Pocas compañías en el mundo del cine tienen una carrera tan brillante como la del Studio Ghibli, cuyo sello de identidad es, prácticamente siempre, sinónimo de calidad. Fundado en 1985 por Hayao Miyazaki, Isao Takahata y Toshio Suzuki, es un emblema de la animación japonesa reconocido por tratar a las imágenes como si fueran puro arte -y no solo entretenimiento audiovisual- y elaborar narrativas emotivas. A lo largo de décadas, Ghibli ha creado mundos fantásticos que exploran la complejidad de la experiencia humana, la relación con la naturaleza y la búsqueda de la identidad personal.
Tienen un estilo especial para contar historias complejas de manera única. La prueba está en que la infancia, la comunidad, la mitología o el ambientalismo siempre forman parte de sus producciones, pero lo hacen desde una belleza tanto visual como espiritual, sin tirar de villanos tradiciones e invitando, siempre, a la reflexión.
Esto les ha llevado a ganarse el cariño de la crítica de manera unánime, pero también del público. Muchas de sus películas fueron grandes éxitos comerciales tanto dentro como fuera de Japón y, sobre todo, continúan siendo joyas de la animación décadas después de haberse estrenado.
Algunos hitos de Ghibli incluyen Mi Vecino Totoro, que se convirtió en el icónico símbolo del estudio, y El Viaje de Chihiro, que ganó el Oscar a la Mejor Película de Animación en 20034. La reputación de Ghibli se cimenta en su habilidad para trascender barreras culturales y generacionales, y por eso hacemos un repaso de su filmografía, tratando de ordenar sus producciones de peor a mejor.
24. 'Earwig y la bruja' (2021)
La primera película de animación 3D de Studio Ghibli fue Earwig y la bruja y llegó a los cines en 2021, un año después de lo previsto por la pandemia. El director es Goro Miyazaki y si su apellido te resulta familiar es por algo: se trata del hijo del mismísimo Hayao. Lamentablemente, esta creación no está a la altura del encanto y ternura que tienen el resto de títulos de la compañía y casi resulta más interesante su historia detrás de las cámaras.
La relación entre Goro y su padre es un tanto especial. Hayao no estaba contento cuando su hijo comenzó a hacerse cargo de sus propios largometrajes, ya que no le veía preparado, pero Goro siguió adelante. Años después de ver lo que había hecho con Cuentos de Terramar (2006) -le llevó un tiempo que le gustara- cambió de idea y "aceptó a Goro". Los veteranos del estudio dieron su bendición al joven cineasta y le dejaron desarrollar la historia con poca intervención.
El resultado, como decimos, un fracaso muy alejado de los estándares Ghibli. La técnica de animación no aporta demasiado a una cinta que no termina de encontrar su tono, que se tambalea con unos personajes poco inspirados y que, en general, va del aburrimiento a la parodia de lo que siempre ha sido el estudio.
23. 'Cuentos de Terramar' (2006)
Goro Miyazaki tomó una decisión arriesgada para su primer largometraje. No solo se tenía que enfrentar al listón puesto por su padre -el maestro Hayao- con el que, inevitablemente, le iban a comparar; sino que tomó la adaptación de las novelas fantásticas escritas por Ursula K. Le Guin, un material con millones de seguidores en todo el mundo que también abría la veda para posibles críticas. Le Guin le dijo claramente que le había decepcionado, pero que era "una buena película". Su padre, parco en palabras, comentó: “Estaba viendo a mi hijo. Aún no es adulto”.
Goro tampoco tuvo el respaldo de la crítica. Cuentos de Terramar es una de las cintas más criticadas del estudio a pesar del esfuerzo que se percibe en cada fotograma. La narrativa es lo que más pesa en una historia demasiado aburrida y poco imaginativa.
22. 'Haru en el reino de los gatos' (2002)
Hiroyuki Morita, uno de los animadores clave de la compañía, debutó como director con Haru en el reino de los gatos, una película divertida y entrañable, pero que no destaca en muchos más aspectos dentro del catálogo de Ghibli -hay tantas obras maestras por clasificar que ésta, lamentablemente, se queda atrás-.
Haru es una adolescente tímida y con poca seguridad en sí misma. Un día salva un gato de ser atropellado por un camión y su vida da un vuelco. No sabe que el gato que ha salvado es Lune, príncipe del reino de los gatos, y se convierte en una especie de deidad gatuna. Lune le invita a su reino y le propone ser su esposa, por lo que Haru, que no pudo decir que no tajantemente, se sumerge en este curioso universo donde diferentes personajes tratarán de ayudarla.
21. 'El castillo en el cielo' (1986)
La primera película de animación desarrollada de manera oficial bajo el paraguas de Ghibli fue El castillo en el cielo, conocida en algunos países con el título de Laputa -por una isla flotante con dicho nombre, no vayamos a pensar mal-. Se estrenó en 1986 y surgió de la experiencia de Miyazaki en Gales, donde vio de primera mano la huelga de mineros del carbón. Como ocurriría muchas veces, la película explora temas ambientales y filosofía ecológica.
La historia sigue a dos jóvenes, Pazu y Sheeta, que intentan evitar que un grupo de militares se haga con el control de una piedra mágica que les llevaría a una isla legendaria. Se trata de un anime entretenido y tierno, pero mucho menos cautivador que otros títulos del estudio y, por momentos, bastante más aburrido.
20. 'Puedo escuchar el mar' (1993)
Puedo escuchar el mar fue una manera que tuvo Ghibli de probar nuevos formatos. Se trata de la primera película que estrenó directamente en televisión y también la única en la que Miyazaki y Takahata se mantuvieron al margen, dejando que Tomomi Mochizuki y Kaori Nakamura, jóvenes talentos del estudio, se hicieran cargo.
¿Les salió bien? Desde luego, no fue un desastre. En la cinta se perciben las ganas de los nuevos talentos de contar historias y terminan construyendo una animación con mucho encanto, simpatía y sentimiento. Menos de hora y media de amistad y amor.
19. 'Nicky, la aprendiz de bruja' (1989)
Nicky, la aprendiz de bruja fue la película de Ghibli que realmente hizo que me diera cuenta del perfil tan particular de protagonistas al que recurren los equipos de Miyazaki y Takahata. Aquí una brujita de 13 años se independiza de su familia porque ha llegado su momento y busca un pueblo donde comenzar su vida en solitario. Así comienza un negocio de mensajería.
Esta es la premisa de esta historia infantil que, personalmente, se queda muy atrás de otros títulos del estudio como El castillo ambulante o La princesa Mononoke, pero que no podemos dejar de recomendar por sus fuertes valores. Un ritmo pausado, una historia sin conflictos y un regusto final de pura felicidad es lo que deja esta película tan sencilla y, a la vez, tan compleja de estrenar, porque, ¿quién podría sacar adelante una cinta donde, en realidad, no pasa nada y salir airoso de ello? Únicamente Ghibli.
18. 'Mis vecinos los Yamada' (1999)
Cuesta creer que Mis vecinos los Yamada venga de la misma mente del director de La tumba de las luciérnagas, siendo la primera de ellas una comedia animada con mucho encanto y la segunda uno de los primeros traumas a los que nos enfrentamos en la vida. Entre una y otra, Isao Takahata decidió que no quería más dramas y pidió volcarse más hacia la ternura. Primero lo llevó a cabo con Pompoko y, unos años después, con esta adaptación de una famosa tira cómica japonesa.
Puede que no tenga la belleza de producciones como El cuento de la princesa Kaguya -que se estrenaría en 2016- o Recuerdos del ayer, pero Mis vecinos los Yamada tiene una humanidad especial, convirtiéndose en una película perfecta para ver cuando lo que buscas es terminar con una sonrisa. Como dicen por ahí, "un bálsamo calmante".
17. 'Pompoko' (1994)
Una de las películas más japonesas del estudio. En el centro de la historia, los tanuki, una raza de perro nipona, quienes tienen la habilidad de transformarse en humanos o en las criaturas que deseen. Pompoko está nutrida por el folclore japonés y por el tradicional mensaje Ghibli de cuidar el medioambiente y apreciar la naturaleza.
Aunque fue idea de Miyazaki, fue Takahata el que se hizo cargo de ella. Tenía ganas de hacer una comedia después de La tumba de las luciérnagas (1988) y Recuerdos del ayer (1991), así que los tanuki fueron una buena respuesta. Pompoko no suele aparecer entre lo mejor de la compañía, pero es una gran contribución a su catálogo. Una pieza única que se disfruta de principio a fin.
16. 'Arrietty y el mundo de los diminutos' (2010)
Estrenada en 2010, Arrietty y el mundo de los diminutos es la primera cinta dirigida por Hiromasa Yonebayashi, uno de los animadores del estudio. Se trata de la persona más joven que ha dirigido un proyecto dentro de Ghibli y, aunque no es una de sus obras maestras, es una cinta divertida, amable y muy sólida que mantiene dignamente el legado.
Si has visto Los Borrowers en algún momento de tu infancia, el argumento de Arrietty te sonará, pues se trata de una nueva adaptación de la novela escrita por Mary Norton. La película se centra en una familia de pequeños seres que vive oculta debajo de una casa de campo. El padre y la hija hacen incursiones al mundo de los humanos para tener provisiones y, en una de éstas, son descubiertos. Así comienza la particular relación entre Arrietty y el niño que habita la casa.
15. ‘Susurros del corazón’ (1995)
Susurros del corazón fue la carta de presentación del que iba a ser el sucesor de Miyazaki y Takahata: Yoshifumi Kondo. El estudio tenía mucho interés en él y le permitió dirigir esta cinta con guion del propio Miyazaki. La película tuvo una acogida muy positiva, pero Kondo murió en 1998 dejando una única película a sus espaldas.
Esta ficción se centra en Shizuku Tsukishima, una estudiante de 14 años que descubre que todos los libros que ha sacado de la biblioteca habían pasado antes por Seiji Amasawa, un chico que no sabe quién es. Sus caminos se cruzan en una curiosa tienda de antigüedades que pertenece a la familia Tsukishima y que les convertirá en amigos.
14. 'La colina de las amapolas' (2011)
El segundo intento de Goro Miyazaki por demostrar que es capaz de contar buenas historias le salió bien. Basada en el manga de mismo nombre, La colina de las amapolas es la cinta de Goro que más se acerca a la esencia del estudio y, quizás por eso, por respetar las reglas no escritas de sus producciones, es la que mejor le ha salido.
En el Japón de 1963, Umi Matsuzaki es un estudiante de secundaria que cuida de sus hermanos menores y su abuela mientras gestiona una pensión en lo alto de una colina. Un día conocerá a Shun Kazama, otro joven con el que desarrollará una preciosa amistad, convirtiendo esta cinta en toda una muestra de ternura y encanto.
13. 'El recuerdo de Marnie' (2014)
En 2014 el Studio Ghibli anunció que iba a cerrar temporalmente. Miyazaki se había retirado en septiembre de 2013 y, con Isao Takahata también retirado -falleció en 2018-, decidieron tomarse un tiempo para planear su futuro. Antes del descanso estrenaron El recuerdo de Marnie, de Hiromasa Yonebayashi. Tras el jarro de agua fría, la película dejó un sabor lo suficientemente dulce como para pasar el mal trago.
La historia se centra en Anna Sasaki, una niña que vive en una familia de acogida. Tiene asma, por lo que sus padres le envían a casa de unos familiares cercanos cerca del mar. Allí conoce a Marnie, una misteriosa niña con la que establecerá una amistad muy especial.
12. 'Porco Rosso' (1992)
Una vez más, Miyazaki se dejó influir por el conflicto -en este caso, la Primera Guerra Mundial- para desarrollar una magnética historia sobre piratas aéreos. Porco Rosso fue un enorme éxito dentro de Japón y fuera tampoco le fue nada mal. Con el tiempo, y a pesar de ser una de las cintas más infravaloradas, ha aparecido en varias listas de las mejores películas animadas de la historia y, aunque para nosotros Ghibli tiene otras producciones mejores, no podemos dejar de recomendarla.
La cinta sigue a un experimentado piloto militar italiano que, después de ver morir a su compañero, recibe un hechizo que le convierte en cerdo. Una de las películas más complejas del estudio con múltiples capas para ir descubriendo.
11. 'El viento se levanta' (2013)
Hayao Miyazaki llevaba cinco años sin dirigir una película -Ponyo fue la última- y volvió a la acción con El viento se levanta, basada en un manga que él mismo había escrito unos años antes. El maestro de la animación quiso contar la vida de Jiro Horikoshi, figura célebre de la Segunda Guerra Mundial, y, después de hacerlo en papel, lo trasladó a la pantalla.
Miyazaki vuelve a un terreno que conoce bien -el del conflicto- desde un ángulo diferente. No había ninguna duda de su vuelta y lo que ofrece al espectador es, una vez más, un espectáculo visual fascinante y una historia llena de capas, emociones y mensajes. Una de las mejores de Ghibli.
10. 'Ponyo en el acantilado' (2008)
Ponyo en el acantilado tiene todo lo que se le pide a una película del estudio. Una belleza visual inigualable, una preciosa historia en el centro de todo y un cúmulo de emociones bonitas. Para mí, ese es el resumen de Ghibli y Ponyo lo reúne punto por punto gracias a la amistad entre un niño de 5 años y un pez dorado que quiere ser humano.
La película está dirigida por Hayao Miyazaki, quien la desarrolló con una mezcla de La sirenita -la de Hans Christian Andersen-, la inocencia de un niño y sus ganas de trabajar una animación minuciosa. Invirtió en ella 170.000 imágenes individuales, superando a cualquier título del estudio.
9. 'Recuerdos del ayer' (1991)
El éxito de Recuerdos del ayer, la quinta película oficial del Studio Ghibli y la séptima dirigida por Isao Takahata, resultó ser un éxito inesperado. Takahata, que venía de traumatizarnos con La tumba de las luciérnagas, dio en el clavo al combinar elementos para el público infantil y adulto. Así fue como se convirtió en la cinta japonesa más taquillera de 1991.
Taeko Okahima es una joven de 27 años que siempre ha vivido en Tokio, pero decide escaparse unos días a Yamagata con la familia de su hermana para desconectar. Allí vive todo un viaje de regresión a su infancia. Se ve a sí misma cuando era una colegiala y recuerda a todos sus compañeros de clase, que viven fuera de la ciudad. Taeko recuerda su pubertad, lo mucho que le costaban las matemáticas o sus primeros romances, lo que le lleva, inevitablemente, a pensar si ha sido fiel a esa niña. Un exquisito e imprescindible relato.
8. 'El chico y la garza' (2023)
La última película estrenada bajo el sello Ghibli no es un título menor, sino una obra crepuscular del maestro Miyazaki que solo ha sido posible gracias a su veteranía y largo recorrido. Un melodrama existencial donde Mahito, el protagonista de 12 años, pierde a su madre en un incendio y, años después, debe superar el duelo trasladándose a una casa en el campo. Allí, siendo víctima de 'bullying' y obligado a formar parte de una nueva familia, encuentra consuelo en la fantasía.
El chico y la garza es una película oscura, pero de gran belleza. Una joya de artesanía que provoca sensaciones viscerales y que aplasta al espectador con su enorme sensibilidad. Si realmente es la última obra de Miyazaki, es un broche de oro.
7. 'Nausicaä del Valle del Viento' (1984)
Hemos dudado si meter esta película en el ránking pero, aunque se estrenara un año antes de la fundación del Studio Ghibli, no podemos dejar de lado una película creada por Miyazaki, Isao Takahata y Toshio Suzuki -grandes figuras de la compañía- que ellos mismos consideran parte de su catálogo. Así que, si ellos lo ven así, Nausicaä del Valle del Viento es Ghibli y punto.
Nausicaä es una princesa del Valle del Viento que lucha contra el reino de Tormekia, quienes quieren masacrar el Bosque Contaminado y a los insectos que en él habitan. En esta cinta encontramos temas que posteriormente serían recurrentes en las historias del estudio, como la protección de los recursos naturales, el amor por la naturaleza, un conflicto bélico y, por supuesto, una protagonista guerrera de buen corazón y armas tomar.
6. 'El cuento de la princesa Kaguya' (2013)
El cuento de la princesa Kaguya, dirigida por Isao Takahata, es una preciosidad cinematográfica que se debe disfrutar con la misma delicadeza con la que parece que fue elaborada. En su día llegó a ser la película japonesa más cara de la historia con un presupuesto de 49,3 millones de dólares y también fue la última cinta dirigida por Takahata antes de morir. Un testimonio inigualable el que nos dejó el cineasta.
Parte de una historia clásica del folclore japonés: El cuento del cortador de bambú, también conocido como La historia de la princesa Kaguya. Una historia de ancianos sin hijos encuentra en el bosque, dentro de un tallo de bambú, a una joven diminuta. Pronto se transforma en un bebé que crece a pasos agigantados. El matrimonio se hace cargo de ella y, sabiendo que se convertirá en una apreciada princesa, le procuran todo lo que necesita para ello. La joven, sin embargo, siempre prefirió la vida en el campo.
5. 'La tumba de las luciérnagas' (1988)
¿Cuántos niños quedaron traumatizados después de ver La tumba de las luciérnagas? Cuando yo la vi por primera vez ya era plenamente adulta y, aún así, me dejó una huella imborrable que ha hecho que, años después, aún no haya podido volver a enfrentarme a ella. No quiero sufrir más.
La película de Isao Takahata, basada en las propias experiencias de Akiyuki Nosaka, cuenta la dura vida de dos hermanos en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. De nuevo, Ghibli trata los horrores de la guerra con una belleza exquisita, pero, en esta ocasión, no se anda con esperanza ni finales felices. Takahata opta por la vía realista y más cruda de vivir en conflicto. Una cinta imprescindible y absolutamente antibélica.
4. 'La princesa Mononoke' (1997)
Ghibli siempre ha destacado por lanzar mensajes complejos y potentes al público infantil de una manera bonita y bien planteada. La princesa Mononoke es justo eso. A priori, una historia de guerreros, pero en el fondo es toda una queja contra la explotación de los recursos naturales, el odio entre pueblos y el egoísmo puro y duro del ser humano.
Esta cinta de 1997 se ambienta en el período Muromachi, donde los guardianes del bosque tratan de frenar a los humanos que profanan sus tierras. Ashitaka es un príncipe que, tras ser atacado por un demonio, debe abandonar su pueblo para buscar una cura a una muerte casi segura. Así llega a la ciudad de hierro, donde Lady Eboshi está en guerra con los dioses. Una épica aventura llena de capas
3. 'El castillo ambulante' (2004)
La octava producción dirigida por Hayao Miyazaki es también una de las favoritas de los fans de Ghibli. Su impresionante mundo de fantasía, el particular grupo de protagonistas -nadie pensó que un fuego, una sombrerera, un mago y un huérfano encajaran tan bien- y, como siempre, el trasfondo bélico tratado con tanta delicadeza hacen que El castillo ambulante haya quedado grabada en nuestras retinas para siempre.
Cuando Miyazaki se puso manos a la obra, estaba fuertemente influenciado por la Invasión de Irak de 2003. Sentía rabia por lo ocurrido y quería lanzar un mensaje pacifista mientras tocaba otros temas habituales en su obra, como el feminismo. El director declaró en su momento que es una de sus creaciones favoritas y nosotros estamos de acuerdo.
2. 'El viaje de Chihiro' (2001)
Incluso quien no ha visto ninguna película del Studio Ghibli ni tiene interés en la animación japonesa sabe qué es El viaje de Chihiro -o, incluso, ha disfrutado de la película-. Esta cinta de Hayao Miyazaki es uno de los pilares de la compañía y la que encabeza muchas listas de las mejores películas. No es para menos, la aventura de esta niña de 10 años llamada Chihiro es -como siempre- una bellísima manera de exponer su búsqueda de la libertad y de crear un mundo de fantasía tan rico y original que pocas películas han logrado igualarla.
Miyazaki desarrolló esta historia inspirado por la hija de unos amigos que visitaba su casa cada año y le salió la película de mayor éxito de Ghibli. Fue la película más taquillera del cine japonés hasta que llegó Demon Slayer en 2020 y consiguió un Oscar a Mejor película de animación.
1. 'Mi vecino Totoro' (1988)
La calidez que tiene Mi vecino Totoro y la ternura que destila en cada una de sus escenas hacen que sea mi película favorita de todas las creadas por el Studio Ghibli -y sé que no soy la única-. Esta cinta estrenada en 1988 supuso la entrada al mundo de la animación japonesa para muchos niños criados en los 90, quienes la tienen guardada con especial cariño.
Quizás no presente un universo tan rico como El castillo ambulante o El viaje de Chihiro, pero la relación de esas dos hermanas, Satsuki y Mei, con el enorme Totoro en uno de los episodios más difíciles de su infancia -la enfermedad de su madre- está construida con una sensibilidad que pocos pueden alcanzar. Todo eso está decorado con unos elementos fantásticos -el Gatobús, los susuwatari y, por supuesto, Totoro- que ya son icónicos.