Muy pocos actores llegan a la cumbre de Hollywood y, de quienes lo logran, otra minoría llega a convertirse en leyenda. Lamentablemente, suele ocurrir que aquellos que triunfaron siendo jóvenes y su vida quedó zanjada de manera abrupta por una tragedia terminan siendo una especie de mito dentro de la industria. Es la parte más brillante de un oscuro suceso.
Tenemos varios ejemplos de esto. Por ejemplo, River Phoenix tenía tan solo 23 años cuando murió de una sobredosis a las puertas de un club de Los Ángeles acompañado de sus mejores amigos. Johnny Depp estaba presente y también el hermano de River, Joaquin, que quedaría marcado para siempre por la pérdida de su hermano. River se encontraba en los inicios de una prometedora carrera tras haber participado en Cuenta conmigo (1986) e Indiana Jones y la última cruzada (1989).
Heath Ledger también vio truncada su vida a causa de una sobredosis de medicamentos (recetados). El actor se encontraba en el punto más alto de su carrera. Venía de protagonizar Brokeback Mountain, I'm not There y El caballero oscuro cuando sufrió un accidente con fármacos recetados para tratar su insomnio. Su muerte dejó un profundo impacto y la cinta que había dejado a medias, El imaginario del Doctor Parnassus, fue acabada por Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell en homenaje al actor.
Otra muerte recordada es la de Paul Walker. El actor era el protagonista de Fast and Furious hasta que falleció mientras rodaba la séptima entrega. Los productores tuvieron que encontrar la manera de continuar adelante sin él y consiguieron hacerlo rindiéndole un homenaje y dando un final muy especial a su personaje, Brian O'Conner. Walker falleció en un accidente de coche en California en 2013. Él iba de copiloto.