Crítica de SensaCine.com para Batman y Robin: Adiós al superhéroe oscuro.

Tras las dos primeras entregas alrededor del superhéroe dirigidas por Tim Burton, este decidió abandonar la saga y con él Michael Keaton, pasando el relevo al director Joel Schumacher y, primero, en Batman Forever a Val Kilmer y, después, en Batman y Robin, a un por entonces emergente George Clooney. El cambio fue brutal: de una Gotham City oscura y sórdida a una ciudad de colorinches y anuncios bajo la batuta del generalmente inefable e insoportable Schumacher.

La primera era mala, la segunda imposible. En ambos caso se rodeó de un elenco de actores de más o menos relumbrón para darle más empaque a unas propuestas basadas en un sentido del espectáculo meramente pirotécnico, con una concepción en la puesta en escena que pretende ser novedosa y acaba siendo trasnochada. En Batman y Robin no importa penas nada. Tan solo comprobar como aumenta la nómina de personajes que pululan frente a la cámara sin tener demasiado claro que hacen o dejan hacer ahí. Poco más se puede decir de una película que nunca debería haberse producido, o sí, en realidad da un poco igual teniendo en cuenta que Schumacher ha dejado claro durante más de dos décadas que es incapaz de hacer una obra en condiciones. La presencia de Schwarzenegger como malo que al final se redime, resulta tan grotesco como impuesto, irritante en su conservadurismo.

A favor: Clooney, tiene presencia, y aunque no llegue a creerse lo que está haciendo, llena la pantalla.

En contra: El trabajo de Schumacher, hortera sin medida.