“El Caballero Oscuro” es una extraordinaria segunda entrega de la trilogía “The Dark Knight” (2005-2012) a cargo de Christopher Nolan, considerada por muchos críticos como la mejor película basada en un súperheroe de la historia. Con la ayuda del Comisario Gordon y el Fiscal del Distrito Dent, Batman continuará eficazmente su lucha contra el crimen organizado. Sin embargo, la aparición de un nuevo criminal conocido como el Joker que gusta de aterrorizar a la ciudadanía y al resto de la mafia citadina pondrá el jaque el trabajo que viene realizando el trío. El director deseaba reinterpretar por completo al Joker, así que fue necesario reestudiar, reanalizar y revalorar varias fuentes de cómics entre las que jugaría un papel fundamental la aclamada “The Jokers Five-Way Revenge” (1971) de Dennis ONeil y Neil Adams por su oscuro y maduro tratamiento de uno de los villanos más siniestros, complejos e interesantes de toda la historia del cómic. Una vez que se confirmó que el villano de esta segunda entrega sería el Joker, se esperaba que Christopher Nolan explorara los orígenes de la némesis de Batman, escarbando en sus motivaciones e intereses antisociales tal como lo había hecho en “Batman Begins” con Bruce Wayne/Batman en la búsqueda de una identidad propia, estructurando y proyectando de esta forma un personaje multidimensional.
No obstante, y sin prescindir precisamente de este enfoque realista, fundamentado, reconocible y contemporáneo para proponer esta vez a una figura antagónica desequilibrada y plausible como el Joker, Nolan decidiría introducir al príncipe del crimen ya configurado y consolidado como personaje para así no disminuir la amenaza que representaba, permitir que pudiera desatarse sin límites y acceder a la cúspide del crimen organizado de Ciudad Gótica. La compleja y fascinante estructuración del Joker de es, sin lugar a dudas, una de las claves de la solidez narrativa de esta segunda entrega. Interpretado brillantemente por Heath Ledger, el Joker es representado con un genio de la planificación e improvisación criminal, de abrumadora inteligencia creativa y calculadora, maquiavélico y audaz, siempre un paso adelante que los demás, incluyendo al propio Batman y la autoridad policial. Al no tener relaciones familiares, de amistad y lealtad con otros criminales, es un antagonista con absoluta libertad moral, ética y emocional que, a la vez, lo convierten en un personaje totalmente impredecible. Debido a su traumática infancia y vida familiar, es un personaje inmune al dolor físico propio y ajeno y su carencia de miedos lo transforman en un desquiciado que asume cualquier riesgo. Su liderazgo, por otra parte, se sustenta principalmente en dicho carácter impredecible que encuentra en sus colaboradores, psicópatas, sociópatas, antisociales y gente con problemas mentales, un sentimiento de admiración y miedo al mismo tiempo que les permite convencerlos de unirse a su causa sin cobrar nada a cambio.
Por su parte, si bien el personaje de Bruce Wayne cede un tanto de protagonismo respecto al film anterior y a favor del Joker y Harvey Dent/Dos Caras, es posible identificar un evidente desarrollo del personaje en cuanto a su concepción de la justicia como valor social, no exento claro de varias contradicciones emocionales y éticas con las que debe batallar, lo ayudan a reforzar la dimensión humana de Wayne y su alter ego. De esta forma, es posible ver a un Hombre Murciélago con profundos dilemas sobre su rol de justiciero de Ciudad Gótica y el chantaje del crimen organizados, con problemas para controlar sus ímpetus o volverse derechamente violento como en la recordada escena del interrogatorio al Joker y decisiones extremas como en el epílogo con con Dos Caras. Y es que la aparición de tres frentes simultáneos (mafia, el Joker y Dos Caras) demandará que Bruce Wayne tenga menos tiempo para sus asuntos personales y vuelque toda su atención a la colaboración con el Comisionado Gordon y el propio Fiscal Dent para acabar con el crimen. Para el Ciudad Gótica, en tanto, el diseñador de producción Nathan Crowley reordenó la apariencia de la metrópolis de tal forma de hacerla parecer en un caos constante y profundo, pero menos sucia y polvorienta que su predecesora. Pero no sólo destacan las grandes escenas de acción en el film, también es posible citar varias secuencias interpretativas realmente notables. Primero, la secuencia del interrogatorio al Joker, el primer cara a cara con el Hombre Murciélago, en donde Ledger se despacha unos diálogos magistrales respecto a sus verdaderas motivaciones e intereses respecto a Batman, en una ambientación tensional y violenta brillante. Otra es la explosión del Hospital General de Ciudad Gótica, con un Joker vestido de enfermera y haciendo volar el edificio luego de varios intentos fallidos en el interruptor a distancia. Finalmente, y porque bajo mi punto de vista es la más recordada, la presentación del Joker a la mafia con el truco de magia del lápiz que desaparece, brillante, simple y gráfica, un ejercicio de pura inteligencia emocional y discursiva.
Las actuaciones son inmejorables, un sobrio Christian Bale terminaría por consagrarse como Batman y para muchos se convertiría en el mejor intérprete del superhéroe gótico en la historia del cine. No sólo profundizó su entrenamiento físico en el Keysi, realizó la mayoría de sus escenas de acción y personificó con efectividad su rol de playboy contrariado con las vicisitudes de su alterego. Bale reforzaría su química con Michael Caine, quien repite como Alfred, su mayordomo y “padre adoptivo”, a pesar de que se muestra menos paternalista respecto a la precuela. Gary Oldman volvió a interpretar al ahora Comisionado Gordon, un personaje, en sus palabras, “incorruptible, virtuoso, fuerte, heroico, pero subestimado”. Morgan Freeman repitió a Lucius Fox, ahora ascendido a director ejecutivo de Wayne Enterprises, pero con funciones más bien ingenieriles para su jefe y con quien tiene entretenidos y ágiles diálogos. Entre las nuevas incorporaciones, encontramos a Aaron Eckhart como Harvey Dent, fiscal del distrito de Ciudad Gótica que terminará trágicamente convirtiéndose en Dos Caras. Maggie Gyllenhaal encarna a Rachel Dawes, personaje femenino que tiene cierto poder y compromiso moral, aunque no por ello requiere de ser rescatada. Eric Roberts como Sal Maroni, el gánster que rivaliza con Carmine Falcone, y Chin Han como Lau, el contador chino que maneja el dinero de la mafia, también engrosaron el elenco. Sin embargo, quien se lleva todos los aplausos y regala una actuación automáticamente legendaria y aclamada fue Heath Ledger, quien encarnó a la mente maestra del crimen, el Joker. Maniático, maquiavélico y caótico, Ledger construyó un personaje inolvidable viviendo solo en una habitación de hotel por un mes, leyendo cómics y estudiando la personalidad de personajes como Lex DeLarge de “A Clockwork Orange” y Sid Vicious de Sex Pistols.
En definitiva, una experiencia cinematográfica compleja y oscura en los temas que aborda, elegante y madura en su ejecución, sobria y brillante en sus interpretaciones. Buena historia que conjuga una trama de cine negro, dentro del subgénero de la mafia con superhéroes, psicópatas y la eterna lucha entre el bien y el mal. Reflexiva, intensa, trágica, apasionante... Con un trasfondo denso y lóbrego, aunque evitando estridencias incómodas en un film de vocación comercial. Nolan no se anda por las tópicas andaduras del género. Batman cuelga los hábitos y reflexiona.
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