Obra maestra.
Sam Mendes corrobora que es ese gran director que amargó nuestro paladar con American Beauty, y parece continuar aquella película con Revolutionary Road.
Sentida, intensa, violenta y triste se muestra este metraje que roza la perfección, y que con sus interpretaciones principales se termina de coronar. Leonardo y kate han crecido, no tienen los 22 años que cuando filmaron Titanic y aquí no sólo demuestran su calidad interpretativa sino que hacen un duelo de grandes, un duelo de auténticos actores. Impresionante.