Todos somos animales
por Covadonga G. LaheraEsta adaptación de la novela infantil del Dr. Seuss (también origen de El Grinch) cobra vida animada con acierto e ingenio. Su protagonista Horton, un simpático elefante que comienza a elucubrar sobre la posible existencia de vida en una mota de polvo tras oír voces procedentes de ella, bien podría funcionar como la traslación animada de esa historia universal que propone en su centro la presencia de un visionario. Horton, como buen iluminado, anticipa hechos aún no asimilables en su comunidad y tiempo, que además cuestionarían el sistema establecido, y habrá de enfrentarse en solitario a la incredulidad y persecución ajena y a cuestionar él mismo, por instantes, su propia cordura. Es este, por cierto, asunto de otras entregas coetáneas de diferentes ámbitos, trascendencia e interpretaciones, desde la televisiva Homeland al Take Shelter de Jeff Nichols.
Desde el mismo arranque, el tándem de realizadores formado por Jimmy Hayward y Steve Martino logran construir hábilmente nuestra empatía con los personajes, carismáticos y singulares, cada uno a su manera, y nos introducen de lleno en ese mundo animal y vegetal regido por sus propias normas y en la cruzada épica que el paquidermo está a punto de comenzar para poner a salvo al mundo de los Quién. La propuesta cómica funciona estupendamente, combinando una sorprendente creatividad con capítulos surrealistas que logran despertar nuestros sentidos e imaginación y ampliar nuestros puntos de mira.
A favor: Su ingenio, fuerza y universalidad (que funciona a varios niveles) y su capacidad para crear personajes únicos y un cosmos (macro y micro) divertido y especial.
En contra: La construcción de la secuencia de desenlace resulta algo repentina. Alguien puede sentir cierta previsibilidad buenista en los valores humanísticos por los que aboga.