En Alemania, la novela La felicidad de Emma ha vendido 110.000 copias y ha sido traducido a cinco idiomas, publicándose en los Paises Bajos, Noruega, Corea del Sur, España y Francia.
La idea, según Claudia Schreiber, autora de la novela: "comenzó con una pregunta personal. Me pregunté a mí misma qué habría pasado conmigo si no me hubiese ido de la granja en la que pasé mi infancia. No tengo nada que ver con Emma, pero hay algunos aspectos de su vida que conozco muy bien: la matanza de los cerdos, conducir el tractor, la amistad con los animales y la libertad que esconden el heno y el campo. Todo esto estaba conectado con otra idea: a mediados de los 80 tuve la oportunidad de entrevistar a Astrid Lindgren para un programa de radio. Debatimos sobre cómo hubiese sido Pippi Calzaslargas como adulta; A la Sra. Lindgren no le gustó para nada la idea –pero me dejó hablar– y me aseguró que a la Sra. Calzaslargas, incluso de adulta, no le hubiera gustado. Sería una mujer valerosa en sus actos y pensamientos, con poder y mentalizada sobre la ecología. Emma tiene algo de esta mentalidad, y le gusta moldear el mundo para que encaje con ella. Pero Emma no es tan feliz como Pippi. Mi tercera idea fue contar la historia de una niña traumatizada que encuentra consuelo en una estrecha relación con los animales. Lo que hoy en día consigue la terapia con delfines, los cerdos de Emma pueden hacerlo siempre".
El film está dirigido por el alemán Sven Taddicken y la idea se basa en la novela de Claudia Schreiber, guionista de la película junto a Ruth Toma.
A pesar de la seriedad del tema de la película, al igual que la novela, da lugar a una historia con cierta dulzura. Como el propio director afirma: "Creo que la tragedia y la comedia pueden coexistir, como la honestidad y la fantasía, o un lenguaje crudo y la poesía. Al leer el libro de La felicidad de Emma (Emma's Glück, de Claudia Schreiber), confirmó mis ideas (…) Quería que fuera una película sobre la agonia pero también que hablara sobre el amor a la vida".