El divorcio, qué gran invento
por Eulàlia Iglesias'Tú a Londres, yo a California' significó el debut en el cine tanto para su directora, Nancy Meyers, futura especialista en comedias románticas como 'Cuándo menos te lo esperas', como para su actriz principal, una jovencita Lindsay Lohan desdoblada en dos papeles. Este remake de uno de los clásicos de la Disney de los sesenta con personajes de carne y hueso resume todo aquello que resulta odiable del llamado cine familiar. Empezando por su argumento: dos hermanas gemelas separadas al nacer que no tenían conocimiento de su respectiva existencia se conchaban para unir de nuevo a sus padres. La protagonista que encarna Lohan por partida doble podría ganar un concurso a la niña pecosa que más se esfuerza en resultar encantadora a un público adulto. Su presencia resulta insufrible desde el primer fotograma. Sus adinerados progenitores (¿por qué en las películas de Disney no existen las familias de clase media-baja?) podrían haberse escapado de cualquier revista pijo-guay: la madre diseña vestidos de novia en Londres, el padre es el propietario de un viñedo en Napa y está enamorado de un zorrón al que todo el mundo ve las intenciones menos él. Todo insoportable, pero encima nos quieren colar la historia, propia del cuento de hadas más cursi, como lo más natural del mundo...
A favor: Por contraste, la bitchie nos cae simpática.
En contra: Que se le aplique el adjetivo "adorable" con tanta facilidad.