Crítica de SensaCine.com para Poder absoluto: Un thriller intenso

Tras Sin perdón, Un mundo perfecto y Los puentes de Madison, dirigidas por Clint Eastwood entre 1992 y 1995, el director y actor se adentró de nuevo en el terreno del thriller, un lugar en el que, antes de su prestigio se viera disparado casi de la noche a la mañana, siempre se había sentido cómodo, con Poder absoluto. En ella Eastwood trazar una película de intriga política magníficamente construida y de ritmo trepidante en el que el director hace no pocas referencias al cine de Don Siegel, el cual conoció de muy primera mano, adaptándolo a su mirada y a su momento. Aunque no está considerada al nivel de sus dramas, Poder absoluto posee una capacidad para la narración magnífica, con un ritmo que marca las pausas de manera excelente y con una puesta en escena tan elegante como de costumbre en Eastwood.

Podría argumentarse que, a diferencia de otros grandes títulos de Eastwood, Poder absoluto no plantea nada más allá de su propia trama, incluso cuando el presidente de los Estados Unidos se encuentra involucrado en un asesinato aunque de manera involuntaria. Y podría ser cierto, pero también lo es que a veces es mejor que Eastwood no intente introducirse en los temas que trate y es mejor que simplemente los muestre: su tendencia al maniqueísmo y cierto esquematismo se nota menos en obras como Poder absoluto, porque es capaz de entregar una obra trepidante y vibrante que se ve sin apenas tiempo para otra cosa que no sea seguir la acción.

A favor: Los actores y la puesta en escena de Eastwood.

En contra: La duración, dos horas es demasiado tiempo, quizá, para lo que narra.