La reina de Inglaterra, Isabel II, y el primer ministro británico, Tony Blair, luchan contra las numerosas reacciones tras la muerte de la princesa Diana de Gales el 31 de agosto de 1997. Este repentino a la par que sorprende noticia ha provocado numerosas insinuaciones en su territorio y en la mayor parte de los países del resto del planeta, por lo que sus métodos de actuación deberán estar perfectamente planificados para estar preparados ante las posibles consecuencias que esto pueda llegar a acarrerar.
La trama prosigue su curso y varios escándalos mediáticos empiezan a cuestionar poco a poco el mandato de la monarca y la dirección del máximo mandatario gubernamental, dos figuras que van a adquirir una enorme trascendencia con el transcurso de los minutos. Incluso llegan a producirse quejas por parte de los príncipes Harry y William, quienes permanecen expectantes reclamando algo más de información al respecto. Se trata de una historia que todos desconocen en torno a los días posteriores al trágico accidente de tráfico que dio la vuelta al mundo.
Las monarcas también lloran
por Eulàlia Iglesias