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    Las aventuras de Peabody y Sherman
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Las aventuras de Peabody y Sherman

    Lecciones de inteligencia emocional

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Entre 1959 y 1963 se emitió, insertada en la serie The Rocky and Bullwinkle Show (canales ABC y NBC), Peabody’s Improbable History, un sketch animado protagonizado por Mr. Peabody, un perro sabio y de carácter renacentista, y por su hijo Sherman, un niño pelirrojo adoptado por el noble can y necesitado de conocimiento. En cada uno de sus breves episodios, la improbable y minúscula familia viajaba en el tiempo y conocía a grandes figuras históricas, a quienes ayudaban a alcanzar los enormes descubrimientos y logros culturales por los que han quedado registrados en los anales de la historia. Con su encantadora estética en dos dimensiones, su propuesta tan imaginativa como didáctica, amén de su sencilla paleta de colores, Peabody y Sherman consiguieron convertirse en un clásico de los cartoons, aunque en España, todo sea dicho, aún son desconocidos para el gran público.

    Parece que Dreamworks pretende cubrir ese vacío global con este remake titulado Las aventuras de Peabody y Sherman, a cargo de Rob Minkoff, uno de los directores de la hipercelebrada El rey león, quien, por cierto, lleva ya mucho tiempo detrás de este proyecto y con el que se pone en los mandos de la dirección por primera vez precisamente después de ese gran hito Disney. Por suerte, Las aventuras de Mr. Peabody y Sherman poco tiene que ver con el espíritu de la sacrosanta casa de animación, aunque tampoco, por desgracia, está tan cerca de los dibujos originales como nos hubiera gustado. Minkoff, en sintonía con la mayoría de propuestas animadas actuales, saca lustre a este clásico renovando digitalmente sus colores y abrillantando su superficie mediante el uso del 3D (aquí un poco insustancial). Sigue siendo fiel al estilo retro del dibujo original, pero, quizá para hacer más atractivos los personajes al espectador contemporáneo, hipertrofia sus principales características (agranda las cabezas, maximiza los gestos o, quizá el detalle más llamativo, Peabody, el perro, camina sobre sus dos piernas traseras como si fuera un humano, algo que no sucedía en la serie televisiva). Del mismo modo, la trama ha cedido a la espectacularización en detrimento del ánimo didáctico: la crítica anglosajona se ha apresurado en relacionar este filme con el clásico teen Las alucinantes aventuras de Bill y Ted (1989), y en ocasiones, en efecto, las similitudes saltan a la vista.

    No obstante, y pese a cierta tendencia al sentimentalismo, hay que valorar el trabajo de guión realizado a la hora de alargar la serie de sketches originales en los que se basa la película y transformarlos en una trama más o menos compleja, en un relato, en definitiva, que cohesione la serie de viajes en el tiempo y de lecciones de historia de Peabody y Sherman. ¿Y qué mejor relato que el de la socialización: el primer día en una escuela nueva, los primeros conflictos con los compañeros, los primeros problemas padre-hijo y también de identidad? No hay rastro de duda: la versión de Minkoff busca apostar antes por los valores de la inteligencia emocional que por la educación basada en cifras y letras. Como le recuerda Leonardo Da Vinci al perro protagonista, los niños no son ecuaciones ni máquinas. ¿Demasiado cursi? Es el signo de los tiempos.

    A favor: El fragmento en que visitan la guerra de Troya es muy divertido y los retratos de sus héroes  (Agamenón, Ajax o Ulises) son la monda.

    En contra: Que los protagonistas a veces son un poco repelentes.

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