Crítica de SensaCine.com para Cassandra's Dream: A falta de delitos...

A producción por año y sin fallar ningún curso desde que en 1982 dirigiera La comedia sexual de una noche de verano, el estilo de Woody Allen ha permanecido bien reconocible hasta inicios de la década del 2000, pese a que, salvo La maldición del escorpión de Jade y Match Point, muchas de estas entregas recientes apenas se han aposentado en nuestra memoria. Avanzada la década y antes de que llegara su desinfle más preocupante, o natural (según se mire), en forma de "vehículos en urbes cosmopolitas", Allen ya daba algún paso en falso remontándose a viejos planteamientos cuya actualización parecía una simple excusa para dirigir un nuevo título más y asegurar su media de taquilla anual más que para arrojar nuevas luces o sumar ingredientes extra realmente valiosos sobre conflictos morales ya puestos en escena.

El sueño de Cassandra se mira en Delitos y faltas y Match Point y las comparaciones son odiosas, sobre todo en relación a la primera, y uno se queda preguntándose el por qué. El tándem protagonista (Colin Farrell y Ewan McGregor), aunque lo intenta, no logra sostener este fábula moralista protagonizada por personajes abocados a la fatalidad, impelidos a ella dada su mediocre y desmedida codicia. Uno siente descompensada la estructura de un guión que avanza moroso para llegar a un enclave –el del asesinato, el sentimiento de culpa y sus consecuencias– en el que finalmente poco se detiene. Una secuencia sí permanece por su factura en la retina, ahí donde se concentra por unos segundos el meollo de un filme bastante anodino: el travelling circular en el parque, bajo un par de árboles, cuando los hermanos y el tío comienzan a concebir el inminente asesinato. La película pretende ser un círculo, pero acaba siendo más un circunloquio y uno lamenta este Allen desvanecido.

A favor: Un esforzado reparto.

En contra: Allen repite temas, siempre lo hizo, pero esta vez el guión carente de ritmo no sabe plasmarlos.