Alimentar el morbo
por Covadonga G. LaheraSobre la veteranía y tirón que pueda tener aún Diane Lane trata de sostenerse este malogrado thriller que suma unas cuantas secuencias de tortura cuyo salvajismo queda, cuanto menos, algo confuso dentro de una trama que simultáneamente parece querer denunciar el éxito de iniciativas sensacionalistas dirigidas a alimentar el morbo sádico de la audiencia. Lane interpreta en este marco a una agente del FBI, reciente viuda y madre de una niña, que encabeza la persecución de un ciberasesino que filma y retransmite por la Red la agonía de sus víctimas. La rapidez con la que esta se desenvuelve está proporcionalmente relacionada con el incremento de audiencia de tal transmisión.
La explicación o móvil de los cruentos asesinatos no llega, por un lado, a satisfacer realmente las expectativas generadas y las pesquisas van avanzando de modo bastante aleatorio; salvo Lane, el resto de personajes están bastante desdibujados y los lazos con ella también quedan poco trazados; la puesta en escena peca puntualmente del exhibicionismo que precisamente denuncia. El primer capítulo de la televisiva Black Mirror de Charlie Brooker es una pieza más ilustrativa y contundente sobre la relación entre las imágenes, el morbo y los shares de audiencia.
A favor: La secuencia inicial: quien después descubriremos como el asesino levanta la cámara que más tarde utilizará para grabar sus letales torturas. Un preliminar punto de vista inmóvil es repentinamente levantado/controlado por él.
En contra: Chirría su denuncia ética y el exhibicionismo de unas cuantas secuencias.