Prince of Persia, con Jake Gyllenhall, Ben Kingsley y Gemma Arterton. Se debe de pensar que llevar un videojuego al cine resulta más fácil, pero no es el caso, la tendencia empezó con Mario Bros, aquel mecánico que desayunaba setas y rescataba princesas, luego vinieron Mortal Kombat, para olvidar, DOOM, que era mala malísima pero entretenida. Lo cierto es que no hay que buscarle un trasfondo a esto, es una película para divertir, pasar un buen rato y dejar las disquisiciones a la puerta del cine. Partiendo de la base que es una Persia ficticia, Dastan, el protagonista, después de tener varios y variados problemas familiares (quién no los tiene), debe aliarse con la bella y astuta Tamina para preservar el trono de un traidor. De esta película se espera buena acción, la coreografía de peleas, saltos y demás es impactante, porque Jake, si se me permite esta familiaridad, se nota que se ha metido a fondo en su papel de guerrero y se notan las horas de gimnasio, la música acompaña magistralmente, poniendo al espectador al borde del colapso, el vestuario aunque completamente ficticio, está bien diseñado y la ambientación, perfectamente acorde. Aunque más floja que Piratas del Caribe, no se para a explicar ni darle un sentido último a los personajes, es una película para divertirse y lo cumple a rajatabla. Lo cierto es que no suelen gustarme las adaptaciones de videojuegos al cine, pero también soy fan de Jerry Bruckheimer y no espero menos de él. Ben Kingsley, con curtida experiencia en papeles de villano, lleva a cabo su rol sin esfuerzos pero se nota que se lo han pasado bien haciendo esta película. El debut de Jake como héroe de acción, si bien le falta algo de carisma, es fantástico. Sí, definitivamente esta película me ha gustado mucho, he disfrutado, aunque no puedo hacer una comparativa fiable con el videojuego, ya que no juego, pero es divertido e interesante verlo hecho realidad.