En el París de finales del siglo XIX, el Can-Can ha sido prohibido. El motivo es que este baile incita a la inmoralidad y al desenfreno, y hay que erradicarlo a como dé lugar. Sin embargo, no todos aceptan esta ley. Simone Pistache (Shirley MacLaine), la propietaria de un café de la ciudad, es una de ellos. Sin embargo, ella no se contenta con quejarse. Va a más, y ofrece el deleite del Can-Can de forma ilícita a sus clientes. Por suerte para ella, su abogado tiene a un juez corrupto cogido de la garganta, y gracias a ello se ha librado de la justicia.
Todo amenaza con cambiar cuando llega al café un nuevo juez en sustitución del anterior. Lo malo es que es íntegro y justo, y por lo tanto no se le puede chantajear como al anterior. Empeñado en cumplir las leyes, este juez está dispuesto a cerrar el café si descubre que dentro se practica el baile. Lo que no sospecha es que gracias a ese lugar y al Can-Can va a cambiar su recta y aburrida forma de ver la vida.
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