¿Quién inventó el consolador?
por Eulàlia IglesiasUn curiosidad histórica como la invención de consolador sirve de base a esta comedia sobre los prejuicios en torno a la sexualidad femenina en la Gran Bretaña victoriana. Nos situamos en una consulta ginecológica a la que acuden docenas de mujeres supuestamente afectadas de histeria, a quienes los médicos alivian con un masaje vaginal. Eran otros tiempos, y los hombres de ciencia no se planteaban que inducir a una señora al 'paroxismo' a partir de la estimulación manual tuviera algo que ver con el sexo... De ahí a idear un aparatejo que facilitara las cosas solo hubo un paso.
Con perspicacia, la directora Tanya Wexler recurre al humor para introducir un tema incómodo de forma tan directa como desenfadada. 'Hysteria' empieza siendo una insólita comedia ginecológica pero, desafortunadamente, deriva poco a poco hacia el melodrama romanticón. En uno de esos ejercicios de autocomplacencia simplista que lleva a cabo a veces cierto cine de mujeres, la película se congratula en dibujar la fémina perfecta: una sufragette concienciada que ayuda a los pobres y lucha contra las ideas cerradas de su padre, el viejo ginecólogo, en particular, y de la sociedad en general. Un personaje de una pieza que, para más inri, también acaba enamorando al protagonista, el joven ginecólogo, a pesar de que éste se había sentido interesado, al principio, por su joven y más bien convencional hermana. Así, la heroína triunfa sin problemas a todos los niveles: en el ético, el histórico y el romántico. Un hat-trick poco frecuente en la historia de las luchas feministas, pero en este film las complejidades interesan más bien poco. Una lástima, porque la idea de convertir un asunto a priori tan delicado en el motor de una película de vocación comercial resultaba muy prometedora...
A favor: El sentido del humor y Maggie Gyllenhaal.
En contra: Acaba siendo la versión cursi e inane de 'Un método peligroso'.