En una pequeña ciudad de Hungría, el pintor anciano Péter Molnár, rodeado de la belleza natural, nos invita a un viaje espiritual a través de su proceso creativo minimalista y su estilo de vida ascético.
A través de sus cuadros abstractos, formados por jeroglíficos ilegibles, paisajes escritos y laberintos de signos, Molnár explora los misterios del tiempo, el arte y la vida. Su arte, en constante transformación, puede tardar décadas en alcanzar su forma definitiva, reflejando la paciencia y la profundidad de su visión.