Redimirse o morir
por Covadonga G. LaheraUno de los títulos más populares del género carcelario, Cadena perpetua incidía en la relación de amistad que nace entre dos presos, interpretados por Morgan Freeman y Tim Robbins. No se vincula tanto con la serie de películas de este súbgenero focalizadas exclusivamente en la fuga, sino con aquellas que se centran en la crónica de las dinámicas interpersonales que se desarrollan intramuros.
El realizador de origen húngaro Frank Darabont, tras debutar con la cinta para televisión Buried Alive, dirigió en 1994 Cadena perpetua, The Shawshank Redemption en el original (el título integraba el nombre de la prisión donde transcurría la historia), adaptación de un relato de Stephen King, novelista con quien Darabont ha guardado un estrecho vínculo al trasladar también posteriormente a la pantalla otros títulos del escritor de Maine como La milla verde y La niebla. El realizador primerizo demostró mucho talento en la realización y en la presentación de unos personajes llenos de matices, lejos del maniqueísmo habitual, y lograba enseguida sumergirnos en la profunda conexión entre dos hombres, narrada desde el punto de vista del personaje de Freeman. Notable construcción dramática de una cinta que logra involucrarnos en los tormentos íntimos de sus protagonistas y en su día a día de conflictos y maltratos sin olvidar otras caras como la generosidad, la dignidad, la empatía y la esperanza mientras sobrellevan, cada uno a su manera, la privación de libertad.
A favor: Las interpretaciones de Robbins y Freeman y un sutil equilibrio dramático logrando no caer en una fácil lacrimogenia. También, un sorprendente giro final.
En contra: Alguna secuencia pierde un poco de ritmo.