Tres años después de Batman Begins, Christopher Nolan volvió a alzarse en 2008 en la gran pantalla con su secuela, una que la redondearía, que la eclipsaría y que se convertiría en la que, para muchos de nosotros, representa la mejor película jamás creada en el género superheroico de imagen real: El Caballero Oscuro.
Con un Bruce Wayne, un Batman, un James Gordon y una ciudad de Gotham ya muy bien presentados y recreados en la primera entrega de lo que sería una trilogía cinematográfica, ya tocaba una película así: Batman Begins estuvo muy bien, pero de algún modo era la creación del personaje, de su universo; su puesta en escena auténtica necesitaba una cinta completa para ello, una que estuviera coprotagonizada por un villano a la altura... ¿Y qué mejor opción que el máximum de entre todos los némesis que Batman pudiera tener? ¿Qué mejor que el Joker? Nada, desde luego. Si recordamos, en la Batman de Burton, el Joker de Nicholson se cobraba demasiado protagonismo -en parte culpa de aquel poco logrado hombre murciélago- para lo que era como adaptación del personaje; aquí el equilibrio se hace notar a cada instante, los cruces de escenas entre Wayne y Joker, los encontronazos, las triquiñuelas, cada original, desternillante, sádica y mortífera encerrona que el gran villano de Gotham prepara al encapuchado y/o a los habitantes de Gotham.
Si de Batman Begins decía que Nolan lograba por fin crear una película a la altura de Batman y su mundo, con El Caballero Oscuro no hace sino coronarse con una cinta redonda, de principio a fin; los efectos especiales y la sobresaliente banda sonora del gran Zimmer no hacen sino servir de acompañamiento a un montaje excepcional, una trama enrevesada y muy bien planteada y unos personajes principales que quitan el hipo. Si alguien pensaba que el enfoque oscuro y realista que Nolan daba a su Caballero Oscuro era cuestionable, díganle que vea esta película y descubra cuán equivocado estaba. Y es que puedo afirmar, confirmar y prometer que, sin ninguna duda, y en lo que a imagen real respecta, El Caballero Oscuro es el mejor Batman jamás creado.
Y es que, en su conjunto, es todo lo que una buena película debería ser, tanto a efectos técnicos, como argumentales, como interpretativos. Cada entrada en escena de Batman nos arranca una sonrisa, cada chiste nos la ensancha, cada escena de acción nos introduce de lleno en ella, cada explosión nos hace temblar y cada inesperada aparición del Joker nos pone la piel de gallina. ¿Y sabéis qué? Uno de los puntos que más ayudan a ello, y que tan malogrado está en el cine de nuestros días, es que cuenta con un ritmo perfecto y progresivamente frenético a lo largo de su poco menos de dos horas y media de metraje.
Personajes nuevos y viejos, personajes que se van y personajes que vuelven. El Caballero Oscuro funciona, al mismo tiempo y sin perder un ápice de calidad, como secuela, como adaptación y como película, y puede ser vista, disfrutada y analizada desde las tres perspectivas manteniéndose en lo alto.
Christopher Nolan entiende este universo. No sólo comprende a Batman, no sólo capta las motivaciones de Bruce Wayne. Comprende y explica a todos sus personajes, sin dejarse nada en el tintero, y eso queda más que claro con la espectacular visión que Heath Ledger -que en paz descanse- nos da del Joker, más increíble y siniestro que nunca. Un Joker que hace aún más cercana El Caballero Oscuro a nuestra sociedad por ese poderoso realismo, por esos ideales de caos y anarquía que el gran villano de la cinta pretende instaurar en las calles de Gotham, sin nada que perder, sin que nada importe más allá de su propia diversión. Y es que, como el propio Alfred comenta a Bruce Wayne en los primeros compases de la película, algunas personas sólo quieren ver arder el mundo.
¿No la han visto? No sé a qué esperan. ¿Lo han hecho? Vuelvan a hacerlo. El Caballero Oscuro es una película indispensable, la más grande -como siempre, bajo mi humilde opinión- de cuantas se han hecho sobre el mundo de los superhéroes... Y hace que, una vez más, Nolan deje el listón increíblemente alto para quienes pretendan traernos sus propias visiones del hombre murciélago a la gran pantalla.
El Caballero Oscuro es, en definitiva, la mayor película de superhéroes, la mayor de antihéroes, la consagración de Nolan como cineasta en lo que a Batman respecta... Y la gran consagración, también, del propio Batman en el cine.
No se la pierdan.