Touch es el décimo largometraje de Paul Schrader tras las cámaras y la religión vuelve a ser uno de sus temas que aborda en una trama protagonizada por Juvenal, un misionero franciscano procedente de Brasil que se desplaza a la gran ciudad para trabajar en una residencia de Los Ángeles que acoge a personas en proceso de desintoxicación. Juvenal posee un milagroso poder curativo con los enfermos y pronto empezará a tener cola de visitas y repercusión entre los "mass media".
Nueve años después de firmar el guión de La última tentación de Cristo que dirigiera Scorsese, Schrader insiste en abordar el misterio de la fe y las consecuencias que puede conllevar la presencia de lo sobrenatural y milagroso en una comunidad actual. El filme adapta un relato de Elmore Leonard (en un cambio de registro poco habitual, pues a Leonard se le conoce sobre todo por su afición al género policíaco). Sin embargo, la combinación entre ambos autores no acaba de funcionar. Touch no sabe muy bien qué tono incorporar entre la comedia y la gravedad y su aparente intención irónica no está bien articulada ni logra trascender el conjunto. Skeet Ulrich en la piel del protagonista y sus compañeros de reparto, Christopher Walken o Bridget Fonda, hacen lo que pueden para sostener un punto de partida desaprovechado y con un resultado poco inspirado.
A favor: Para acérrimos fans de Schrader.
En contra: No acaba de funcionar el modo en cómo es contada la historia y hay unos cuantos secundarios bastante gratuitos.