Crítica de SensaCine.com para El odio: Barrio

Mathieu Kassovitz revolucionó el panorama cinematográfico francés con su segundo largometraje, galardonado con el premio de Mejor dirección en el Festival de Cannes. Su retrato de un día completo a pie de banlieue, filmado en Chanteloup-les-Vignes con un elegante blanco y negro y numerosas set pieces visuales, reflejaba la rabia, corrupción policial y desesperanza nihilista que hervía en los suburbios parisinos mientras le daba un envoltorio a medio camino del cine de guerrilla y el arte y ensayo. No era 'Haz lo que debas', de Spike Lee, sino algo todavía más directo y enfurecido.

Vincent Cassel, que ya había participado en 'Métisse' (1993), la opera prima de Kassovitz, alcanzó la fama gracias a su poderosa interpretación de Vinz, uno de los tres chavales protagonistas (un judío, un africano y un magrebí) que pasan el día sin nada que hacer, inmersos en un ambiente de violencia mientras esperan a saber si su amigo apalizado por la policía saldrá de esta. Vinz encuentra una pistola perdida y jura venganza, asumiendo su propia sentencia: "el odio alimenta odio". En la periferia también hay que comer.

A favor: La virtuosa secuencia del espejo.

En contra: La inevitable perversión de su estilo visual.