Audiovisual de la Universidad CEU San Pablo.
Vamos a hacer un poco de historia y a remontarnos al inicio de las telenovelas. Este formato nació como una consecuencia directa de los folletines de los años 50, novelas que se publicaban por entregas llenas de situaciones disparatadas y enredos. Estaban escritas por mujeres, quienes conocían muy bien al público que se dirigían -otras mujeres- y sabían acertar con la tecla. Ellas son la pieza clave en el desarrollo de telenovelas y la razón de que los protagonistas fuesen esos hombres acaparadores y paternalistas que, actualmente, nos hacen fruncir el ceño.
Las grandes guionistas, igual que las grandes escritoras de folletines románticos o de la novela romántica, eran mujeres, a las que se identificaba como las personas con mejor perfil para poder escribir historietas románticas
El actor Carlos Mata cuenta a Vanity Fair que Delia Fiallo, la creadora, le convenció para que aceptase el papel en Cristal asegurándole que la novela iba a ser un éxito, “pero eso sí, que no cambiara ni una palabra del diálogo". Era Fiallo la que estaba al mando y la responsable de los actos de Luis Alfredo. Como ella, Inés Rodena construyó a Luis Alberto Salvatierra en Los ricos también lloran y Beatriz Sheridan dio forma a Fernando José Altamirano del Castillo, el héroe de Rosalinda. La historia televisiva está plagada de escritoras que llenaban la mente de las espectadoras con sueños imposibles de galanes que llegarían a rescatarlas.
Actualmente, sorprende ver que fuesen mujeres las que creaban unos modelos tan sexistas, pero respondían a los estereotipos de la época. “Es difícil comprenderlo ahora, sobre todo la gente que ha crecido en una sociedad donde tenemos cultura de lo audiovisual. Estamos mucho más entrenados a distinguir qué resulta cierto y qué no. Puedes ver un personaje de un hombre paternalista y enseguida lo identificas. Las mujeres eran más ingenuas, sobre todo este tipo de público. No es que a esas mujeres les gustase que los hombres fuesen duros con ellas, sino que no reconocían que en esos comportamientos había algo negativo, pensaban que era algo natural. En la telenovela, el hombre hace cosas impresionantes y su obligación es rescatar a la muchacha y ella lo único que tiene que hacer es dejarse cuidar”, explica el profesor universitario.
Ya han quedado lejos esos roles masculinos cuya única función era salvar a la protagonista, una muchacha desvalida e incapaz que siempre era pobre, había sufrido una violación o cuidaba de un bebé que no era reconocido por su padre. Ahora los protagonistas masculinos y femeninos están, en muchas ocasiones, al mismo nivel. Love is in the air, el reciente fenómeno turco de Telecinco es el mejor ejemplo. En este caso, el galán es Serkan Bolat, un joven empresario que termina prendado de una florista con un pensamiento independiente y un objetivo muy claro: convertirse en arquitecta.
Los personajes masculinos ya no responden a deseos de mujeres que sueñan con ser rescatadas. Cuéntale a una treintañera de hoy que va a venir un héroe a salvarla para llegar a fin de mes. Probablemente se reiría en tu cara. Ahora los espectadores, principalmente mujeres, quieren protagonistas como ellas. Seres sensibles con problemas cotidianos.
Las mujeres se han incorporado al mercado laboral y se encuentran con el mismo problema que tienen los hombres: la precariedad laboral. La sensación de falta de certeza, de indeterminación respecto a la vida en general, es común en todos los géneros. Comparten un mundo de adversidades, de problemas emocionales y de roles. Las mujeres ya no se creen los personajes masculinos paternalistas
Influye también el cambio en los equipos de guionistas. Hoy en día los equipos de las series, incluso de los seriales o telenovelas, se han convertido en recipiente de grandes talentos. “Son guionistas que, cuando pueden, hacen cine. Encuentras a Ignacio del Moral, Antonio Onetti... Son autores con una carrera teatral muy reconocida, pero están viviendo de las telenovelas porque es donde está el dinero. Ellos no se pueden dedicar a desarrollar personajes masculinos que sean completamente estereotipados”, explica el especialista en historia audiovisual.
Los guiones son resultado de un conjunto de gente con grandes aspiraciones profesionales que se esfuerza por ofrecer un producto de calidad al espectador. Es una escritura neutra y pegada a la actualidad, por lo tanto, los tiempos actuales demandan un cambio en la masculinidad de sus protagonistas.
Los personajes masculinos que no son ni los personajes de la familia tradicional ni los personajes arquetípicos utópicos de los años 80 venezolanos están bastante más desarrollados psicológicamente y literariamente, pero responden a otro tipo de problema y es el problema del pensamiento único
Aunque son personajes menos machistas, también más superficiales y vacíos. Al contrario de lo que ocurría en las novelas de los 80, no representan arquetipos culturales y responden todos al mismo patrón. Serkan Bolat de Love is in the air tiene las mismas aspiraciones y el mismo comportamiento que puede tener el protagonista de El Príncipe. “No representan, para nada, la idiosincrasia de los lugares donde se han producido. Yo no digo que sea un problema o una desventaja, pero es una característica que hace que los personajes masculinos ahora sean bastante más igualitarios con los personajes femeninos que antes, pero igualmente superficiales”.
Aunque Armada advierte que el cambio con el que nos encontramos ahora tampoco ha sido una revolución social, sino más bien un giro industrial: "En 30 años los guionistas de telenovelas dirán que fueron pioneros en luchar por la igualdad de género, pero es mentira. Están haciendo un producto perfectamente calculado", apunta el historiador audiovisual.
Estos personajes neutros sin características propias de la cultura en la que se desarrollan reponden también a una cuestión monetaria. Los ejecutivos de las productoras necesitan productos que puedan vender a otros países y, por tanto, no pueden presentar un protagonista rudo y chapado la antigua. Love is in the air se ha vendido a más de 45 países. Es decir, 45 culturas diferentes que disfrutan de la misma manera de una misma serie gracias a patrones y personajes universales.