"Poltergeist: Fenómenos Extraños" es un emblemático film de fenómenos paranormales de los 80s, dirigido por Tobe Hooper y producido por Steven Spielberg. Los Freelings, que viven una apasible vida en una comunidad planificada de California, Cuesta Verde, deberán enfrentarse a extraños fenómenos paranormales que al comienzo aparecen como una curiosidad, pero que luego se mostrarán muy hostiles cuando secuestren a la hija menor de la familia. El término “poltergeist” proviene del alemán “poltern” (hacer ruido) y “geist” (fantasma) y se refiere a un fenómeno paranormal producido por alguna entidad o energía imperceptible y que se traduce en hechos perceptibles de naturaleza agresiva. Entre este tipo de eventos, los parasicologos advierten movimientos de objetos inanimados, ruidos extraños, olores nauseabundos sin explicación y hasta ataques físicos, provocados por un fantasma o entidades asociadas a muertos, o incluso telequinesis inconsciente derivado de estrés o tensión emocional.
Tiene un inicio discreto y muy pausado, siendo la verdadera clave de su eficacia el ir de menos a más. El film, de hecho, se esfuerza, al parecer, por resaltar lo convencional y normal que es el contexto y la familia en sí, poniendo de relieve que este tipo de situaciones le puede pasar a cualquiera, incluso al espectador. Es a partir de esta cotidianidad y el hecho de que a la madre y a la hija menor les parezca curioso y hasta divertido, que la película comenzará poco a poco a construir una ambientación incómoda hasta alcanzar momentos de claustrofobia y angustia, cuando el padre, pero especialmente la madre se aventure a lo desconocido para rescatar a la pequeña Carol Anne atrapada en otra dimensión. Una vez que Carol Anne sea abducida y los fenómenos paranormales comiencen a manifestarse físicamente, el film tomará un tono esencialmente oscuro y claustrofóbico que se traducirá en los mejores momentos de la cinta. Para la posteridad quedarían aquellas secuencias en que Robbie, el único hijo varón de la familia es arrastrado literalmente por un furioso árbol que se cuela por la ventana, o en la que el mismo chico es atacado por un muñeco con forma de payaso que intenta ahorcarlo.
También viene a la memoria las manifestaciones espectrales que raptan a Carol Anne desde el armario y el trabajo de rescate encabezado por la icónica médium Tangina Barrons, en donde destaca el trabajo de ILM de George Lucas. Sin embargo, la secuencia del epílogo cuando la madre, Diane, cae al agujero en donde se planeaba construir una piscina y es atacada por decenas de cadáveres que salen de sus ataudes, llevará el horror a la cúspide, en un toque que bien podríamos adjudicarle a Tobe Hooper y su sórdida manera de ver el cine de terror. Respecto a este último punto, y hablando de la maldición que se supone, rodeó el periodo de filmación y tras su finalización, conviene citar la espantosa confesión que la actriz JoBeth Williams (Diane Freelings) hizo en una entrevista posterior cuando señaló que Spielberg y Hooper ocuparon huesos reales en la escena de la piscina, porque resultaban más baratos que los de plástico. Los fanáticos de las conspiraciones y lo macabro relacionaron este hecho a dos hechos desafortunados, como el asesinato de la joven actriz Dominique Dunne (la adolescente Dana Freelings) a manos de su novio pocas semanas después del estreno del filme y la prematura muerte de Heather O’Rourke (la niña Carol Anne Freelings) a los 12 años en 1988, por estenosis intestinal aguda, mal congénito diagnósticado un año antes.
Las actuaciones son correctas, además de las mencionadas Heather O’Rourke y Dominique Dunne. El reparto estuvo integrado y liderado por los competentes, aunque poco conocidos Craig T. Nelson y JoBeth Williams, que venían del mundo de la televisión. Juntos tiene una buena química, pero es Williams la que termina por destacar como la madre desesperada que decide ir a donde sea para traer a su hija pequeña de regreso, acaso el rasgo más melodramático del film. El único hijo varón de los Freelings, Robbie, fue interpretado por Oliver Robbins. En tanto, la icónica actriz Zelda Rubinstein encarnó a Tangina Barrons, la médium espiritual ayuda a coordinar los esfuerzos para rescatar a la niña secuestrada. Beatrice Straight interpretó a la Dra. Lesh, parasicóloga que trae a Tangina a casa de los Freelings. Jerry Goldsmith, logró un destacable equilibrio sinfónico con notas suaves que transfieren tranquilidad y un leve toque infantil, pasando a piezas bastante más amenazadoras e inquietantes, que termina por expresar la evolución que el film tomará desde un melodrama familiar a un film de horror sobrenatural.
En definitiva, un film icónico de los 80s que destaca por su eficacia narrativa y un gran trabajo de efectos especiales, que termina por imponerse, a pesar de su aspecto inicial melodramático, como uno de los imprescindibles para los fanáticos del horror sobrenatural. Una cinta de terror familiar en la que el suspense prima por encima del miedo, con unas maquetas de la época que alcanzan todo su esplendor en la parte final. A día de hoy, sigue resultando una propuesta terrorífica y, por momentos, una de las experiencias cinematográficas más inquietantes del género. Con un metraje que incide en los terrores infantiles que todos hemos experimentado alguna vez.