Un policíaco lleno de aristas
por Beatriz MartínezTras 'Cuestión de sangre (Little Odessa)' y 'La otra cara del crimen', James Gray contó de nuevo con Joaquin Phoenix y Mark Wahlberg, protagonistas de esta última, para 'La noche es nuestra'. Ambientada en el Nueva York de 1988, Gray recupera los temas y las localizaciones de sus dos anteriores obras para, una vez más, volver a su pasado y a aquello que le rodeó durante su infancia y adolescencia. 'La noche es nuestra' es, en apariencia, una película policiaca de trama sencilla y resolución más o menos simple. Pero, como las mejores producciones del género, encubre algo más bajo la trama criminal. En este caso, el tema preferido de Gray, la familia, ya presente en sus dos obras anteriores y en 'Two Lovers', la siguiente. Bajo el influjo de Shakespeare (quizá ya insoslayable al tratar temas familiares de hijos enfrentados a sus padres y de familias confrontadas), Gray construye una película quizá más poderosa en lo visual que en el guion, con una estética que bebe directamente de los policiacos de los setenta, para lo cual el director de fotografía Joaquin Baca-Assay se basó para su trabajo en las fotografías de películas como 'The French Connection' o 'El padrino, parte II', entre otras, para que pareciera que 'La noche es nuestra' fuese una película de la época restaurada. Gray quería alejarse de los policiacos actuales y lo consiguió por completo a través de una obra de estructura solida y magníficas interpretaciones.
A favor: El trabajo de Gray y de los actores.
En contra: Que el guion se resiente frente a la fuerza de la puesta en escena.