"American History X" es un sobresaliente y majestuoso drama social que trata las diferentes perspectivas y aspectos sobre el odio, la rabia, la ignorancia, la violencia o el racismo. Está dirigida por Tony Kaye y protagonizada por Edward Norton. Probablemente algunos digan que existen películas de esta temática algo más completas, pero pocas alcanzan ese grado de madurez artística que ésta tuvo al exponer un drama no sólo para quienes tienen ciertas ideologías, sino que va más allá, busca las visiones desde ambos puntos de vistas y de cada realidad por separado mezcladas por la misma perturbadora forma de vida. La trama se desarrolla de forma perfecta con el ritmo adecuado. No busca lo trepidante. Es un drama y así lo quiso mostrar el director dando con la forma de exponerla de manera elegante tocando un tema delicado con el que es y sin faltar el respeto a ninguna de las facciones involucradas. El contexto no va en fomentar el odio, no trata de esto el film. Trata de la superación del mismo, de cómo cuando se quiere, se puede erradicar este, de cómo la humanidad existe más allá de los colores o ideologías. Con un principio desgarrador y plenamente impactante, el cual nos hace preguntarnos qué clase de película es la que estamos comenzando a ver.
Se puede sentir en cada escena, una ferviente crítica hacia un pensamiento irracional y desembocado que llama a la puerta de un joven adolescente. Tras eso, una retrospectiva preciosista que analiza cada suspiro de la conducta de un neonazi inspirado en ideas altamente xenófobas. Con un punto de vista bastante peculiar, el desarrollo de la trama nos hace preguntarnos en ocasiones quién es realmente el protagonista. Protagonismo que quizá, en ciertos tramos del filme, quede en manos de un claro mensaje de atención a la cordura, en forma de conversaciones magistralmente llevadas e interpretadas por cada uno de los personajes, en especial por parte de Norton. Todo el fuselaje de la cinta gira en torno a contar la evolución moral que sufre Derek (Edward Norton), condenado a prisión por un doble asesinato cargado de odio racial e ideas infundadas. Utilizando como vehículo de narración los pensamientos y recuerdos de su hermano Danny (Edward Furlong) y, en parte, la propia historia contada de la mano de Derek, el film nos muestra cómo la ofuscada mentalidad del protagonista empieza a liberarse, para darse cuenta de todos los errores y mentiras en los que se hallaba sumido. Como historia paralela tenemos la influenciada vida de Danny que, tras el encarcelamiento de Derek, empieza a verse envuelto en una espiral de propagandística neonazi volcada en la figura de su hermano.
En muchas ocasiones no somos conscientes de lo que tenemos, de lo afortunados que somos. Pero ese no es el verdadero problema. Cuando nos falta algo, cuando algo sale mal, intentamos encontrar el motivo en alguien que no sea uno mismo. Deseamos hacerlo, es tan sencillo echarle la culpa a otro y tan liberador, es entonces cuando el odio toma control hasta anular casi por completo a la razón. Aquí veremos que nunca es tarde para abrir los ojos, para cambiar, para darte cuenta de que a veces el primero que te fallará será aquel al que consideras tu amigo y alguien que apenas te conoce puede dar la cara por ti, solo porque es una buena persona, aunque el mundo pueda pensar lo contrario. Destacar la impactante y espectacular fotografía, tratada con informalidad y acierto, es sugerente e hipnotizadora, con sorprendente resultado por mezclar hábilmente el blanco y negro, dependiendo si la acción se centra en el recuerdo o la actualidad. La música es grandiosa y estimulante, la cual cautiva al público con sonidos intensos, melódicos y arrolladores, que inquietan y hacen sentir una amenaza real y turbadora, que profundiza e inspira al público.
Las actuaciones de todo el elenco actoral son muy solventes, aunque la descomunal y desbordante interpretación de Edward Norton encarnado en la figura de Derek Vinyard, irradia fuerza en cada gesto y mirada, le da consistencia y realismo a la cinta. Toda la película se centra sobre él, sobre su personaje, la vida que tuvo, la que dejó atrás, el aprendizaje a veces viene rodeado de sangre, violencia y aprender de esta forma y llevarlo a la pantalla para empatizar con los personajes, es muy complicado y Norton lo logró de forma elegante, haciendo que no sintamos cierta empatía por el. La transformación física por parte del actor es impresionante, pero no solo se reduce a eso, Norton es capaz de mostrar las dos caras de una misma moneda, llegando a parecer que nos encontramos ante dos personas totalmente distintas. (Lo incomprensible es que no se llevara el Óscar). Edward Furlong interpreta a Danny Vinyard hermano menor de Derek, que sigue los mismos pasos equivocados que su hermano mayor, con una interpretación correcta y eficaz. Stacy Keach, encarna a Cameron Alexander, un Hitler menor pero igual de cobarde, cuya misión y única diversión en la vida es influenciar a jóvenes inocentes para convertirlos en racistas rabiosos y así ampliar su séquito para defender "la causa". Ethan Suplee personifico a Seth Ryan uno de los personajes más repugnantes y odiosos, un seboso neonazi pervertido, que canta canciones antisemitas. Y Fairuza Balk como Stacey, la inestable y agresiva novia de Derek.
En definitiva, un brillante drama social, maravillosamente dirigido y magistralmente escrito, el trabajo tanto del director como del guionista fue excelente. Sin olvidar la hermosa fotografía, la meritoria banda sonora, y ese final abrumador. Aunque lo mejor del film como no, es la actuación de Edward Norton, sencillamente brillante. Su planteo reflexivo y su contundencia dramática, hacen de esta cinta una de las grandes obras maestras de los 90s y posiblemente la mejor sobre la temática. "El odio es un lastre, la vida es demasiado corta para estar siempre cabreado".