Apasionante partida de ajedrez, deporte de estrategia por sobrevivir y no caer donde las piezas accesorias van siendo eliminadas una a una sin ningún tipo de miramiento ni consideración hasta llegar al rey, buscado combate final; todo ello envuelto por una espectacular tormenta de nieve -protagonista tan importante o más que los demás- que no hace si no arropar todo el juego en una tensión angustiosa, rigidez expresiva que juega con el horror y el tormento del inacabable silencio, de la temida gran calma que avecina el gran desenlace que intuitivamente se proyecta (no tanto su conclusión pues saber, sabes que viene una gran explosión; qué resultará y quién caerá está por descubrir); lo cual es mérito de un cuidado guión, habilidad táctica de mostrar sin dejarte adivinar su siguiente movimiento, unos buenos actores (el cartel es impresionante) que profundizan en unos bien elaborados personajes que forman un círculo, que se va poco a poco reduciendo, de gran contenido y una gran satisfacción para el vidente. Melodrama de acción y suspense, magníficamente abrigado tanto por la fotografía, como la puesta en escena o la impecable localización, amén de una acertada música y de unos ya mencionados actores que intensifican con su excelente actuación todo lo expuesto y dan una marcado carácter de señor a este relato sobre relaciones familiares, errores imposibles de enmendar, difíciles elecciones y supervivencia terrenal. Te atrapa desde el minuto uno y no te suelta hasta el último suspiro del ganador, última pieza no caída pero, sin duda, si dañada. Acertada decisión verla y darle una oportunidad; no te defraudará.