Bridget Jones finalmente parece haber encontrado la estabilidad que tanto anhelaba. Después de años de tropiezos sentimentales y crisis existenciales, ahora disfruta de un trabajo como guionista que la llena de satisfacción profesional. Además, ha formado una pequeña familia, aunque su vida familiar se ve marcada por la ausencia de su padre, lo que siempre le ha dejado una sensación de vacío. A todo esto se suma un nuevo novio, un hombre que, en apariencia, es todo lo que siempre soñó: cariñoso, atento y, por encima de todo, diferente a sus parejas anteriores.
Sin embargo, su felicidad empieza a complicarse cuando se da cuenta de que, aunque la diferencia de edad entre ella y su novio, que supera los veinte años, podría parecer solo un detalle superficial, en realidad plantea serios retos. La disparidad en sus etapas de vida y las expectativas que tienen sobre el futuro empiezan a generar tensiones en la relación. Bridget se enfrenta a los prejuicios de la sociedad, a las dudas sobre su propia madurez y a las inseguridades que surgen cuando se ve reflejada en las diferencias generacionales. Además, debe lidiar con las presiones externas de amigos y familiares, que no siempre comprenden su elección y cuestionan la viabilidad de una relación con tanta diferencia de edad.
En medio de este torbellino emocional y personal, Bridget se encuentra en una encrucijada: por un lado, siente que ha encontrado a alguien que la hace feliz y que la hace sentir especial, pero por otro, la brecha entre sus experiencias de vida, sus deseos y su madurez emocional empieza a convertirse en un obstáculo que no sabe cómo superar. A medida que la relación avanza, Bridget se enfrenta a la complejidad de equilibrar su vida profesional, su familia y, sobre todo, su identidad personal en una etapa de su vida en la que todo parece estar en juego.