La filmografía de Tarantino siempre ha estado teñida de enormes referencias al cine que más le gusta y apasiona: el cine de los 70's. En su andar cinematográfico ha encontrado hermanos de videoclub que también profesaban los mismos placeres en ese tipo de cine. Los más claros seguidores son los opuestos Robert Rodriguez ('El mariachi', 1992) y Eli Roth ('Hostel', 2005). Con el primero ha sido con el que más ha conectado el cerebro de Quentin a la hora de crear proyectos, relaciones e historias. Era lógico que algún día convirtieran su pasión setentera en una película. Pues no, hicieron dos. Bajo el amparo de 'Grindhouse', una especie de sesión doble muy popular durante los 70's y 80's, ambos directores filmaron sus visiones personales del cine serie Z (la serie B se les quedaba corta). Por un lado, Rodriguez plasmó la descabellada aunque cachonda 'Planet terror' (2007) mientras que nuestro querido bastardo Quentin se decidió por el género de las persecuciones de coches.
Anacrónica como ninguna otra en su carrera. Extraña, fuera de lugar, inclasificable... muchos adjetivos para encajar este film en algún lugar concreto en la filmografía de Tarantino. No hay que pensarlo mucho, es sencillamente un capricho caro que Quentin deseaba hacer. Toda una declaración de amor por un estilo de cine. El realizador de obras inmortales como 'Pulp fiction' o 'Kill Bill' nos daba una lección de reconstrucción de cine. Una magistral lección de dirección, montaje y diseño puestos al servicio de una (en aparente) simple historia que se duplica para diversión del público.
Toda la película se ha rodado con el único afán de divertir, eso se refleja en la infinita cantidad de detalles tanto en su acabado visual (esos cortes bruscos de montaje, desenfoque, etc). Como en los siempre brillantes diálogos de sus personajes. Una nueva hornada de iconos que pasan a engrosar las filas de los personajes del universo tarantiniano. Ya teníamos al Sr. Rosa, a Vincent Vega, a la Novia, al Sr. Lobo o a Julius Whitefiled... ahora el inquieto director nos seduce con un oscuro ser, sacado del mismísimo pozo de las salas de cine más lúgubres del medio oeste: especialista Mike (Kurt Russell). Una mezcla de Mad Max y Michael Myers a bordo de unos espectaculares coches con una sola obsesión, sentir la muerte y saborear su dulce sabor.
La tenaz tarea del creador de 'Reservoir dogs' (1992) para resucitar las carreras de actores semi olvidados (Travolta en 'Pulp fiction', Pam Grieg en 'Jackie Brown' o David Carradine en 'kill Bill') vuelve para rescatar a un perfecto Kurt Russell como psicópata de la carretera. Un estilo rudo, mordaz y directo, hacen de este personaje una estupenda muestra del cine de Tarantino. Un epitafio del género de acción que tantas horas de entretenimiento nos ha dado. En manos de Quentin, el especialista Mike, toma visos de icono, de símbolo de una época que jamás volverá. Brillante en su trabajo, Russell vuelve a brillar como en los 80's ('La cosa', 'Golpe en la pequeña China', '1997:rescate en New York'). Carpenter le hizo famoso, Tarantino le ha guardado un sitio en las leyendas.
El film es una colección de fectiches del director. Estupenda banda sonora, coches, referencias cinéfilas, pies desnudos, cigarrillos y chicas, chicas, chicas y más chicas. Una orgía de frases, diálogos que como en costumbre, nos inunda los oídos, nos provoca, nos seduce y como Kurt Russell ante el lap-dance de Vanessa Ferlito (despampanante escena) quedamos rendidos ante tal talento. No muy reconocida como obra de Tarantino, no tuvo la repercusión que anteriores trabajos. Contaba además con el handicap de estrenarse tras la arrolladora epopeya de 'Kill Bill', lo que hizo distanciarse a gran cantidad de público. Eso sí, sus leales admiradores pudimos disfrutar de una ración de cine homenaje que hacía mucho tiempo no teníamos.
Una colección de estupendas nuevas actrices (con una Rosario Dwason templada) en la que destacan Vanessa Ferlito (obvio) y una Zoe Bell que por fin podemos ver el rostro. Bell, especialista de cine antes que actriz, demuestra la veracidad del argumento del film. El modo en que en los 70's se hacía cine. No había ordenadores ni efectos para fingir. El especialista debía estrellarse con el coche, saltar de verdad o subirse donde fuera. Zoe Bell (doble de Uma Thurman en 'Kill Bill') saca a relucir toda su experiencia como profesional en unas arriesgadas escenas que nos deleitan. Sin apenas diálogos en su segunda mitad del film, 'Death Proof' se puede ver dos maneras: como una disparatada apuesta por la acción sin medias tintas; o como una suculenta muestra de buen oficio a la hora de rodar.
El nexo que une ambas historias es Mike, el especialista. La muerte que lleva tras de sí, su fetichismo, sus modos seductores envueltos en riesgo. Un canalla de la velocidad dispuesto a gozar a costa de la vida de inocentes (¿seguro?) chicas que ansían el vértigo de la aventura. Tarantino no pudo haberlo hecho mejor, lástima que la sombra de su propio estilo sea tan poderosa que aplasta cualquier otro intento de plasmar otro. Tarantino es víctima de su obra, se debe a ella y 'Death Proof' es el ejemplo claro. Una obra menor en su filmografía pero que toca por momentos la divertida sensación de haber viajado en el tiempo para devolvernos los años 70's.