A lo largo de la historia del cine ha habido multitud de profesionales tanto delante como detrás de la pantalla. Dentro de este grupo numeroso de profesionales, pocos han logrado el reconocimiento de su trabajo. Y de estos, un grupo muy reducido ha logrado hacer fácil lo difícil: crear una nueva vía narrativa. Una nueva forma de entender el cine y su lenguaje. Y en base a ello, influir a generaciones posteriores de artistas. En este grupo selecto están los Orson Welles, Alfred Hitchcock o Luis Buñuel, entre otros. Y, por supuesto, Quentin Tarantino. Su obra maestra, “Pulp Fiction”, sirve como justificación a esto último.
Poco más se puede añadir sobre una película que, tras más de 20 años, continúa a ser enormemente influyente: los personajes, sus frases, las escenas, o simplemente un objeto tan insignificante como la cartera de Jules (Samuel L. Jackson). Sin embargo, llegados a este punto, cabe preguntarse…¿Por qué?
Pues bien, para empezar Tarantino dibuja una narración donde se rompe de forma continuada con los clichés prestablecidos hasta el momento de estreno del filme. ¿Cuándo los gánsters han hablado tranquilamente, y justo antes de hacer su “trabajillo”, de masajes en los pies o de hamburguesas? ¿Unos ladrones que creen que lo más económico es atracar un dinner a primera hora de la mañana? ¿Y la conversación tan distendida entre un hombre mundano (interpretado por el propio Tarantino) y un gánster con cara de pocos amigos como el señor Lobo? ¿Un militar hablándole al hijo de su compañero fallecido las dotes de su padre para guardar un reloj en su culo? Se podría seguir poniendo ejemplos de como Tarantino rompe con estereotipos y clichés, pero creo que esta selección es más que suficiente para ilustrarlo.
La puesta en escena tampoco es poca cosa. Tarantino capta la atención del espectador gracias a un Mcguffin (ese misterioso maletín que todos queremos saber que lleva dentro) o bien esperando a revelar el rostro de algunos personajes, aumentando de esta forma, las ansias del espectador por ver quién es; tal y como son los casos de Mia y Marcellus Wallace. Además, esta película está cargada de escenas que han quedado fijadas en la memoria colectiva de la cinefilia: el baile de Travolta y Thruman al son de Chuck Berry, la escena de la sobredosis en la que Tarantino dilata el tempo como si fuese la escena final de un western de su amado Sergio Leone, o ese monólogo bíblico de Jules.
Esto nos lleva a otro punto destacado del largometraje: los actores. No hay ninguno que desentone. Ninguno. Todos tienen su momento de gloria. Además, echando la vista atrás, uno puede observar como esta película supuso el despegue de las carreras de no pocos actores: Samuel L. Jackson, John Travolta, Bruce Willis, etc.
Por otro lado, estructuralmente, Tarantino traza una estructura circular. El espectador inicia y termina el filme en el mismo espacio; pero, sin embargo, ha de ir cuadrando cada pieza del puzle, estableciendo la línea cronológica por su cuenta.
Podría seguir analizando “Pulp Fiction”, pero eso llevaría una mayor extensión. A fin de cuentas, esto es un simple esbozo. La segunda película de Tarantino, y considero que extensible a toda su filmografía, está llena de detalles. En cada plano hay un sinfín de información: un objeto, algo escrito, un gesto, una canción, etc. Por ello considero que todo esto que he escrito está absolutamente incompleto. De todas formas, me gustaría rematar diciendo que “Pulp Fiction” es una de esas películas eternas y más reconocibles en la historia del cine. Puede llegar a existir el caso de que alguien nunca la haya visto y que, pese a ello, de verla por primera vez, es capaz de reconocer determinadas escenas. Y este hecho, como indicador de la influencia de un filme, me parece más que respetable y válido.