A lo largo de la historia, ha habido muchos personajes que han influido, creado o cambiado nuestro modo de ver y vivir el mundo. Algunos han sido y son enormemente reconocidos, mientras que otros tantos no sólo han pasado desapercibidos, sino que son completa e injustamente olvidados. Hysteria recoge la vida de uno de estos hombres, el Doctor Granville, cuya aportación a la vida cotidiana actual no fue otra que la invención del vibrador.
Joseph Mortimer Granville (Hugh Dancy) es un joven médico, con una gran vocación y dedicación por sus pacientes, y que no acaba de encontrar su sitio en una sociedad conservadora y reacia a aceptar los progresos científicos y sociales. Pero su vida cambia cuando conoce al Doctor Dalrymple (Jonathan Pryce), reconocido terapeuta de mujeres de clase alta que padecen histeria. El tratamiento, debidamente dimisulado y pasado por una patina de hipocresía (y aceites aromáticos), no consiste en otra cosa que masturbar a las mujeres que acuden a la consulta. Y así lo practica el joven y apuesto Granville, aunque con tanto éxito que pronto se ve saturado y sobrecargado por la cantidad de sesiones que tiene que practicar a las ricas señoras del Londres victoriano. Para remediar la pérdida de pacientes insatisfechas y poder mantener su puesto como ayudante de Dalrymple, inventa un artilugio que facilita y mejora las artes masturbatorias femeninas y, de paso, engorda su prestigio y su cuenta corriente; el vibrador.
Esta trama principal, que es la que da origen y sentido a la película, está muy bien acompañada de otras subtramas que contextualizan el papel de la mujer en aquella época. También adquiere especial importancia el lado pasteloso de la película, en el que Maggie Gyllenhaal, como hija rebelde del viejo Dalrymple, aporta la gracia necesaria para que la historia sea más redonda. Completan el reparto principal una plana Felicity Jones (su personaje no invita a mucho más) y un divertido Rupert Everett, como mecenas y protector de Granville.
En fin, una comedia sencilla, entrañable y completamente blanca a pesar del tema que trata. Habría sido gracioso verla en manos de Woody Allen, porque seguro que le habría sacado esa chispa que diferencia a una comedia simplemente simpática de una realmente memorable.
http://diarioenred.com/2012/06/hysteria/
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