"La Cosa (El Enigma de otro mundo)" es un clásico de culto, de terror y ciencia ficción, dirigido por uno de los icónicos del género, John Carpenter. Filme, que asegurará su enorme efectividad como película de terror y ciencia ficción en sus aspectos técnicos, pero también lo hará en sus aspectos narrativos. Así, el guión explorará de una forma actualizada y, ciertamente efectiva los alcances más siniestros y enfermizos de la paranoia, trabajando especialmente el concepto de identidad grupal y personal de un reparto coral de personajes que deben enfrentar a una amenaza implacable y desconocida en un contexto espacial absolutamente aislado y claustrofóbico. No obstante, también se abordarán otras temáticas como la pérdida de la confianza de la sociedad en sus autoridades gubernamentales y la cultura del individualismo, que en la Administración Reagan alcanzaría ribetes de epopeya a mediados de los 80s, en donde la desconfianza y la imposición de los intereses personales se anteponen a los objetivos grupales, y que en la cinta se refleja en la paulatina pérdida de la confianza y, por tanto, el concepto de supervivencia grupal que poco a poco se va conviertiendo en una lucha prácticamente individual por defenderse de todos y sobrevivir a como dé lugar.
Una de las cuestiones en las que Carpenter se preocupó de poner el acento, fue trabajar el escenario físico en el que se desarrolla la historia. Si bien se recrearía en Los Angeles un decorado que simulaba la Antártica, el director no tuvo ningún empacho en filmar las escenas exteriores, que a todo esto son las introductorias, en Juneau, Alaska, con una excelente fotografía, cuando el grupo de noruegos persigue al perro esquimal en un helicóptero y termina enfrentándose a los estadounidenses en las puertas de su base científica. Un lugar remoto entre los enclaves más remotos, inhóspito e implacable, que no representa un mejor destino para el grupo de desgraciados de no tienen idea de lo que deberán enfrentar. Si bien la película, no fue concebida en la particular época en que sí lo fue “El Enigma de otro Mundo” y, por tanto, está despojada de esa naturaleza paranoica de la Guerra Fría, Carpenter logra eficientemente recurrir a otros elementos narrativos para construir, primero, un clima de suspenso e intriga y, luego, de paranoia y demencia. Introduciendo un evidente homenaje a la película de los 50s, con toda esa referencia al descubrimiento de restos extraños y pruebas de una naturaleza extraterrestre, la transición no podrá ser mejor expuesta en pantalla que con la horrorosa autopsia que realizará el Dr. Blair y más aún con aquella increíble secuencia en que el perro esquimal, que salvaron de los noruegos, muestra su verdadera naturaleza y muta hacia un espantoso y abominable ser.
Será la primera de una de las espectaculares postales visuales con que el film pasará a la posterioridad en el cine de ciencia ficción y de terror, y que dan cuenta del genio creador del grupo de artesanos visuales, encabezado por Roy Arbogast, que integraban entre otros las leyendas de efectos especiales, Rob Bottin y Stan Winston. Qué decir de la apoteósica transformación del cadáver de Norris, que después de mutilar los dos brazos de Cooper cuando intentaba revivirlo, se convertirá en un monstruoso ser con la espina dorsal separada y luego su cabeza transformada en una suerte de arácnido monstruoso. Sin embargo, que el espectador no se engañe, porque a pesar de tener a semejantes genios del maquillaje y las críticas, recién iniciando sus carreras, el director logrará cierto equilibrio para no saturar la pantalla con impresionantes efectos especiales y trabajar el clima de claustrofobia y paranoia de la trama. Así, trabajará principalmente este aspecto por medio de la demencia que Blair desarrolla tras descubrir que la criatura es extraterrestre y puede asimilar cualquier forma de vida, que lo llevará a sabotear todos los vehículos, matar a todos los perros y destruir la radio que los comunica con el exterior, las extrañas muertes que comienzan a sucederse y que suponen suicidios o la acción de un tercero, pero especialmente el hecho de que todos se enteren de la verdad y MacReady deba asumir el liderazgo del grupo, haciendo pruebas de sangre y ejecutando a cada uno de los muestras tener indicios de haber sido contagiados por la extraña forma de vida.
Las actuaciones son correctas, otro de los aciertos de Carpenter es la elección del reparto, cada protagonista posee su personalidad y se pueden comprobar distintos comportamientos del carácter humano ante la amenaza. En donde destaca un Kurt Russell, en estado de gracia, para el papel de MacReady, con una actuación impecable. El carisma de Russell, encontrará soporte en las sólidas interpretaciones de Wilford Brimley, Charles Hallahan y Richard Dysart, que interpretan a Blair, Norris y Copper, respectivamente. También, encontramos en el reparto a Donald Moffat, Richard Masur, David Clennon y Keith Davis, que interpretan a Garry, Clark, Palmer y Childs, completando un reparto eminentemente masculino, en que cada aportará su cuota de conducta paranoica, desleal y egoísta, que una trama como éste demandaba.
En definitiva, un clásico absoluto de la ciencia ficción y el terror, que combina con mucha eficacia temáticas narrativas como la paranoia, la pérdida de la identidad y la desconfianza, con un apartado técnico brillante a cargo de genios de los efectos especiales como Rob Battin y Stan Winston. Un film que es, muy probablemente, la mejor cinta de John Carpenter. Su impacto cultural es evidente, habiendo sido cientos de veces referenciada, homenajeada y copiada. Siendo nominada a los premios Saturn a la mejor película de terror y mejores efectos especiales. Una obra que de tan tensa, tan intrigante, tan angustiosa, tan espeluznante, tan cautivadora, tan serena y tan gélida, no tiene otro remedio que pasar a formar parte de la historia del séptimo arte.