Versionada en infinidad de ocasiones, homenajeada o revisada. Ha influido en diversos directores, tanto en su modo de rodar como en la forma de conjuntar un film. Peckinpah no dejaba indiferentes a los de su época. Pasados 45 años de su estreno, aún sigue tan violenta y feroz como el primer día. Preparen sus rifles, carguen sus pistolas...van a volar cabezas.
Violencia y poesía van de la mano en esta peculiar cinta que se separa de las típicas del Lejano Oeste. Crepuescular, sangrienta, cruel, visceral...elije el adjetivo que más te guste. Cualquier opinión sobre esta genial muestra de cine ya ha sido mencionada con anterioridad. Es la obra cumbre de Sam Peckinpah, ninguna de sus peliculas, antes o después, reflejó mejor su modo de ver la vida, de amar el cine o de plasmar sus demonios en pantalla. Un gigante menospreciado por todos, incomprendido, rebelde y bastante marginal.
Su cine es como él. Y 'Grupo salvaje' no iba a ser menos. Lo que empieza con un baño de sangre en uno de los atracos más violentos jamás filmados, prosigue como una melancólica canción de perdedores. Pues en realidad de eso se trata, de una historia de perdedores. Envuelta en el género más manido del cine yanqui, el western. Ese fue su gran error, o genialidad. Atacar a uno de los símbolos más queridos por los aficionados al cine. El western no había sido tan vapuleado hasta entonces como Peckinpah lo hizo. Lo llevó al límite de lo moral y lo admisible.
Sus héroes (perdedores a sabiendas) asumen su ocaso. Admiten que los tiempos han cambiado (como volvería a enseñarnos el director en 'Pat Garret y Billy el niño') pero no desean hacerse a un lado y morir. Son leyendas vivas de un mundo que les engulle por estar fuera de sitio. Su ley, la violencia, debe ceder paso a la hipocresía y la doble moral. Pistoleros, asesinos, ladrones...pero héroes al fin y al cabo en su mundo hostil. Carecen de valores al uso. Sus principios son pocos, hoscos pero firmes: lealtad.
Verse rodeados, hostigados como el escopión que se pica con su propio aguijón cuando está acorralado, les hace más fuertes ante el final. Saben que su lugar ya no está entre los hombres. Sus convicciones de camaradería están por encima de la palabrería. Un canto triste de una época gloriosa. Una ácida descripción de la condición humana, sin importar el público que la vea. Cada generación saca una interpretación de 'Grupo salvaje', pero todas conducen al mismo mensaje: la amistad como última barrera de la decencia del hombre. La lealtad por encima de la muerte.
Peckinpah se sintió toda su vida como un forajido que debía robar para sobrevivir. Que se auto destruía para poder crear. Aislado, renegado y perseguido por ser fiel a sus principios. Los forajidos de 'Grupo salvaje' son sus criaturas más humanas, sus personajes mejor logrados. Llenos de alma, remordimientos y sed de vida. Mueren por seguir vivos, viven para morir. Una huída hacia delante, sin atajos o senderos fáciles. Como uno de sus personajes dice al saber que no queda otra opción que enfrentarse a la muerte: "¿Por qué no?"
El uso de la cámara lenta en las escenas de violencia máxima es intentar detener el tiempo. Conocer con exactitud cuándo el hombre deja de existir, la última fracción de segundo para hallar la belleza de la muerte. Esa es la búsqueda personal del director, encontrar la puerta que comunique con la muerte. En esta obra dispondremos de múltiples puertas, diferentes versiones de un mismo Infierno. Cada personaje es un retazo del alma de Peckinpah. Unir esas piezas es trabajo nuestro. Él, hace tiempo que espera al otro lado del río. Sonriendo, con una botella de whisky entre las manos y uj revolver cargado sobre la sien.