Por encima de la trepidante y locuaz Batman: Begins, Nolan apuesta toda la carne y la distribuye en un asador que con amplitud de méritos conjuga a este atrapante y fructífero thriller que, con ánimos en su haber, intenta eficazmente captar la esencia del hombre murciélago remolcando el oscuro contexto en el que se desarrolla y la psicosis predominante en sus más icónicos letreros personificados. El progreso de The Dark Knight es en todo momento ingenioso en el sentido de cautivar a través de su indeterminismo (es decir, que no se hace predecible) aunque también téngase en consideración su etérea condición de ser, en parámetros generales, un largometraje poco seductor desde la propuesta visual y grandilocuente vista desde la perspectiva de un género abierto a la imaginación y las fervientes y enérgicas puestas en escena. The Dark Knight no llama la atención por poseer esta rasgadura, no es tan magnética y espectacular como otras obras en su haber comiquero (salvo por la persecución en la ciudad y alguna que otra situación) pero su temperamento portentoso y plumazo épico más preciado es plausible desde la transmisión de una intensidad y un porte ideológico enriquecido de la preponderante asistencia de Heath Ledger, quien encarrila y se hace dueño de esta historia tras una acentuada y brusca interpretación, brindando una visión del mundo que, hasta entonces, desconocíamos del Jocker. Lo elegante de esta película, más allá de una aclamada representación del villano, es la inteligencia de un director para recaer sutilmente en las aptitudes más características de sus figuras, otorgándoles una razón de ser y estar en un ambiguo y oscuro relato que se sustenta a partir de las piezas que conforman un complejo rompecabezas. No habría The Dark Knight ante la ausencia de al menos uno de los aposentos que lideran esta narración, principalmente porque Nolan es fiel en la creencia de que todo su elenco es relevante y es por eso que el Jocker, aunque siendo el más contundente de todos, no es la esencia por excelencia de esta secuela, sino que lo es su no limitación a la hora de extraer el mayor jugo posible de sus integrantes, conformando así un thriller de calidad, dramáticamente pincelado y contextualmente honesto y adepto al universo gótico. The Dark Knight es la prueba irrefutable de que los superhéroes, incluso entrañados en la instintiva espectacularidad que los puntualiza, no carecen de dignas anécdotas que tienen con qué realizarse y adaptarse. Porque The Dark Knight no deja de ser una película de superhéroes pese a su distintivo carácter, pero es una en un pajar que potencia sus cualidades y explota -en el buen sentido del término- las capacidades de un atractivo y categórico héroe.